martes, 20 de mayo de 2014

-- SEMPRONIO ABOGADO

-- SEMPRONIO ABOGADO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Quizás porque se siente émulo de su homónimo de la antigüedad, aquel
jurisconsulto romano que fue Tribuno de la Plebe, mi amigo Sempronio,
el reglano, se las da a veces de abogado callejero. De esos que andan
por ahí, hurgando en los retruécanos de las técnicas jurídicas para
adecuarlas a los requerimientos urgentes de la ciudadanía; los que
ponen al servicio de las mayorías, su saber. Sempronio es de esos, no
de los infelices sometidos a la pobre condición de tramitadores, los
que se pueden encontrar en las penumbras de cualquier Bufete
Colectivo, peritos en llenar planillas y apurar o demorar trámites,
para luego recibir "regalitos". No, mi amigo Sempronio no es de esos,
él legisla como debían hacerlo nuestros aquiescentes y siempre
unánimes diputados; no teme adentrarse en las marañas legales, para
desentrañar las incongruencias, contradicciones, absurdos y
manquedades de leyes y decretos vigentes. Es verdad que a veces peca
de autosuficiente, al creerse con dominio de las técnicas jurídicas,
pero... ¿qué cubano, en mayor o menor escala, está libre de este
defecto? ¡Y Sempronio es cubano hasta la médula!
El otro día, después de haber dispuesto de mi blog a su voluntad,
aprovechando mi breve ausencia, me espetó la siguiente parrafada,
digna de su homónimo antecesor y que les copio a continuación:
"Los criminalistas y penalistas debían estudiar en detalle un asunto
que se me hace evidente: la adicción al poder como figura delictiva y
la condición de delincuente del adicto. Es innegable que existen
similitudes entre el malhechor que subestima para sí el riesgo penal
que implica su acción, porque se estima un inigualable experto en
delinquir y el gobernante que cree que solo él puede gobernar como se
debe (1) y, que por ello, se aferra al poder con furia obsesiva. En
ambos casos, hay una sobrevaloración de capacidades y habilidades
propias y determinada dosis de egolatría. Los dos creen estar a salvo
de las consecuencias que provocan sus actos; el delincuente, porque
gracias a su "pericia" se siente capaz de evadir la ley; el adicto al
poder, porque se cree la ley misma. Según ellos, no hay nadie, salvo
ellos mismos, que pueda ejecutar sus actos con igual destreza y
maestría. ´Solo yo sé hacerlo´ parece ser su lema común..."
Juzguen ustedes la autosuficiencia de Sempronio, pero también su
puntería. Debíamos postularlo como diputado a nuestro máximo órgano
legislativo. Pero me temo que esto no sea posible, porque Sempronio no
aparece en el listado de los que debemos elegir y saldrán
indefectiblemente electos. Ese listado lo confecciona la infalible,
omnipotente e invisible "Comisión de Candidaturas" y en nuestra
actuales boletas de sufragio no existe la antigua y ya casi olvidada
"Columna en blanco", aquella que aparecía en las boletas de antaño,
las de los cambiazos espectaculares, las que podían desaparecer sin la
intervención de Mandrake, en las que podían votar todos los residentes
del cementerio (2); en ellas aparecía una columna sin Partido, donde
cualquier ciudadano podía nominar y votar por quien quisiera, hasta
por Napoleón Bonaparte, si ese era su deseo.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Mayo 21 de 2014
(1) En nuestro pasado republicano, Estrada Palma, Menocal, Machado y
Batista fueron ejemplos de este tipo de adictos al poder.
(2) Fueron frecuentes los casos en que el número de votantes en un
colegio electoral, fue superior al de vecinos inscriptos.





________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario