martes, 4 de marzo de 2014

¡AY, LA EFICIENCIA!

¡AY, LA EFICIENCIA!
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Si concordamos en definir la "EFICIENCIA (1)" como la manera o modo de
obtener un fin con calidad, un gasto de recursos y tiempo previstos;
mientras que ser "eficiente" lo entendemos como aquel o aquello(a) que
demuestra eficiencia en su obrar, estaremos de acuerdo que, en nuestro
sistema productivo en particular y en nuestra economía en general, la
eficiencia brilla por su ausencia porque no somos eficientes.
Los capitalistas tienen su forma y método para lograrlo; allí o eres
eficiente o pereces. Nosotros, los que aborrecemos ese sistema por
brutal e inhumano, aspiramos a que el hombre, libre y dueño, desate
todas sus potencialidades y coloque a la EFICIENCIA como meta y
aspiración común, en una sociedad intrínsecamente justa y eficiente.
Sin embargo, la práctica diaria, esa realidad que nos rodea y agobia,
demuestra que aún no se logra este ideal. Se hace imprescindible
entonces buscar, encontrar y eliminar el obstáculo que lo impide.
¡Ay, la eficiencia! ¡Cuánta falta nos haces! ¿Por qué tal Empresa
Estatal no es eficiente? ¿Por qué un comercio gastronómico, cómo una
simple pizzería, en manos estatales da pérdidas, pero a un
cuentapropista, su timbiriche que oferta lo mismo, le da para vivir y
para acumular algo? ¿Es que el socialismo no puede competir con el
capitalismo en eficiencia?... Hace tiempo que leí un escrito de un
colega que lo explicaba diciendo: en la empresa estatal existe una
estructura funcional que reclama su cometido y gravita sobre sus
costos; está el Director con su oficina, auxiliado muchas veces por el
subdirector; el departamento de Recursos Humanos, el de Control de la
Calidad, el de Finanzas y Contabilidad, y así una lista profusa de
funciones y funcionarios "indispensables" para la actividad; además,
agrego yo, todos dependen de una supra estructura, de un nivel
superior que de ellos se alimenta. Todo un andamiaje que, como órgano
de dirección, también carece de eficiencia. Este argumento se debilita
porque el capitalista también tiene sus órganos de dirección y
control; sin embargo este aparato, aparentemente improductivo, es allí
eficiente y lo es por las mismas causas ya apuntadas. En la Empresa
Estatal que es propiedad de todos, nadie actúa como propietario, ni
dirigidos ni dirigentes; el concepto de propiedad ha sido enajenado.
Volvamos al pequeño ejemplo del cuentapropista, aquí él es dueño y
obra como dueño; como su destino está ligado al éxito o fracaso del
negocio, asume todas las responsabilidades, es el "hombre orquesta",
lo hace a gusto y obtiene ganancias que determinarán su bienestar y
nivel de vida. No es el caso de las pizzerías estatales, donde habría
que añadir los "desvíos" de harina, queso, grasa y demás componentes;
y lo más importante, el obrar con desgano del que trabaja y del que
dirige. Todos sienten que el comercio no es suyo y tratan de sacar el
máximo de beneficios con el mínimo de esfuerzos, a ellos les da lo
mismo que el comercio venda o vaya a la ruina, que el cliente (ahora
usuario) se marche satisfecho o malhumorado. En esa indiferencia se
sumerge el eslabón más débil, la pieza principal, el que trabaja, a
quien todo lo da igual, porque venda mucho o nada, prospere o no el
establecimiento donde trabaja, su salario será el mismo. No puede
sentirse propietario quien no decide sobre la propiedad ni disfruta de
sus posibles rendimientos.
Concluyo entonces: el problema no está en el tipo de propiedad,
estatal o privada, sino en el hombre y su realidad cotidiana. Más que
en el hombre, en el sistema salarial del que mal se alimenta. Con ese
hombre no valen consignas, ni ideologías, sino motivaciones reales,
capaces de energizarlo y volverlo productivo. Ese hombre tiene
necesidades que requiere satisfacer con urgencia, y cualquier intento
estatal en el campo de los negocios será ineficiente hasta que se les
dé respuesta debida a esas necesidades. Marx nos alertó que mientras
exista el salario, subsistirá la explotación del hombre; si queremos
desprendernos de todo rezago del capitalismo, habrá que eliminar la
figura del trabajador asalariado, restituirle al productor su
identidad de dueño; en otras palabras, hacerlo partícipe de decisiones
y resultados. Entonces veremos la eficiencia en acción, porque todos
seremos eficientes.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Marzo 5 de 2014
(1) Se admiten otras definiciones, pero todas hacen hincapié en la
obtención de los objetivos esperados.

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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