viernes, 14 de febrero de 2014

UNA BOLA VOLÁ Y DE BUENA TINTA

UNA BOLA VOLÁ Y DE BUENA TINTA
Por Sempronio, el de Regla

Las bolas, esos infundios que se difunden por "Radio Bemba" tienen una
larga historia. Sus antepasados se remontan a Don Cristóbal, el
Almirante de la Mar Océana que regó el cuento del oro de Katay para
enrolar marinos, mientras engatusaba a los Reyes Católicos con lo de
las especies. Es que la bola nació y sigue siendo una volá de engaño.
La bola persigue un fin y, a veces, abusando de la candidez o la
ignorancia de la gente, lo consigue. Otras veces materializa un sueño
y entonces se torna más creíble, porque trae consuelo, aunque venga
envuelto en lo pasajero de la ensoñación.
Durante nuestra lucha contra la dictadura, a la bola le correspondió
un papel de combatiente destacado. Los rumores inquietaban a las
fuerzas batistianas, las hacían tomar aparatosas providencias que
caían en el ridículo o las distraían hacia lugares lejanos a una
acción ya planeada. Recuerdo la maleta misteriosa que apareció en el
Parque Central y el despliegue policiaco que produjo: aislamiento de
la zona, bomberos, expertos en explosivos y total, al final la
risotada. La maleta estaba llena de pelos y contenía un letrero que
decía: "No pelamos, afeitamos y ya estamos en La Habana". Y firmaban:
"Los pelúos de la Sierra".
Ahora mismo, después de tantos años, la bola mantiene vigencia, al
convertir en augurios y certezas los deseos de algunos y los anhelos
de muchos. No voy a hablar de las bolas contras porque esas han caído
en el descrédito, ya no se las traga nadie aquí y tuvieron que irse
para Miami, donde todavía viven de ilusiones. Los reyes de la bola,
somos nosotros, los revolucionarios. Una que me llegó recientemente,
es una bola bien volá y de buena tinta, pues me la trajo Serapio, un
bolero mayor que siempre tiene "la última", porque tiene buenos
conectos, conectos de alto nivel; a él siempre se la bajan de allá
arriba. Cuenta Serapio que a él le dijeron (más bien le confiaron),
que van a cerrar la agencia Peugeot y no por falta de ventas, sino por
todo lo contrario. Al primer día, ya habían vendido toda la existencia
de carros nuevos. Con urgencia importaron nuevos lotes y los mismos
tardaron más en llegar que en venderse. De nada sirvió que desde
distintos puntos del planeta arribaran más y más carros, todos eran
comprados tan pronto ponían un pie, perdón, una goma en tierra.
Convencidos de que, por el momento, les era imposible satisfacer la
enorme demanda de sus autos, la concesionaria ha decidido cerrar hasta
tanto se abra el nuevo canal de Panamá. Entonces, aprovechando los
súper contenedores que traerán los súper barcos podrán satisfacer la
descomunal demanda de este floreciente mercado del automóvil que es La
Habana.
Desconfiando de Serapio, decidí llegarme a Vía Blanca y Primelles y
comprobar con mis propios ojos si era verdad la bola o un invento más
de mi social. Oye, y parece que sí. Aquello estaba más desierto que
una funeraria sin muertos...

Desde Regla,
Tierra bendita de Yemayá, cuna bravía de los abacuá
Febrero 14 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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