martes, 4 de febrero de 2014

HIPERCRITICISMO

HIPERCRITICISMO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Que los cubanos somos exagerados, no hay quien lo dude. Aquí no son
habituales la moderación ni las medias aguas; o pecamos de carencia o
de exceso, o botella vacía o desbordada. Con total certeza nos definió
Máximo Gómez. Lo hiperbólico parece que nos viene de la naturaleza que
nos rodea, de su feracidad lujuriosa, de nuestra condición de isla;
ser desmedidos está en nuestra raíz e identidad. Un cubano proclamará
ser el más esto y el más lo otro y no admitirá que nadie se le
aproxime o compare. Enamorados de los superlativos, somos los más
generosos, los más alegres, los más revolucionarios. Y cuando de
criticar se trata, nos pasamos, llegando a extremos donde, al parecer,
con nada estamos de acuerdo. En estos días, he leído algunos artículos
en los que se practica un hipercriticismo contumaz, se reparten
reprobaciones a diestro y siniestro, indiscriminadamente, sin reparar
en contradecirse, ni en los efectos que puede tener lo que se escribe.
Así, Por criticar la reciente II Cumbre de la CELAC, algunos no
reparan en las elementales diferencias que existen entre Naciones y
gobiernos; entre una Cuba -país pobre, caribeño, bloqueado-, y otra
Cuba, Estado anfitrión de la CELAC que, como todo anfitrión, está
obligada a brindar acogedor recibimiento a todos los participantes.
Estas reuniones, al más alto nivel, de los estados que forman nuestra
América mestiza, son foros de concertación, de unidad por encima de
diferencias de sistemas políticos y de ideologías. Al excluir a
Estados Unidos, la CELAC representa un claro intento por liberarse de
una tutela neocolonial, de una injerencia de gendarme, de una
dependencia económica y defender, por la unión, los intereses que son
comunes a la mayor parte del continente.
Los que prodigan una crítica delirante, los que al criticar parecen
seguir una versión de aquello de ¡haz bien y no mires a quién!, no
reparan en criticar a los países "democráticos" que se palmean las
espaldas con Cuba, donde resaltan la ausencia de algunos derechos. A
la vez, critican a Cuba por recibir a mandatarios millonarios, a
representantes de las derechas, o a gobernantes originados por golpes
de estado. Si siguiéramos los criterios de los hipercríticos, no se
habría dado la reunión de la CELAC. Practicando un criterio de
exclusión, estos exagerados invalidarían a Cuba como anfitriona y
hubieran negado invitaciones a la mayoría de los estados
participantes. Llevados por su incontenible afán de criticar, los
hipercríticos del patio olvidan el mandato martiano, el que nos da la
orden del momento: ¡Unirnos! Igualmente, ignoran que el convite a la
unidad, es entre los Estados que forman la CELAC, no entre los
gobiernos que, temporalmente, los representan.
Recientemente, hemos tenido un ejemplo bien elocuente en que la unidad
ha primado sobre las divergencias. Lo ha dado el sumo pontífice de la
iglesia católica. No quiero pensar lo que dirán nuestros criticones
del Papa Francisco, que invitó a judíos a compartir su mesa y comió
con ellos comida kosher. De seguro que repartirán sus críticas por
igual al Papa argentino y a los judíos que aceptaron la invitación.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Febrero 4 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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