jueves, 17 de abril de 2014

-LA NOTICIA

--LA NOTICIA
Por Sempronio, el de Regla

Como mi carnal Jorge C. está ocupado en otros trajines y la "ausencia
de gato es gozadera de ratones", yo aprovecho para adueñarme de la
escribidera y descargar algo que me está trajinando el coco. Hoy voy a
escribir sobre LA NOTICIA, aquello por lo que se desvivían los
periodistas de épocas ya idas.
Conocer algo caliente, de actualidad y ser el primero en divulgarlo,
era el sueño de todo profesional de la prensa. Por eso los periodistas
de antes andaban a la caza de LA NOTICIA, husmeando y metiendo las
narices donde quiera, aunque algunas veces salían con ella quemada. La
noticia tenía que sorprender al público y además tener inmediatez, la
primacía en ofrecerla era "dar el palo periodístico", algo así como el
batazo que botaba la pelota en un estadio. Por dar "un palo" algunas
veces se exageraba y hasta se inventaba una noticia, cuando estas no
abundaban. Por lo general, se amplificaba un suceso, se le
"descubrían" conexiones con asuntos o personajes al parecer ajenos, o
simplemente se "fabricaba" en la redacción. En aquel entonces había
una "Prensa Seria" y contra la lógica, la otra no se llamaba "De
Relajo" sino "Amarilla"; al parecer ese color era chistoso. Las
agencias suministradoras o fabricadoras de noticias eran
norteamericanas, la AP y la UPI abarcaban y condicionaban el panorama
informativo que bebía el cubano; como excepción, la británica Reuters
colaba, de cuando en cuando, su despachito; por supuesto, todas estas
agencias eran fuentes de la "Prensa Seria". Con esa seriedad, nos
convencimos que la Segunda Guerra Mundial la lucharon los americanos
en el Pacífico y que luego tomaron Berlín, mientras que los rusos
hicieron su "bobería" para cogerse el oriente de Europa. Así nos
informaba la prensa seria, al analizar los hechos con objetividad y
mesura. La espectacularidad, el sensacionalismo y la chacota los ponía
la prensa criolla, porque las noticias nacionales se condimentaban con
estos elementos folclóricos. Así, por ejemplo, podíamos anunciar a
grandes voces que el diamante del Capitolio había desaparecido, o que
Juanita la burlada le mutiló la masculinidad a su novio en Jiguaní.
También tuvimos la noticia en décimas cantadas que, el inolvidable
Joseíto Fernández inmortalizó con el estribillo de "guantanamera,
guajira guantanamera" y que alcanzó tal popularidad, que salir en la
guantanamera" era sinónimo de sufrir una tragedia, lo mismo que
"cantarle la guantanamera" significaba armarle un escándalo a alguien.
Hasta hubo un reportero que radiaba sus reportajes desde la sala de
urgencias de un hospital; ahí la inmediatez sí que era súper
inmediata.
En nuestra Habana se publicaban numerosos órganos de prensa, la
mayoría diarios y algunas revistas semanales como Bohemia, Carteles y
Vanidades; cada cual con su línea editorial y tendencia política;
entre gobierno y oposición ninguno era totalmente imparcial. Cuando
Fulgencio puso los pies en polvorosa, fue sorprendentemente reveladora
su lista de "atenciones de Palacio a la Prensa"; en el listado
aparecían con distingos en la cifra de billetes, los más conocidos
plumíferos de aquellos tiempos. Todos ellos, unos más cautos, otros
camaleónicos, comenzaron a ejercer como críticos y consejeros
voluntarios del nuevo gobierno revolucionario. Pronto sacaron las
pezuñas y entonces los trabajadores implantaron aquello de "la
coletilla", nota en la que expresaban su inconformidad o desacuerdo
total con los editoriales y artículos "de fondo" que sacaban del fondo
los verdaderos intereses de los dueños. Fue así que la lucha de clases
se hizo visible en el terreno de la letra impresa, aquella que recogía
el acontecer nacional y extranjero. Fíjense que dije "visible", porque
presente siempre estuvo. Como toda confrontación entre clases
antagónicas, tenía que terminar con el sometimiento de una clase por
la otra y la forma que tomó esa dominación fue la expropiación de los
medios que "pasaron a manos del pueblo". Curiosamente, ni los
trabajadores ni sus sindicatos, sustituyeron a los dueños; de ello se
encargaron los funcionarios nombrados por la conducción política. De
privada, cada publicación pasó a funcionar como una empresa estatal,
parte de un monopolio nacional: el monopolio de la noticia.
Hoy, los periodistas no tienen que desvelarse a la "búsqueda y captura
de la noticia", no les hace falta porque se las suministra un centro
emisor y distribuidor. Pero la cosa no fue así, de ran-plan; durante
el tiempo transcurrido, la noticia sufrió sucesivas transformaciones.
Primero, eran loas al cumplimiento de planes, al logro de metas y a
triunfos pregonados (ésta tónica, aunque no tan fuerte, subsiste hoy);
la crítica comenzó a brillar por su ausencia (la gente decía que se
había ido por Camarioca) y el triunfalismo "reinaba sobre la faz" de
la prensa. Más tarde, se tornaron en agoreras pitonisas, en oráculos
de un futuro siempre incumplido; todas mostraban una redacción de
términos semejantes, utilizando los verbos en futuro, nunca en
presente o en pasado. La carreta iba delante de los bueyes y LA
NOTICIA se adelantó al tiempo, cuando anunciaba que "se cumplirá tal
cosecha", "se construirán tantos miles de viviendas", o "que los
trabadores del ramo más cual cumplirán las metas acordadas". Ya no
reportaba acontecimientos pasados, sino sucesos por venir; sin duda,
era una noticia futurista. Luego, se centró en desastres, tragedias y
calamidades ocurridos en otras latitudes y esto, aparte de llenarnos
de conmiseración por los damnificados, nos fortalecía en la convicción
de que vivíamos en un paraíso donde nada de eso pasaba. Así hemos
llegado a la situación actual de un vacío informativo de campana
neumática, donde LA NOTICIA no existe y si existe se vuelve fiambre,
al demorar en publicarse. El retardo más reciente, fue el aumento de
precio de la leche en polvo en las TRD, que se puso en práctica el
pasado 4 de abril y Granma la publicó casi una semana después, el día
10. Por todo lo anterior, después de una larga vida y múltiples
transfiguraciones, yo pienso que la noticia ha muerto. ¡En paz
descanse LA NOTICIA! Esa es la impresión que recibo cuando escucho un
resumen noticioso; en lugar de noticias, nos brinda las declaraciones
de alguna que otra organización de masas o el discurso que alguien
pronunció en la celebración de un acto cualquiera; todos son muestras
de adhesión a nuestra ideología y apoyo incuestionable a nuestros
líderes. A mí, a Sempronio, estos noticieros me recuerdan a "El
Padrino" de Mario Puzo y su amenazante solicitud: "¡No insultes a mi
inteligencia!"

Desde Regla,
Tierra bendita de Yemayá, cuna bravía de los abacuá.
Abril 18 de 2014


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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