martes, 15 de abril de 2014

LA GALLINA Y EL HUEVO

-- LA GALLINA Y EL HUEVO
Por Sempronio, el de Regla

Antes escribí sobre "El Trabajo", hoy voy a tratar de su productividad
y retribución. Entre estos dos elementos relacionados con "la pincha",
se plantea hoy un problema insoluble parecido al de la gallina y el
huevo. Dimas Castellanos tituló así un artículo suyo, pero invirtió el
orden al citar primero al huevo y aunque no comparto muchos de sus
enfoques, encontré muy feliz el símil y se lo tomo prestado. Hasta que
no se establezca cuál de esos dos elementos es la causa y cuál el
efecto, seguiremos revolcándonos en un problema insoluble. Es cierto
que los bajos salarios no estimulan la elevación de la productividad,
así lo ha reconocido el Presidente cubano, quien aduce que no se
pueden elevar, mientras no tengan un respaldo productivo. Productivo
es la calificación que debe acompañar al trabajo. Y aclaro que no me
refiero a aquellos "trabajos productivos" a los que convocaban
sindicatos y organizaciones de masas, en los que aportábamos nuestro
trabajo voluntario festivamente y que no tenían nada de productivos.
La productividad debe ser consustancial al trabajo, éste debe y tiene
que ser productivo, de lo contrario se convertiría, como muchos de
aquellos trabajos voluntarios, en un irracional malgasto de recursos
materiales y humanos o en un simple entretenimiento. El recurso humano
invertido es la fuerza de trabajo; esa fuerza tiene un valor y un
precio que no tienen que coincidir. Su valor lo definió Marx como "el
valor de los medios de subsistencia necesarios para la reproducción
del obrero, para la satisfacción de sus necesidades de primer orden y
las de su familia". El precio del trabajo, casi siempre fijado por el
empleador ya sea estatal o privado, se expresa por la cantidad de
dinero que recibe el trabajador como retribución de su fuerza de
trabajo. Ya sabemos que en el capitalismo la diferencia entre el valor
y el precio de la fuerza de trabajo, se la apropia el capitalista bajo
la forma de plusvalía. Ahora bien, según Marx, el Estado cubano, como
empleador, remunera la fuerza de trabajo por debajo de su valor. La
prueba es que los salarios actuales no son suficientes para solventar
las necesidades básicas del trabajador y su familia. Por ello, muchos
hombres y mujeres jóvenes, aptos todos para el trabajo, prefieren
vivir del invento, "lucharla en la calle", antes de optar por un
empleo estatal que, según ellos, "no les resuelve nada". Es que no
entienden, no pueden entender, que el pobre Estado tiene que afrontar
los gastos de la seguridad social, los de la defensa y orden interno
del país, los referidos al mantenimiento del propio aparato estatal,
la carga de los servicios básicos que brinda gratuitamente a la
población, que incluyen todos los salarios de miles de trabajadores de
la esfera no productora de bienes materiales y, claro está, la de
administrativos y dirigentes que, según nos dice el censo, rondan el
medio millón. ¡Señores!, el fondo de salarios no es infinito y cuando
los asalariados son muchos, los salarios tienen que ser pequeños. La
poca o ninguna comprensión de estas verdades, estriba en que son
asuntos de la macroeconomía, la del país todo, la que no entiende la
gente de abajo, que solo siente la que le toca el bolsillo.
¿Quién entonces es el culpable de la poca o ninguna productividad del trabajo?
¿La incultura económica de la gente o los insuficientes salarios? Como
ven, ya estoy metido en este berenjenal, coto particular de los
economistas y no acabo de aclararme el asunto de la gallina y el
huevo.

Desde Regla, tierra bendita de Yemayá, cuna bravía de los abacuá.
Abril 16 de 2014

________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario