miércoles, 19 de diciembre de 2012

UNA ACLARACION NECESARIA

A Guillermo Rodríguez Rivera: guillermorr@cubarte.cult.cu
CC: Revista Espacio Laical: espaciolaical@arzhabana.co.cu

Doctor:
Con asombro y pesar leí su artículo publicado en "Espacio Laical",
donde Usted afirma no conocerme, enjuicia un artículo mío, de los que
dice recibir "constantemente", los califica como "muy críticos, y no
necesariamente reflexivos," y me atribuye palabras que nunca se podrán
encontrar en mis escritos.
En cuanto a no conocerme, permítame que le recuerde a un compañero,
también profesor universitario, que se le acercó en el Aula Magna, con
una carga afectuosa de remotos e infantiles recuerdos... Recuerdos de
cuando Usted y él eran niños que jugaban en el apartamento de una tía
materna suya, llamada Ana Rivera. Aquel profesor le habló con
entrañable afecto de sus hermanos Luisito y Alipín, entonces dos
jóvenes santiagueros, estudiantes de Medicina, quienes vivían con
aquella tía aquí, en La Habana. Usted era "Guillermito," el niño que
venía, en vacaciones, a visitar a sus hermanos. No recuerda Usted al
que, motivado por aquel encuentro, le dedicó un relato. Relato que le
enviara y que no mereció de Usted ni un acuse de recibo. Porque el
profesor que se sentó a su lado en el Aula Magna, quizás
importunándole durante un acto solemne, era aquel niño vecinito de su
tía, que jugaba con Guillermito; es el mismo Oliva que usted afirma no
conocer, el mismo que suscribe esta misiva respetuosa y apenada.
Apenada, porque si la falta de memoria que Usted muestra respecto a mí
es excusable, no lo es tanto y apena su proceder falto de delicadeza.
Ese desconocimiento, alegado por usted, no ha sido óbice para emitir
su crítica, sin hacérmela a conocer. Lo ha hecho respaldado por su
reconocida firma de escritor. Ignorando al sujeto que critica y
esperando que éste se entere, si acaso lee Espacio Laical. Y si nunca
se entera, a Usted le da igual. Porque no tuvo Usted la amabilidad de
dirigirse a este humilde compañero, aunque sea para hacerle las
recomendaciones de amenguar la intolerancia e incapacidad para
escuchar al otro, que Usted le atribuye. Recomendaciones que me hace,
sin embargo, en su publicado artículo. Ha enjuiciado Usted el escrito
de un tal Oliva, en un espacio público, a espaldas de este sujeto
desconocido. Al parecer, para merecer una pequeña consideración de su
parte, hay que ser amigo suyo o siquiera conocido. Compadezco a los
miles de millones de habitantes de este planeta, a quien usted no
conoce, Profesor.
Es un viejo recurso imputar a otro, ideas absurdas y repudiables, que
luego pueden ser rebatidas con facilidad. Pienso que, para afirmar que
"le parecen muy positivos los debates auspiciados por Espacio Laical",
no era necesario desvirtuar e impugnar con tanto brío un escrito que
la mayoría de los lectores sólo conocerá por la versión que Usted
brinda. ¡Menos mal que le concede Usted a mi escrito tener algo
"realmente positivo"! ¡Gracias por su magnanimidad!
Yo pienso que Usted no leyó con detenimiento mis escritos. O quizás
padece de una incapacidad para entender lo que otro, y no usted, diga.
He redactado tres artículos sobre el tema del diálogo, su necesidad y
la cultura necesaria para el mismo. En ninguno de ellos, desacredito
de antemano, como usted dice, los debates que se llevan a cabo en
espacios no oficiales. En todos afirmo la necesidad de ese diálogo, y
digo más: Que para ser de verdad útiles, debían auspiciarlos aquellos
que tienen poder de decisión sobre los problemas debatidos. A esos que
no participan en el diálogo, yo señalo. Usted en cambio, soslaya a los
ausentes y prefiere no provocar a los estamentos del poder. Así no se
busca problemas con los que le han permitido llegar a esas alturas,
que ahora disfruta y desde las cuales puede aplastar a un
insignificante Oliva. Usted clasifica a los participantes en los que
le son simpáticos y los que le son antipáticos. Yo digo que entre los
honestos debatientes, (y no lo digo de pasada, como usted afirma) se
pueden esconder especimenes con distintas motivaciones.
Usted se centró en desvirtuar al primero de mis artículos y no
merecieron su importante mirada los restantes. Me alegro que así sea.
No me imagino hasta donde pudiera llegar Usted, distorsionando las
ideas que expreso en mis humildes escritos. Los artículos de un
desconocido Oliva, no son los de un Rodríguez Rivera aureolado de
fama. Sin embargo, Rodríguez, son los de un hombre aferrado a la
verdad y a principios éticos que practica y que estima inviolables. No
sé si su memoria le permita recordar, que Don Pepe nos dejó como
mandato que "Solo la verdad nos pondrá la toga viril."
Usted declara no saber "si Oliva no quiere que haya diálogo para
protestar porque no existe, o si pretende que lo haya para protestar
por su inutilidad". Entonces, ante tal duda, ¿por qué tildarme de
inconforme apriorístico y nihilista, contrario a todo? ¿En que se
apoya esa afirmación suya de que soy incapaz de escuchar al otro? ¿De
dónde saca, que yo no quiero que haya diálogo? Por favor dígame ¿en
qué parte del escrito mío que usted menciona [1], yo desacredito el
diálogo auspiciado por Espacio Laical?
Por último, en su incomprensible, por incoherente, mención a un bistec
de palomilla, Usted recurre a un recurso bajo, impropio de su
formación intelectual y de su elevado nivel cultural. Lo hace, cuando
escribe que yo le dije a un amigo suyo, lo que al parecer le dijo él
que yo dije. ¡Oiga, Rodríguez, eso es chismografía! Chismografía de
repudiable vulgaridad. Perdone Usted, pero yo no acostumbro a
enlodarme por caminos tan sórdidos.
Concluyo rogándole me perdone si lo he importunado de nuevo y
asegurándole que no lo continuaré haciendo. A la vez, le informo que
envío copia de esta carta a la revista donde usted enjuicia de forma
pública, un escrito mío. El dirigirla directamente a Usted, me libera
para hacerla llegar a terceros. Así cumplo con una de las lecciones
que me enseñaron y aprendí desde muy niño: No referirme públicamente a
una persona, sin antes darle a conocer lo que pensamos sobre ella.
Gracias por todo. Muy apenado, le saluda respetuosamente,

Jorge C. Oliva Espinosa
Regla, diciembre 19 de 2012




[1] Mi artículo titulado "Combatientes y Debatientes" se publicó en mi
blog, el 13 de octubre de 2012. Ese mismo día lo circulé por la lista
de correos donde, como un destinatario más, aparecía el Dr. Guillermo
Rodríguez Rivera.


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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