viernes, 15 de marzo de 2013

COMO LA VERDOLAGA

COMO LA VERDOLAGA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

La Verdolaga es una barriada periférica de mi Regla querida. Pero hoy
no me propongo escribir sobre este pedacito reglano, habitado por
gente luchadora y bravía, asiento de plantes abacuá, profuso en
altares santeros. Voy a referirme a un vicio que se ha extendido como
la verdolaga, esa herbácea invasiva de rapidísimo crecimiento. No se
trata de ninguna droga estupefaciente. Es un vicio del lenguaje, pero
tan dañino como cualquier otro de los que afectan, distorsionan y
afean la conducta humana. Este vicio afea la expresión hablada, la
empobrece y afecta la comunicación. Se trata de una especie de comodín
que cualquier cubano introduce ahora entre oración y oración. Un
entredós innecesario y ofensivo, resumido en dos palabras: "¿Me
entiendes?..." Innecesario porque las más de las ocasiones no hay nada
que entender. Ofensivo, porque supone que el otro no entiende nuestro
idioma o es afásico.
Parece una moda, cómoda y necesaria para estos tiempos en que escasea
todo, hasta las palabras y la comprensión. Quizás la haya hecho
aparecer, crecer y propagarse, la imperiosa necesidad de
comprendernos, urgente como nunca en nuestro entorno. Pero ni aun así
es justificable. Sin embargo, la repiten con tal frecuencia, que es lo
más escuchado en el hablar diario. Así el médico, después de recetar
al paciente tal pastilla cada cuatro horas, concluye diciendo: "¿Me
entiende? Y el lector del metro informa del monto a pagar por la
electricidad, agregando igual pregunta. Ya ha invadido la televisión y
la radio, en boca de presentadores, animadores y locutores que, como
profesionales de la palabra, debían cuidarse de no caer en esa viciada
reiteración que parece decirlo todo y pone en duda la capacidad
interpretativa del que escucha. Hasta el popular Profesor Mentepollo,
la introduce cuando quiere resaltar la poca inteligencia de su
entrevistadora Flor de Anís. Quizás este personaje sea el único que
use el "¿tú me entiendes?" con sus verdaderos sentido e intención.
Sempronio, mi inseparable amigo, me cuenta que el otro día, siguió la
conversación de dos jóvenes y de treinta palabras que intercambiaron,
escuchó seis veces la pregunta ofensiva. Sí, ofensiva, porque es una
ofensa cuestionarle a alguien que pueda entendernos. Más cuando usamos
un lenguaje común, palabras con significados unívocos y no nos
dirigimos a un limitado mental. ¿Por qué no preguntarnos si, con lo
dicho, nos hacemos entender? Antes de dudar del otro, debíamos empezar
dudando de nosotros mismos. Si desconfiamos respecto a la recepción de
nuestro mensaje, ¿No sería más correcto, preguntarnos si hemos sido
claros y precisos en nuestra exposición?...
Por eso, porque no dudo que mis lectores me entiendan y porque quizás
no me he sabido explicar, termino este pequeño llamado a la buena
comunicación y al mejor uso de nuestro lenguaje, preguntando: ¿He sido
explícito?... ¿Me explico?...

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Marzo 15 de 2013





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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

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