martes, 7 de abril de 2015

El valor de la herejía

-- El valor de la herejía
AUTOR; HAROLD CÁRDENAS.
(¡PURA SUSTANCIA! Comentarios y subrayados, son míos)
Jorge C.

01/04/2015 - 10:37

Cuba <http://eltoque.com/tags/cuba> ,Juventud
<http://eltoque.com/tags/juventud> ,Revolución cubana
<http://eltoque.com/tags/revolucion-cubana>


La posibilidad de seguir cambiando constantemente significa la
garantía de la continuidad
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g
>


La posibilidad de seguir cambiando constantemente significa la
garantía de la continuidad

Harold Cárdenas. Alterar el orden de las cosas es imprescindible para
construir la utopía <http://www.eltoque.com>

Los ideólogos en Cuba buscan insistentemente fórmulas que promuevan el
consenso y la participación social. Quieren hacerlo según las reglas,
pero una revolución será siempre una alteración del orden y su mayor
valor es, precisamente, la herejía.

Por Harold Cárdenas Lema

Son tiempos difíciles para los revolucionarios. Si pudiera escoger
iría a vivir sin pensarlo a la Cuba de los años sesenta, época de
heroísmos y claridad en la lucha. Ahora todo es más complicado. En
este tiempo confuso, muchos jóvenes comprometidos con su realidad no
encuentran espacios por donde canalizar sus esfuerzos y ponerlos al
servicio del país. Nadie crea que no estamos a tiempo de revertir esto
y (r)evolucionar antes de llegar al punto de no retorno.

Decía Alfredo Guevara en 1963 que "mientras más denso y fuerte es el
dogma que impide y retarda la vida, más placentera resulta la herejía
intelectual que lo desautoriza". Tenía toda la razón. La Revolución
Cubana <http://eltoque.com/search/content/revolucion%20cubana> tiene
suficiente experiencia ya para tomar lecciones valiosas. Como algunos
revolucionarios del pasado devienen en conservadores en el presente,
hay otros que siempre serán de un pensamiento avanzado sin importar la
geografía o la edad. Y estos últimos, por lo general, son los herejes.

El proyecto político cubano, de por sí, constituye una inmensa herejía.
Declarar intenciones socialistas a 90 millas del mayor símbolo
capitalista del mundo no es poca cosa ni nos ha costado poco. Ya lo
anunciaba proféticamente el protagonista de Memorias del
Subdesarrollo: "Es una dignidad muy cara", que tiene también sus
resultados porque Cuba posee unos recursos humanos, salud, educación y
seguridad pública que son envidiables para la mayoría de las naciones.

Resulta doloroso ver cómo en una revolución los jóvenes con espíritu
rebelde quedan recurrentemente marginados de las posiciones donde
serían más útiles.

Muy a menudo he visto cómo se privilegia al previsible, al
políticamente correcto, el que se comporta según las reglas, pero que
difícilmente podría llenar una plaza de compañeros que lo sigan.
Mientras sigamos promoviendo cuadros y sospechando de los líderes
estaremos hipotecando nuestro futuro.

En una carta relativa al trabajo político, Lenin advertía: "Si ustedes
expulsaran a todos los que no son particularmente obedientes, pero que
son inteligentes, y solo dejaran a su alrededor estúpidos obedientes,
seguramente arruinarían al Partido". Sus palabras cobraron un triste
saldo con el paso del tiempo en la Unión Soviética porque el modelo de
joven que se promovió no fue el del hombre nuevo sino el de la
docilidad frente a las orientaciones superiores. La carencia de un
pensamiento crítico desde la izquierda, que sirviera como mecanismo
regulador del poder, significó el derrumbe.

En nuestro país hay que atestiguar situaciones vergonzosas, por
ejemplo, asistir a una reunión y ver el simbolismo que supone que
quienes la dirigen dispongan de una mesa especial a la hora del
almuerzo, ahí, "presidiendo"
todo, con manteles y servilletas que marcan la diferencia del resto.
Pueden hacerlo ahora que no hay un Che Guevara para aleccionarlos,
ahora que ellos ponen las reglas y suplantan los principios con
orientaciones. Por suerte todavía quedan suficientes buenos ejemplos
para que esto no sea norma.

Si estos comportamientos fueran visibles a la opinión pública, si el
ejercicio de los cargos públicos contara con la anuencia directa del
pueblo y no a través de complejas estructuras con numerosas
mediaciones, otro gallo cantaría. Visibilizar los buenos y malos
ejemplos, dejar de votar en las elecciones por frías biografías y más
por personas de mentalidad avanzada, todo eso podría hacerse. El
resultado sería un mayor consenso y un fortalecimiento del proyecto
socialista cubano. Pero sigue faltando algo.

¿Cómo unir a las vanguardias jóvenes que existen en cada universidad
del país? ¿Cómo llegar a los adolescentes cubanos que ya utilizan
códigos desconocidos para los decisores? ¿Cómo devolverle el impulso a
nuestras organizaciones juveniles con prontitud?

Para eso existe la herejía, no entendida como rebeldía sin causa, sino
como alternativa al dogma paralizante.

De alguna manera la música más escuchada, los programas televisivos
más populares y los proyectos más exitosos son aquellos que irrespetan
las reglas sociales. Esto no significa que el irrespeto sea la clave,
porque rebeldía vacía de contenido es igual de dañina. En cambio la
herejía bien encauzada y con objetivos dirigidos al bien común es un
arma poderosa.

Todo esto se complica más aún si tenemos en cuenta que existen
intereses foráneos buscando una rebelión enfocada a sus intereses, con
especial énfasis en los jóvenes. Esto condiciona mucho lo que podamos
hacer en este sentido, pero no lo vuelve imposible. En la construcción
de una utopía, la capacidad de alterar el orden de las cosas resulta
imprescindible. La posibilidad de seguir cambiando constantemente
significa la garantía de la continuidad. Ahí reside el valor de la
herejía.





Autor


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Biografía: Harold Cárdenas Lema


________________________________________________________________
De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

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