jueves, 31 de julio de 2014

EL MIEDO

-- EL MIEDO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Me ha llamado mucho la atención que Leonardo Padura haga presidir "El
Miedo" como factor infaltable y determinante en sus tres grandes
novelas. Un miedo del oprimido al poder que lo oprime y reprime;
miedo, en definitiva, a la represión. Ese miedo omnipresente es algo
que aplasta a los protagonistas principales, tanto en "La Novela de Mi
Vida", en "El Hombre que amaba a los Perros" y más recientemente en
"Herejes". El miedo condiciona el actuar de personajes positivos y
negativos; tanto Heredia como Del Monte, Trotsky como Mercader e Iván
su interlocutor cubano, al igual que los judíos de Los Países Bajos de
los 1600, el de Cracovia y sus descendientes en Cuba, todos son
víctimas del miedo, no se rebelan ni hacen nada por liberarse de ese
yugo y se mueven aguijoneados por este. Puede decirse que, en su obra
mayor, el gran escritor de Mantilla confiere al miedo un papel
relevante: el de conductor de la trama. Las motivaciones que ha tenido
para hacerlo, el porqué de estos mensajes suyos, se puede atribuir a
intenciones varias; admiradores y detractores brindarán sus pareceres
opuestos y no es objetivo de esta crónica dar mi opinión al respecto.
El miedo es una emoción primaria nacida de la aversión natural al
riesgo o la amenaza, tiene innumerables factores desencadenantes: la
oscuridad (provocó un temor atávico que se hace presente en el niño),
lo desconocido, lo diferente, el dolor físico, la muerte, las alturas,
el castigo proveniente de una poderosa entidad terrenal o divina y mil
causas más. Se manifiesta tanto en los animales como en el ser humano;
forma parte del sistema defensivo que nos protege y ha sido estudiado
desde ángulos disciplinarios muy diversos. Las distintas escuelas de
Sicología han elaborado sus tesis acerca del miedo y Freud enunció su
teoría, diferenciando el miedo real del miedo neurótico. Pero no se
asusten los lectores, tampoco voy a meterme en esas honduras que han
preocupado y ocupado a teólogos, sicólogos, filósofos y biólogos. Mi
intención es bien explícita al tratar sobre el miedo, desprovista de
todo subterfugio literario al estilo Padura. Sencillamente me voy a
referir al miedo, al miedo que siente un combatiente, ese que sentimos
todos y ante el cual puede primar el valor o la cobardía; porque,
repito, el miedo lo sentimos todos y el que niegue esta verdad, no es
más que un mentiroso. La diferencia estriba en cómo reaccionemos ante
este "estado anímico" que nos sobrecoge. Es bueno que la juventud de
hoy sepa que los héroes también sintieron miedo, no fueron
superhombres, ni semidioses, ni arquetipos inalcanzables; fueron
semejantes a cualquier joven actual, con iguales inquietudes, ansias
de vivir, de carne y huesos, no hombres de mármol y sus ejemplos
gloriosos son perfectamente alcanzables. Los historiadores cuentan que
a Maceo se le dilataban las aletas nasales y su voz se hacía casi
inaudible y ¿quién duda del valor de nuestro Titán de Bronce?...
La manifestación del miedo es tanto orgánica como síquica. Algunos
pierden el control de sus esfínteres, a otros los paraliza como le
sucedió a Ñico López en el asalto al cuartel de Bayamo, según nos
relató aquel héroe; igualmente, de acuerdo al testimonio de Carlos
("El Chino") Figueredo*, él tuvo que sacar de la parálisis a su primo,
Joe Westbrook, cuando se retiraban, tras el encuentro con un
patrullero, acción en que perdió la vida José Antonio. A mí, el miedo
me provocaba un temblor en manos y rodillas que, curiosamente, se
hacía más visible una vez pasado el momento de mayor tensión. En fin,
el miedo se manifiesta de muchas formas; sin embargo, en todas sus
variantes desde el ligero temor al más intenso terror, las
investigaciones científicas han demostrado que ese estado de ansiedad
eleva los niveles de adrenalina y otras sustancias que ingresan a la
sangre del sujeto sometido al experimento. Los que participamos en la
lucha, vivimos todo el tiempo bajo un miedo perenne; cada día podía
ser el último, cualquier hora la definitiva. No pocos de los
sobrevivientes padecieron secuelas tales como úlceras gástricas y
otros trastornos digestivos de origen nervioso. Mi entrañable
compañero Juan López, el primer exiliado menor de edad de aquella
gesta, me refería con jocosidad que el miedo se ponía a hacerle muecas
y él miraba para otro lado y no le hacía caso. La mayor prueba de
valor que dio aquella generación de combatientes, fue el sobreponerse
al miedo, esa emoción inherente a nuestra naturaleza que nos acompaña
para avisarnos del peligro. Los escritores, aunque sean brillantes o
geniales, podrán utilizar el miedo para adobar sus obras, para
cultivar un género literario o para filtrar algún mensaje subrepticio.
Yo he preferido tratar de su generalizada presencia, de sus efectos y
de la posibilidad de sobreponerse al mismo; es hora que devolvamos a
los héroes su verdadera dimensión humana y que todos, en la medida de
nuestras posibilidades, contribuyamos a desmitificar la historia.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde
cubanía. agosto 1º de 2014.
*Él tuvo que meter su dedo dentro del guardamonte del M1 de Joe y
presionar sobre el de su primo a quien la parálisis le impedía
disparar; solo cuando el arma comenzó a funcionar, reaccionó el
después mártir de Humboldt 7.

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

miércoles, 30 de julio de 2014

-LAS MEDALLAS

--LAS MEDALLAS*
Por Jorge C. Oliva Espinosa

1984. Otro choque entre "La Sierra y El llano".
Siempre que ha sido posible, he tratado de complacer a mi mujer,
dándole la razón y comportándome como ella espera. Sin embargo, en
este asunto de tramitar mi Medalla de la Clandestinidad, muy a mi
pesar, no pudo ser así. Forzándome, había reunido toda la
documentación exigida y acudido a la Casa del Combatiente de mi
Municipio. Viejos recuerdos y nuevos prejuicios se habían acumulado en
mi mente contra estas distinciones, con las que la Revolución
distinguía a los que por ella pelearon. Los recuerdos se remontaban a
mi infancia, cuando abuela me llevaba al Centro de Veteranos a cobrar
su pensión y una fila de viejitos, meciéndose en sillones idénticos,
se embutían unos a otros, magnificando sus hazañas libertadoras; los
prejuicios nacían de la extraña cantidad de combatientes clandestinos
que, por municipios, según el Periódico Granma, habían obtenido la
condecoración. Que si en la Habana Vieja, quinientos; que si en Playa
trescientos; que si fueron cuatrocientos los que, en el Cerro la
recibieron. Y señores, uno se preguntaba, ¿de dónde salieron tantos
combatientes? ¿Cómo fue posible que Batista durara siete años con
tanta gente peleando en su contra? La oreja peluda del oportunismo,
como una respuesta a tanto reclamante, se me hizo evidente cuando, en
secreto a voces, se decía que los honrados con la presea recibirían, a
la hora del retiro cercano, un sustancioso aumento en sus pensiones de
jubilados. Y aquí estoy, por complacer a Ana María, en espera de la
entrevista que, tras larga cola, me hará un oficial de nuestro
ejército, nombrado como Jefe Municipal de la Casa del Combatiente,
entidad responsabilizada con dichos trámites.
Primero ha sido, en la antesala, torturarme los oídos con tanta
historia de increíbles hazañas contadas por sus protagonistas. Aquí
todos fueron aguerridos luchadores, ajusticiaron esbirros y pusieron
bombas. Bombas... ni contando con las cien de la noche famosa,
organizada por el inolvidable Sergio, me cuadra la cifra aquí
reclamada como obra propia. La Habana hubiera sabido de un tiroteo
continuo de siete años de duración, de ser ciertos los tiros que,
todos estos dicen haber tirado. Con gran esfuerzo, me he mantenido
callado ante tanto palique de alarde en la espera. Así que, cuando
llega mi turno y me hacen pasar a una oficina pequeña y sin ventanas,
voy súper tenso y bien molesto.
Un mayor en traje de campaña me da cordial bienvenida y me convida a
tomar asiento frente al buró que ocupa. Es un hombre más o menos de mi
edad, fornido, más ancho que alto, con ese tinte en la piel y esas
facciones típicas del serrano oriental: medio indio, medio mulato, de
ojos achinados y pelo negrísimo. Recibe mi documentación, le echa un
vistazo y a modo de preámbulo, comienza:
Así que, Oliva Espinosa, Jorge... ¡mmmmmm! Y dice haber peleado... a
ver... desde el mismo 1952 hasta el 59, que se licenció.... Mire,
compañero Jorge, ¿está bien? Usted no ignora que, para recibir la
correspondiente medalla de COMBATIENTE, (ha remarcado
significativamente la palabra) es necesario haber combatido de verdad.
Porque hay que establecer la diferencia entre el verdadero combatiente
y el colaborador; muy meritorio por cierto, pero que en definitiva,
hizo sólo eso: colaborar de alguna forma. Para ellos existe otra
medalla. Porque combatir es haber participado en combates, como en el
monte. Aunque yo sé que en las ciudades, y eso es histórico, también
los hubo, pero muy contados... por ejemplo, el Moncada, lo de
Cienfuegos...
(No lo dejo terminar, ya sé por dónde viene éste y lo atajo con toda
la energía acumulada durante la espera):
¡Mire, no se moleste en explicarme! Ni comience ningún trámite. Yo,
lamentablemente, ni combatí en el Moncada, ni en Cienfuegos. Pero una
cosa sí quiero aclararle...
(Trata de interrumpirme, como excusándose, aunque muy torpemente):
Usted es el que no debe molestarse Jorge, yo solamente quería...
(Pero ya yo no lo dejo seguir. Este empachao pretende ignorarnos a los
que nos batimos en las aceras y el asfalto, sin tener una lomita
protectora. Ahora resulta, que los únicos que combatieron fueron ellos
y la pila de descarados que están allá afuera contándose mentiras. Con
ellos no me va a confundir, ¡no señor! Así que, le replico violento):
¡Déjeme aclararle! ¡Y que le quede bien claro, Compañero Mayor! Yo
sí que enfrenté hijos de puta, sí me batí con uniformados vistiendo yo
de civil. Y lo hice al pegao, como estamos usted y yo ahora, y no
desde una montaña a doscientos metros y con mirilla telescópica.
Ahora, si a usted le parece que eso son cosas de colaborador, ¡allá
usted!
¡Usted no puede hablarme así!...
El insulto contenido en mis palabras le ha llegado hondo. Tan hondo
como a mí sus intolerables suspicacias. Se levanta brusco de su
asiento. Pero, yo también me he levantado, por delgado, mucho más
ágil:
¡USTED ES EL QUE NO PUEDE EQUIVOCARSE ASÍ CONMIGO!
Rápido, recojo mis papeles que estaban sobre la mesa, y con ellos
hechos un amasijo en la mano, que se me crispa colérica, lo miro
rabioso, desafiante le doy la espalda y abandono el local. Bufando,
atravieso el portal lleno de "combatientes" aspirantes a la medalla,
me parecen la réplica falsificada de aquellos ancianos que vi, cuando
niño, en el Centro de Veteranos...
Mientras me alejo del, en otro tiempo exclusivo, Reparto Mulgoba, me
voy convencido que, por esta vez y en el asunto de las medallas, no
puedo complacer a Ana María. Estoy seguro que ella comprenderá.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy siempre, bastión de rebelde cubanía.
Julio 31 de 2014
*Para redactar este episodio, tomé un fragmento, fielmente
autobiográfico, de mi novela "EL TIEMPO QUE NOS TOCÓ VIVIR", Editorial
Plaza & Janés, Barcelona, 1998. En esa obra el protagonismo lo asume
Joaquín Ortega, el personaje que creé para contar mi vida y cuyas
iniciales hice coincidir con las mías. Ana María aparece como Sofía.





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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

martes, 29 de julio de 2014

MI NOMBRE DEFINITIVO

-- MI NOMBRE DEFINITIVO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Hasta que cumplí ocho años, no consté como nacido en esta tierra
bendita; no aparecía en el Registro Civil, ni tuve un nombre, un
nombre que pudiera reclamar como propio, que me identificara para
siempre. Sencillamente, no tenía nombre porque, de acuerdo a la ley,
yo no existía. Crecí oyendo cómo mi abuela, mi madre y mis tías me
llamaban por un cariñoso apelativo: "El Titi".
Mi madre había tenido la osadía de parirme siendo soltera en la Habana
de 1936, enfrentando todos los prejuicios de una sociedad hipócrita,
discriminadora de la mujer y asumió la tarea de criarme sin tener a su
lado "un hombre que la representara". Cuando le pregunté cómo debía
firmar, me respondió: Jorge Espinosa, Espinosa como yo, como tu
abuelo, el que nos dejó este apellido mambí. Fue así que en la escuela
de primeros grados, me llamaran "Espinosita", y a mis espaldas me
endilgaran un mote más agresivo que las espinas de mi apellido: "el de
las peleas, el que se faja todos los días". Entre tanto, mis tías
solteras habían hecho la promesa de bautizarme como Antonio, el santo
casamentero, y se empeñaban en decirme "Jorge Antonio". No fue hasta
1944, ya cumplidos mis ocho años, cuando el hombre que me engendró
decidió "reconocerme" como hijo suyo, desde entonces conté con una
inscripción de nacimiento, expedida por el secretario de un juzgado,
en que se hacía constar que yo había nacido en La Habana, el 2 de
noviembre de 1936 y que consignaba las generales de mis padres, uno de
estado civil casado, la otra soltera. Era la forma humillante que el
Estado cubano usaba para marcar a los nacidos fuera del matrimonio.
Aquel documento decía que yo me llamaba Jorge Carlos Oliva Espinosa
(el Carlos me lo añadieron por un tío de posición holgada que, a pesar
del homenaje, nunca nos ayudó). Sin embargo, atravesado como siempre,
mis exámenes de ingreso al Instituto de La Habana, comencé a firmarlos
como Rafael Oliva; Rafael, como mi abuelo, el que peleó por liberarnos
y de cuyo nombre, yo que ansiaba la libertad, me apropié; con ese
nombre participé y obtuve premio en un concurso literario convocado en
ocasión del Centenario de Martí. Como Rafael me conocieron en la
Universidad y en mis primeras actividades subversivas, al término de
la segunda enseñanza; aún conservo dos carnés del Instituto de la
Habana, del mismo curso y con igual fotografía: uno expedido a Jorge
C. Oliva, el otro a Rafael Oliva. Por otros nombres y apodos me
llamarían, cuando me vi precisado a recorrer la geografía cubana: en
varios lugares del interior me llamaron "El habanero" y en la Capital,
mis compañeros se referían a mí como "El Flaco". La madre de mi
primer hijo, nacido a fines de 1958, cuando me nombra, todavía dice
"Rafael" y los viejos comunistas, recién apoderados de las ORI, me
llamaron con displicencia "Olivita", perdonándome con el diminutivo
mis ignorancias y deficiencias ideológicas. En mi desempeño como
Profesor universitario, los "factores" con quienes choqué, se referían
a mí como "El Conflictivo". Sobre los años 80, el inolvidable "Papito"
Serguera me bautizó como Jorgecé (Jorge C.), los argumentos para
hacerlo son tema de otro artículo; cuando escribí la novela
autobiográfica "EL TIEMPO QUE NOS TOCÓ VIVIR", me adjudique el nombre
de Joaquín Ortega; por último, solamente dos personas me llaman
Oliverio: mi amigo, el Profesor de Hidráulica, José Bienvenido
Martínez y mi yerno, a quien considero un hijo más. Sin embargo, la
única vez que ingresé al vivac de "El Príncipe", lo hice con mi nombre
verdadero, el asentado en los registros legales: Jorge Oliva; así lo
consigna en su libro "CLANDESTINOS EN PRISIÓN"*, Manuel (Manolito)
Graña Eiriz, en las páginas 482 y 550; aunque, a menos que se trate de
otro Jorge Oliva, trastoca de mes la fecha de mi reclusión.

Desde Regla, ayer, "La Sierra Chiquita";
Ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía. Julio 30 de 2014
*Admirable obra de recopilación histórica, publicada por la Editorial
Ciencias Sociales, La Habana, 2008
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EL RÁFAGA

-- EL RÁFAGA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Los pómulos hundidos por el hambre, los ojos queriéndoseles salir de
las órbitas, la figura desaliñada, el hablar escandaloso y los
ademanes disparatados, integraban la imagen del orate que brindaba
Rafael Hernández Hernández, más conocido por "El Ráfaga". No estaba
loco, pero las acciones que realizaba, por su temeridad extrema,
merecían el calificativo de verdaderas locuras. El apodo se le quedó
por una simpática ocurrencia, un increíble chispazo de genialidad, de
los que afloran en los momentos más críticos y que se dan silvestres
en esta tierra de encanto, en esta Cuba donde el absurdo y la
heroicidad andan hermanados, como elementos de lo real maravilloso que
deslumbró a Carpentier.
Resulta que el Ráfaga protagonizó un inverosímil suceso: al ser
detenido, portaba una ametralladora nuevecita, en su embalaje original
y con el preservo de fábrica. Los sicarios se ensañaron con él, le
propinaron una descomunal paliza y ya casi inconsciente, comenzaron a
torturarle. Necesitaban saber de dónde había sacado aquella arma sin
estrenar; era fácil deducir que formara parte de un gran lote, de los
ya conocidos arsenales de la organización llamada "Triple A" y estaban
empeñados en ocupar ese alijo, tal como habían hecho con otros
anteriores. La infernal sesión se prolongó más allá de lo usual.
Hacían pausas y lo revivían para luego continuar. La pregunta, con
tono siniestro, era siempre la misma: "¿Quién te dio ese juguete?..."
Varias veces, nuestro protagonista dudó si revelar su fuente de
aprovisionamiento y así terminar aquella agonía; tenía claro, en medio
del dolor y de la sangre, que en cuanto hablase, todo acabaría y lo
matarían. Pero, en lugar de resignarse a morir, fue más valiente y
decidió vivir. Cada vez que le preguntaban ¿Quién te dio ese juguete?,
se burlaba de sus verdugos y repetía: "Me lo trajeron los reyes"... Su
respuesta, siempre la misma, enfurecía cada vez más a los torturadores
que, reaccionando como las bestias que eran, dejaban de torturarle
para castigar su osadía con patadas y puñetazos. De nada valía lo que
le hicieran, él repetía la misma respuesta y así, aferrado a su
infantil y fantástica versión, milagrosamente, logró sobrevivir toda
una semana; luego, otros objetivos, considerados más importantes,
desviaron la atención de sus captores que parecieron olvidarlo.
Formando parte de un gran lote de presos políticos, fue puesto a
disposición del Tribunal de Urgencias que, por falta de pruebas,
absolvió a la mayoría; entre ellos al Ráfaga. (Eso para que vean que
el burocratismo y su ineficiencia no son cosas exclusivas de estos
tiempos...)*
De esta forma, asombrosa, salvó la poca vida que le dejaron y con ella
maltrecha volvió a sus andadas, reincorporándose a nuestro grupo de El
Cotorro. Tuvo así, la oportunidad de continuar sus "locuras" en la
lucha y sobrevivió, milagrosamente, a ella. A los pocos años del
triunfo, a consecuencia de los numerosos traumatismos recibidos en el
cerebro, murió después de una larga agonía, en que fue perdiendo
facultades como la visión, la movilidad y el habla. No llegó a cumplir
los treinta años.

Desde Regla, como siempre, agosto 1º de 2014
*Celosos de ganar méritos ante el tirano, los distintos cuerpos
represivos no compartían sus informaciones. Era frecuente que un
revolucionario, fichado en uno de ellos, apareciera "limpio" en otros.

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lunes, 28 de julio de 2014

A CÉSAR... LO MERECIDO

-- A CÉSAR... LO MERECIDO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Un escritor escribe para ser leído, un pintor pinta para exponer sus
cuadros; ambos actúan bajo el impulso de una misma necesidad: la
creación. Pero cuando el escritor logra trasladar sus ideas a nuevas
generaciones e influye en ellas, o el pintor trasmite su fiebre
creadora a retoños prometedores, creando así una pléyade de futuros
pintores, entonces puede decirse que han ascendido un peldaño de la
gloria porque se han convertido en maestros: creadores de hombres. Ese
es el caso de César Leal y su obra admirable de artista del pincel y
educador.
En su vetusta casona de la calle Martí marcada con el número 221,
César aplica el mandato del gigante que da nombre a esa arteria
reglana. Él cumple con celo "el deber de contribuir a la educación de
otros". En su hogar, que es taller y es Escuela con mayúscula,
funciona un hervidero de cultura, pero sobre todo, de propagación de
cultura; de hurgar en la infancia en busca de manifestaciones
tempranas de una vocación por formar; en dirigir y encausar esa
vocación, pone con dedicación este artista del pueblo todo sus
esfuerzos. Puede sentirse orgulloso de sus alumnos, pero en lugar de
envanecerse por lo logrado, se da poseso de fiebre creadora a fungir
de curador, al montaje de las pinturas de los pequeños, a clavar las
puntillas necesarias para colgarlas, a redactar e imprimir el
catálogo, a preparar el bufet y a mil tareas más. A todo ello se
dedica con fervor martiano, sin respaldo de autoridad alguna, huérfano
de apoyo material.
La víspera del día consagrado a la "Rebeldía Nacional", el pasado 25
de julio, asistí a una digna conmemoración de esa fecha; fui testigo
de un acto rebelde, que no repara en la ausencia de recursos
materiales para acometer el empeño sagrado, ese encender flamas de
esperanzas en la cumbre, para llevar luz a los hombres. Como hicieron
un puñado de jóvenes hace sesenta y un años, al asaltar mal armados
una fortaleza militar, así, con sus escasos recursos abre César Leal
la exposición de sus alumnos. A pesar de los pesares, contando solo
con su propio esfuerzo y los de su esposa e hijo, a los que se ha
sumado la maestra Loida Martínez Díaz, César Leal inauguró la
exposición "POST MODERNISMO JOVEN EN REGLA" que permanecerá abierta
todo el verano. En ella podemos admirar la obra de 18 infantes y
adolescentes cuyas edades van de los 5 a los 20 años. Con ellos exhibe
también la maestra Loida Martínez Díaz uno de sus cuadros, Y a juicio
de este admirador de las artes plásticas, los más jóvenes creadores no
se quedan atrás con sus obras, sino todo lo contrario, nos sorprenden
con sus maestrías, como aventajados alumnos de sus formadores. Todos
nos brindan sus versiones creativas de obras del Arte Universal, todos
son alumnos de la Escuela de César Leal. ¡Al César lo que es del
César!

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Julio 29 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
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Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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sábado, 26 de julio de 2014

ENTREVISTA GRANMA A UN PAR DE FUNCIONARIOS

--ENTREVISTA GRANMA A UN PAR DE FUNCIONARIOS
Por Sempronio, el de Regla

El otro día publiqué la entrevista que hizo "Radio Bemba" al
inteligente burócrata responsable del apartheid impuesto en el
Aeropuerto José Martí. Imaginé la manera en que un personaje
imaginario argumentaría una medida absurda y creadora de malestar. Hoy
la realidad sobrepasa una vez más la ficción y transcribo la
entrevista REAL(1) que realizó el órgano oficial "Granma" a un par de
altos funcionarios. Las justificaciones que brindan ambos no tienen
desperdicio, ni admiten calificativos; se bastan por sí solas para
probar que en la mente de este par de... funcionarios es más
importante cumplir las normas establecidas que satisfacer las
necesidades de la población. Para ellos no importa crear molestias e
inconformidad, lo prioritario es cumplir las regulaciones y demás
disposiciones emanadas de la superioridad. ¡Huelgan comentarios!

Desde Regla, donde SIEMPRE ES 26, julio 26 de 2014, a 61 años de aquel
"asalto al cielo".
(1) En el adjunto va la entrevista con sombreado en amarillo para
resaltar aquellos párrafos que se contradicen y que repito no tienen
desperdicio. Como dice Taladrid, "saquen ustedes sus propias
conclusiones.

Nuevos espacios se abrirán para los acompañantes en la Terminal No. 3 del
Aeropuerto José Martí, tras limitar su entrada al interior

Autor: <http://www.granma.cu/archivo?a=764> Liset Fernández |
mailto:nacionales@granma.cu> nacionales@granma.cu
Autor: <http://www.granma.cu/archivo?a=766> Rosmery Iznaga |
mailto:nacionales@granma.cu> nacionales@granma.cu
Autor: <http://www.granma.cu/archivo?a=768> Claudia Esther Dupeyrón |
mailto:nacionales@granma.cu> nacionales@granma.cu
Autor: <http://www.granma.cu/archivo?a=770> José Raúl Concepción |
mailto:nacionales@granma.cu> nacionales@granma.cu

24 de julio de 2014 20:07:44

Desde el segundo semestre del 2013 se inició en la Terminal No. 3 del
Aeropuerto Inter-nacional José Martí, en La Habana, una reparación capital
para la cual fue necesario limitar el acceso de los acompañantes de
pasajeros a su interior por cuestiones de seguridad.
Entre los arreglos realizados destaca la reparación de los baños,
sustitución de toda la cubierta y colocación de falsos techos en el
interior, lo cual permitió mejor climatización. Además, se sustituyó y
modernizó el sistema de audio y las cabinas de inmigración, se am-plia-ron
las cabinas de check in y el portal de la planta baja, y fueron reubicadas
hacia un edificio socio-administrativo varias oficinas que se
encontraban en la terminal, lo que permitió ganar en espacio.
Pasados los ocho meses de la remodelación, aún los acompañantes no podían
pasar al interior de la terminal, lo que causó gran polémica y quejas de la
población sobre tal medida, conocidas por Granma a través de llamadas,
correos electrónicos y cartas a la redacción.
Según Ana Díaz Rodríguez, residente en Matanzas, "ahora no nos permiten
compartir con la familia los últimos instantes y las condiciones afuera no
son las mejores".
De igual forma, Yandy Abad opinó que "para despedirse no hay intimidad ni
comodidad, hay pocos asientos y cuando se acumula bastante gente hay que
estar de pie".
Estos comentarios encontraron eco en muchos acompañantes que se quejaban
de la falta de condiciones como cafeterías y asientos.
Por tal razón, un equipo de reporteros se reunió con Ramón Martínez,
presidente de la Corporación de Aviación Cubana, S.A. (CAC S.A.) y
Leovigildo Jones, coordinador general y vicedirector del Aeropuerto, para
constatar las reparaciones e inversiones realizadas en la Terminal, así
como indagar en el porqué de dicha decisión.
BRINDAR UN MEJOR SERVICIO
En los últimos años, Cuba ha tenido un crecimiento paulatino del tráfico
del turismo internacional, razón por la cual las capacidades iniciales de
diseño de la Terminal en el año 1998 se reducen en cuanto a los espacios
disponibles para los pasajeros, equipajes y tripulaciones.
La reparación capital realizada, aunque necesaria, no significó el aumento
de las áreas disponibles; según las normas recomendadas internacionalmente
para la zona de América Latina y el Caribe, el diseño óptimo contempla
espacios de entre 18 a 24 metros cuadrados por pasajeros.
En la construcción inicial de la Terminal No. 3, el índice de área
disponible fue de 20 m2, pero en la actualidad, por el incremento de
pasajeros, este se encontraba entre 8 y 10 metros, lo que indica que en las
horas de alta congestión la Terminal estaba casi al doble de su capacidad;
señalaron los directivos.
Según explicaron a Granma, los análisis realizados sobre el flujo de
personas en el interior de la Terminal demostraron que más de un tercio del
total de pasajeros se movían con personas acompañantes, lo que implica que
si por ella transitaban como promedio entre 7 mil y 8 mil pasajeros
diariamente, estaban en presencia de más de dos mil 500 acompañantes, los
cuales utilizaban los mismos servicios de los pasajeros provocando
congestión y sobrexplotación de los mismos.

http://www.granma.cu/file/img/2014/07/medium/f0015074.jpg
> Imagen del proyecto de bulevar en la Terminal 3. Foto: cortesía de los
> entrevistados
>
Ello, afirmaron, reducía la capacidad de la Terminal, mientras que los
volúmenes de personas entorpecían el desarrollo de procesos como el
chequeo de tráfico, control migra-torio, cambios de moneda, pago de
impuesto, etc.
Por esta razón, tomando como base la Regulación Aeronáutica Cubana
Número 9, en su Capítulo VI, Sección sexta, Artículos 37, 38 y 39 se
decidió
autorizar el acceso solo a pasajeros y tripulantes a todas las
instalaciones aeroportuarias del país que no cumplen hoy con las
normas recomendadas, creando facilidades adicionales en el exterior de
las áreas terminales para los acompañantes.
"Muchos países han optado por esta medida en algunos de sus aeropuertos,
por lo que Cuba no es la excepción, afirmó Leovigildo Jones, coordinador
general y vicedirector del Aeropuerto José Martí. Y aunque es cierto
que en muchos otros el aeropuerto es prácticamente un centro comercial
al que todo el
mundo accede, el tamaño del nuestro no permite dicha posibilidad".
"Esta medida no intenta excluir ni discriminar a la población, sino cumplir
> con las normas internacionales que exigen un espacio y una seguridad vital
por cada pasajero, añadió. Se trata de brindar un mejor servicio y atención
a aquellos que llegan o salen de Cuba, los cuales lo exigen y requieren
cuando pagan por un pasaje. No olvidemos que el Aeropuerto es la primera
impresión que muchos turistas tendrán del país".

NUEVOS ESPACIOS PARA LOS ACOMPAÑANTES
Aunque actualmente las condiciones en el exterior de la Terminal No. 3 no
son las mejores, muchas acciones se están realizando para cambiar el
panorama.
Los acompañantes que decidan ir a esta contarán para finales de año con un
bulevar que estará ubicado en el eje del parqueo, frente al edificio
Terminal. En esta instalación estarán las oficinas de los turoperadores,
transportistas, y otros servicios como Tropiflora y Cubacel. Además se
ubicarán las tiendas panamericanas, cafeterías y baños, aseguró el
presidente de la Corporación de Aviación Cubana S.A (CAC,S.A) Ramón
Martínez.
De igual manera, se garantizará la comunicación lineal con la Terminal,
llevando hacia allí el audio y las pantallas que informan las llegadas y
salidas de los vuelos.
"La realización de dicho proyecto se preveía a la par que las
reparaciones, pero la obtención de la licencia lo atrasó. No obstante,
su construcción iniciará próximamente", apuntó Martínez.
"Hoy se mantiene la comunicación con el parqueo a través de rampas. En el
exterior del Aeropuerto, en lo que se construye el bulevar, los
acompañantes cuentan con baños, una cafetería, un ranchón en moneda
nacional, la Casa de Cambio (CADECA), la pizarra de información al público
sobre los vuelos, las oficinas de Cubacar y Rent a car y un punto de
ETECSA.
Como acción inmediata se abrirá una escalera que comunique las dos plantas
y una cafetería en el nivel 2 "Salidas".
Con las nuevas reparaciones realizadas al interior de la Terminal y la
decisión tomada, se han mejorado los estándares de calidad y el nivel de
servicio, sin embargo, en los horarios críticos la Terminal aún es
insuficiente.
"El problema central es la capacidad, por tal razón para el año próximo se
iniciará una segunda etapa para la ampliación de la Terminal, obra que se
espera terminar en 2018 y que triplicará las capacidades de esta", declaró
Ramón Martínez.
Las inversiones en este sector, como en el resto de los relacionados con
la economía del país, transcurren por la necesidad de una adecuada
planificación en cuanto a proyectos, tiempo de ejecución y recursos. Aunque
hoy ese camino se ha recorrido en parte para la Terminal 3, la situación no
es la misma en otras del país en las cuales debe producirse un incremento
de su actividad, dadas las proyecciones de crecimiento del turismo en esos
territorios.
Brindar un buen servicio y crear condiciones para los clientes pasa también
por abrir la posibilidad de que cada quien se despida de sus seres queridos
en un ambiente adecuado. Tener en cuenta esos detalles forma parte
igualmente del pensar bien la estrategia de desarrollo que necesitamos.

Fragmento de la regulación aeronáutica cubana número 9
Artículo 37: La autoridad competente en la cooperación con los explotadores
de aeropuertos, asegura que las instalaciones y servicios en el edificio
terminal estén diseñados, administrados y organizados de modo que el
público no viajero no obstaculice el movimiento de los pasajeros que llegan y
salen.
Artículo 38: Se toman disposiciones a fin de contar con instalaciones para
los organizadores de viajes, todo comprendido en las zonas públicas o no
controladas de llegadas o salidas, o en ambas a la vez, como objeto de
reducir al mínimo la congestión en los edificios terminales.
Artículo 39: La autoridad competente, en consulta con los explotadores de
aeropuertos, aseguran que las instalaciones y servicios de venta al por
menor se encuentren situados convenientemente, pero sin impedir el
movimiento de los pasajeros.

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

jueves, 24 de julio de 2014

ALEGRÍA INMENSA

--ALEGRÍA INMENSA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Ayer, día 23 de julio, tuve una alegría inmensa. En la inauguración de
la expo personal del pintor y grabador Mario A. Cruz, bajando uno,
subiendo el otro las escaleras, en medio de un descanso, lo encontré.
Fernando no es un Director que se cierra en su despacho, está en
constante movimiento. Todo el cariño y la admiración que siento por
él, me brotó incontenible de lo más profundo del pecho, donde se
guardan los afectos imperecederos. Había transcurrido la friolera de
cuarenta y cuatro años desde aquella zafra memorable de 1970, donde
compartimos literas contiguas en el albergue cañero del Central
Guiteras. En todo ese tiempo, enfrascados en nuestros respectivos
quehaceres, no habíamos coincidido en tiempo y lugar. Y allí, en aquel
tramo de escaleras, fue como si retomáramos el diálogo interrumpido de
aquellas noches holguineras; intercambios desvelados de inquietudes,
donde se discutía de lo humano y de lo divino. Después de tanto
tiempo, las ideas que nos identificaron se mantienen intactas y a
pesar de que hemos envejecido, continuamos en la pelea con las mismas
convicciones hoy fortalecidas. Para este cubano, fue una alegría
inmensa fundirse en un fuerte abrazo fraternal con ese intelectual de
talla extra que es Fernando Martínez Heredia.

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
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Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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martes, 22 de julio de 2014

"EL OFICINISTA" (II)

--
Por Jorge C. Oliva Espinosa

A pesar de conocerlo del barrio, y quizás por eso, no pensamos nunca
en incorporarlo a nuestras actividades subversivas. Era algo mayor que
nosotros, casado, con un empleo y mostraba un evidente nerviosismo,
patente en tics tales como halarse continuamente el bigote o volver
convulsivamente la cabeza, martirizando sus vértebras cervicales. Era
un hombre pacífico y tranquilo, un humilde oficinista que consumía su
vida rutinariamente, del hogar al trabajo, del trabajo al hogar, sin
preocuparse por la situación que agobiaba al país y para colmo
extremadamente nervioso; uno más de los miles de indiferentes.
Por todo lo anterior, nos sorprendió con su ofrecimiento de colaborar.
Alguno de nosotros había cometido una indiscreción y "El Oficinista"
insistía que "conmigo pueden contar para lo que sea". Al principio
tratamos de disuadirlo, "nosotros no estábamos en nada", pero el
hombre volvía una y otra vez a ofrecerse "para lo que fuera". Quizás
esta persistencia suya, rayana en molesta impertinencia, fue el
desencadenante del siguiente suceso:
En un enfrentamiento no previsto con un patrullero, me había lesionado
seriamente un tobillo; era urgente encontrar un lugar donde dejarme,
al menos por algunas horas, hasta que pudiera ser trasladado al único
refugio con que contábamos, donde podría recibir atención médica. Pero
el lugar, por razones logísticas, nos era inaccesible, al menos en las
próximas veinticuatro horas. El tiempo pasaba y mis compañeros no
sabían qué hacer conmigo. La noche avanzaba y era necesario que nos
esfumáramos. Fue entonces que alguien, no puedo precisar quién, pensó
en aquel "Oficinista", ajeno a nuestras actividades, pero que,
insistentemente, se había ofrecido para "lo que fuera". No había otra
opción y hacía su casa me llevaron. Mientras el que fungía de chofer y
yo aguardábamos dentro del auto, otro del grupo, que conocía al
"Oficinista" y sabía de su insistencia en ayudarnos, tocó a su puerta
y le trasmitió nuestra solicitud de ayuda. La respuesta del demandado,
no pudo ser más degradante: ante la sola presencia del emisario, había
entrado en pánico, nos tachó de locos irresponsables que ponían en
peligro su hogar y el ya próximo parto de su mujer; y para añadir
insulto a su cobarde negativa, trató de darle a nuestro amigo un
billete de diez pesos para que nos largáramos bien lejos de allí. Por
supuesto, que recibió la respuesta adecuada: podía usar el dinero para
limpiarse, pues se había cagado...
La lucha continuó arreciando con su acción decantadora; algunos de mis
compañeros iniciales ascendieron al panteón de los mártires, otros se
vieron obligados a exiliarse, mientras que unos pocos persistimos en
lo que parecía un sueño de locos. Del "Oficinista" no volví a tener
noticia alguna, hasta la mañana posterior a mi casamiento en 1971
cuando, eufórico por encontrarme, me quiso dar noticias suyas. El
incidente, como lo he contado, casi frustra en sus primeras
veinticuatro horas este matrimonio mío que, como yo, ha logrado
sobrevivir a muchas, muchas circunstancias adversas...

Desde Regla, ayer, "La Sierra Chiquita";
Ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía. Julio 23 de 2014
*Reitero que, por no avergonzar a su descendencia, no menciono el
nombre y apellido del espontáneo "Oficinista".


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
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Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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lunes, 21 de julio de 2014

"EL OFICINISTA" * (I)

--"EL OFICINISTA" * (I)
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Terminaba el año 71 y decidimos constituirnos en matrimonio. ¡Qué
locura! Aquel año parecía tragarse en crisis la Revolución y
nosotros, dos productos diferentes de ella, parecíamos ignorarlo y
decidimos unirnos, formar una familia estable, construir un refugio
seguro donde nada era seguro. Para empezar, no contábamos con un
techo, un lugar donde situar el hogar que proyectábamos. Ella vivía en
un albergue colectivo para profesoras solteras; yo, en el edificio de
becas de la CUJAE. Así de sencillo, no poseíamos una casa, ni
siquiera un humilde cuarto donde ubicar aquel hogar utópico, un
espacio físico mínimo y necesario, en que pudiéramos hacer vida en
común. Sin embargo, persistimos en nuestro empeño, cumplimos los
trámites establecidos y fijamos una fecha para la boda. Como en los
bufetes colectivos había colas de espera, nos agenciamos un Notario
particular cuyos honorarios sufragamos con gusto. Claro que nos fue
asignado "el derecho" a comprar nuestro ajuar de bodas: un blúmer para
ella, una camisa para mí y en cuanto a la habilitación del nuevo
hogar, una olla, un sartén y una espumadera. Para brindar en la
ceremonia, pagué por una botella de ron el equivalente de mi salario
de una quincena. De novios contrayentes, nos vestimos los dos gracias
al préstamo de amigos; a mí, el traje que me brindó Guillermo
Gutiérrez me quedó por los tobillos; a ella, el vestido de novia de
"Timbilla", le vino a la medida. Teníamos asegurado el hotel donde
pasar nuestra luna de miel: "nos asignaron" tres días y dos noches en
"El Flamingo", con envidiable localización, a una cuadra de la Rampa,
pero sin comedor, ni una miserable cafetería dónde desayunar. Ese
detalle, la ausencia de un sitio donde comer algo, fue lo que originó
el episodio que narro:
A la mañana siguiente de la boda, urgidos por nuestros estómagos
vacíos, salimos hacia la Rampa y entramos a la cafetería "Karabalí".
No habíamos acabado de pedir el desayuno que allí ofertaban, cuando
sucedió algo que estuvo a punto de terminar nuestro flamante
matrimonio: a la mesa que ocupábamos se acercó un individuo cuarentón
que, eufórico, trataba de abrazarme, mientras me decía: "Soy militante
del Partido y mi hija Mayra es militante de la UJC". La recién
desposada contemplaba, atónita, la escena, sin comprender; estaba más
que sorprendida, horrorizada por mi reacción ante el efusivo saludo:
yo rechazaba con violencia el abrazo que pretendía darme el cariñoso
intruso y le advertía lleno de ira: "Pues yo no soy ni pionero, pero
si no desapareces de aquí, te arrepentirás de haberme encontrado".
Ante tal salvajismo de mi parte, ella pareció arrepentida de haberse
casado con un cromañón, una bestia capaz de responder con amenazas al
afecto. Solo entendió mi reacción, cuando le conté que aquel señor tan
amistoso, era el mismo "Oficinista" que años atrás, durante la lucha
contra la dictadura, después de ofrecerse reiteradamente para
colaborar "en lo que fuera", me había negado refugio en su hogar,
cuando yo era perseguido. La Mayra a que hacía referencia, era la
criatura por nacer, entonces en el vientre de su mujer, que aquel
cobarde esgrimió como pretexto para negarme amparo. Desde entonces,
aquella muchacha con la que me casé en 1971, ahora con una casa y una
familia lograda mediante nuestros esfuerzos, sigue envejeciendo a mi
lado, enfrentando juntos todas las dificultades encontradas a lo largo
de estos ya cuarenta y tres años...
Desde Regla, como siempre, julio 22 de 2014
*Por no avergonzar a su descendencia, no revelo su nombre y apellido.

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OTRO RECORD PARA CUBA

--MISCELANEA
Por Sempronio, el de Regla

El corresponsal de "Radio Bemba" en Regla acaba de entrevistar al
funcionario del aeropuerto José Martí que dispuso la prohibición de
entrar al mismo para todo ciudadano que no vaya a viajar. El
entrevistado, con gran amabilidad, recibió al periodista, le colmó de
atenciones, entre ellas permitirle el acceso a las instalaciones
vedadas y contestó gentilmente a sus preguntas.
Al indagar el porqué de tal prohibición, el funcionario fue prolijo y
adujo las siguientes razones:
"Primero: porque ello contribuye a un mayor control y seguridad del
aeropuerto contra acciones terroristas o de vandalismo por parte de la
población inculta, irresponsable y de comportamiento incivilizado, que
está demostrando una gran pérdida de valores."
"Segundo: Con esta inteligente medida se reducen los gastos de
limpieza, protección y mantenimiento de la instalación."
"Tercero: Se libra a los visitantes extranjeros de cualquier acoso por
parte de personas inescrupulosas, las que los esperan a su llegada
para importunarlos con ofertas clandestinas más baratas que las
estatales."
"Cuarto: La eliminación de estos personajes indeseables y su desleal
competencia, garantiza mayores recaudaciones para el Estado y la
elevación del gasto por turista..."
La enumeración de sabias razones fue interrumpida por el periodista
que se interesó por saber la paternidad de la idea, a lo que respondió
el funcionario con ejemplar modestia:
"Pues debo confesar que la idea no fue nuestra, aunque ya teníamos
concebido un plan algo parecido; es justo reconocer que todo el mérito
corresponde a los arquitectos que remodelaron los interiores del
aeropuerto. Ellos olvidaron destinar locales para salones de espera
y..." (1)
No queriendo abusar de la amabilidad del entrevistado y para no
robarle su precioso tiempo, el que pudiera emplear en elucubrar otras
brillantes ideas, el corresponsal de Radio Bemba, dio por terminada la
entrevista con la pregunta de cierre:
"¿No le preocupa que la medida implantada viole los derechos
ciudadanos, garantizados en la Constitución?"
RESPUESTA: "Eso no tiene importancia, ya nuestro jefe dijo que la
Constitución hay que cambiarla y no hay que hacer mucho caso con lo
que se escribió allí en 1976, de eso acá ha pasado mucho tiempo...
Horrorizado, nuestro reportero abandonó como un meteoro el aeropuerto
internacional José Martí, único en el mundo al que solo acceden las
personas que van a viajar. ¡Otro record para Cuba!

Desde Regla,
Tierra bendita de Yemayá, cuna bravía de los abacuá.
Reporta: Yo, Sempronio. Julio 21 de 2014
(1) Me imagino que a Mario Coyula le dará un infarto cuando lea esto.

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domingo, 20 de julio de 2014

MURALLAS Y FOSOS

MURALLAS Y FOSOS
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Una de las manifestaciones negativas del poder es el amurallamiento.
Los poderosos protegen con celo su hegemonía y para conservarla,
levantan barreras defensivas; estas cumplen su función, pero terminan
anulando la autoridad que se pretende ejercer sobre un sustrato social
que se siente segregado. La base sojuzgada no tarda en distinguir
distancias entre sus intereses y los del grupo sojuzgador y se
desentiende del mismo. A partir de ese momento, cada cual marcha por
su lado y el caos reina en la sociedad. Al pie de las murallas, se van
cavando fosos de incomprensión que llegan a ser abismos. La ruptura no
es abrupta, comenzó como un problema de comunicación entre dirigentes
y masa dirigida, y termina en una barrera infranqueable en ambos
sentidos. Cada medida gubernamental que afecta a la ciudadanía o le
disgusta, es una de las piedras con que se edifica la muralla; cada
desobediencia civil, una paletada que profundiza el foso de
separación.
Atentos a conservar el poder, el grupo directriz no toma en cuenta los
intereses de la mayoría, aquella que le asignó la tarea de
representarla. Los problemas que la aquejan, no puede conocerlos
porque no los comparte; los suyos son otros bien diferentes. Por eso,
como anarquista consecuente, pienso que, mientras deleguemos en
alguien el gobierno que debemos ejercer todos, estaremos viviendo en
la Era de las cavernas. Son demasiados los problemas a que deben
atender un gobierno, para que medite en los innumerables que confronta
la masa gobernada. Se da el caso de que aquel ministro que propuso la
elevación de la tarifa eléctrica, ignora el monto de su cuenta de
electricidad, porque otro funcionario se encarga de pagarla por él;
que el de Comercio Interior, desconozca que el aceite que se
distribuye a la población es rancio e insuficiente o que el picadillo
es una mezcla maloliente de soya y pellejos, porque en su casa no se
consumen esos productos; o que el de Transportes no sepa lo que es
esperar una guagua a las siete de la mañana. En los tres ejemplos,
desconocimiento implica distanciamiento.
Hace poco, unos científicos demostraron experimentalmente que si se
rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara,
pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos
de deterioro, y esto no parece importarle a nadie, entonces allí se
generará el delito. Si se cometen "pequeñas faltas" como escandalizar
en la vía pública, evadir el pago del transporte o no respetar las
leyes del tránsito y estas no son sancionadas, entonces comenzarán a
desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves. Hace
rato que vivimos en la práctica ese proceso destructor y estamos
cansados de comprobar que los subalternos ignoran las directrices
emanadas de sus superiores, mientras una gran mayoría asume la
ilegalidad como forma de sobrevivencia; una crisis de la autoridad
reina por doquier; funcionarios de cuarto rango transgreden
impunemente lo establecido y disposiciones, circulares acuerdos y
decretos violan nuestra Constitución. ¡Y no pasa nada! Es hora de
ponderar lo alto de las murallas y lo profundo de los fosos; derribar
aquellas y cegar estos se hace impostergable. La Patria reclama que se
retome la comunicación de antes, la que nos enorgullecía. ¡Será bien
para todos!

Desde Regla, como siempre, Julio 21 de 2014

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sábado, 19 de julio de 2014

-- AVISO IMPORTANTE

El próximo 23 de julio en el Centro "Juan Marinello", a las 9:30 de la
mañana quedará inaugurada la expo personal del pintor cienfueguero
Mario A. Cruz Moscoso, titulada "CUENTOS CORTOS".
Este artista de la plástica ha ilustrado algunos de mis minicuentos en
varios de sus cuadros, concretando en imágenes y color lo que quise
expresar en ellos. Hago público mi agradecimiento a Mario por ello e
invito a todos mis amigos a visitar esta muestra de su genio creador.
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jueves, 17 de julio de 2014

DE EQUIVOCACIÓN EN EQUIVOCACIÓN

--DE EQUIVOCACIÓN EN EQUIVOCACIÓN
Por Sempronio, el de Regla

Las equivocaciones son como las piedras, cuanto de más arriba caen,
tanto más peligrosas son; en ocasiones, es tal su frecuencia que
semejan un aguacero, más bien una avalancha, un bombardeo de piedras
del que es imposible guarecerse; vienen una tras otra, golpeándonos
sin piedad. Es natural entonces, que aplastados por errores ajenos no
nos percatemos de nuestras propias equivocaciones. ¡Y hay que ser
justos, señores! Antes de criticar yerros de otros, debemos comenzar
por admitir: "Yo me equivoqué". Respetar el orden de las
conjugaciones, comenzar por la primera persona del singular, para
llegar finalmente al "Ellos se equivocaron". Solamente así nos
libraremos de que nos tachen de injustos, de "ver la paja en el ojo
ajeno..."
Siguiendo las normas anteriores, hoy quiero declararme culpable de dos
errores, uno tras otro y relacionados entre sí. En ambos casos fui
injusto y quiero rectificarlos. El primero lo cometí cuando acusé a
nuestra Asamblea Nacional de no promover iniciativa de Ley alguna.
Tuve que leerme el artículo de Roberto G. Peralo "La Omisión de la
Asamblea", para darme cuenta de lo injusto que fui. No es que nuestros
diputados carezcan de iniciativas, es que el procedimiento a que están
sujetos se lo impide. Veamos: uno de nuestros legisladores hace una
proposición, inmediatamente se le pregunta al Jefe del organismo que
corresponda (que, aparte de pertenecer al Ejecutivo, también está allí
como diputado) si es admisible o no; si recibe el visto bueno de éste,
se pasa a votación y solamente se promoverá la iniciativa si ésta es
aprobada por el voto mayoritario del órgano legislativo. En su
artículo, Peralo denuncia la aplicación selectiva de este
procedimiento y la forma en que una proposición ni siquiera fue tomada
en cuenta. ¡Muy bien por el compañero de Matanzas! Le agradezco
sacarme de mi equivocación. Pero, una vez convencido de mi injusta
apreciación, voy a escarbar un poquito en cuanto a teoría del Estado
se refiere. Pienso en Montesquieu y la separación de los tres poderes,
en lo pertinente que sería aplicar aquí sus ideas. Hacer que los
legisladores sean solo eso: legisladores; los ejecutivos, ejecutivos y
los jueces, jueces; que todos trabajaran con plena independencia. ¡Y
ahí es donde caigo en la segunda equivocación! La aplicación de la
teoría separadora de poderes, en Cuba es inaplicable y conduciría a
nuevos errores, más graves y numerosos que los actuales. En lugar del
equilibrio entre el Ejecutivo, Legislativo y Judicial, lo que traería
aparejado sería una proliferación de funcionarios, todos sujetos a lo
dispuesto en el Artículo 5 de nuestra Constitución y por tanto
coincidentes e incapaces de equilibrarse unos a otros; una verdadera
plaga cuyo mantenimiento sería imposible de sufragar por el
empobrecido Estado cubano. Un aparato ya costoso, cuyas arcas están
tan exhaustas que requieren de todos los esfuerzos de la Aduana y de
las TRD para dotarlas de algún menudillo...

Desde Regla,
Tierra bendita de Yemayá, cuna bravía de los abacuá.
Julio 18 de 2014

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LA SENCILLEZ Y LESTER

LA SENCILLEZ Y LESTER
Por Jorge C. Oliva Espinosa

En mi ya larga vida he tenido la suerte de conocer y tratar a muchos
revolucionarios verdaderos. Además de otras virtudes, en todos
encontré un atributo común: eran hombres sencillos, de una modestia a
flor de piel, ajenos a cualquier ostentación o engreimiento,
sensibles, naturales y espontáneos. Uno de los que, a mi juicio, fue
reservorio de dichas cualidades, exponente máximo de ellas y ejemplo
en su actuar cotidiano, se llamó Lester Rodríguez. Tuve el privilegio
de que fuera mi jefe inmediato, durante un breve pero inolvidable
tiempo; el suficiente para identificarnos, conocernos y cimentar un
recíproco afecto.
A raíz de la intervención y luego nacionalización de la "Antillian
Steel Co.", (Antillana de Acero) se produjeron en el Departamento de
Industrialización del INRA, que asumió funciones de un gran monopolio,
cambios vertiginosos que se sucedían unos a otros, sin tiempo para que
el anterior se asentara y decantase. El mismo Departamento se
convirtió en Ministerio, padre de otros cuatro. Al compás de la pasión
organizativa del Che, se creaban los "Consolidados", luego "Las
Empresas Consolidadas" y un poco después, estas se dividían o
multiplicaban. Como interventores o Directores de Antillana, ya nave
insignia del Consolidado de la Metalurgia Ferrosa, pasaron personajes
tan disímiles como el expedicionario del Granma Calixto Morales, el
Empresario privado Segismundo Pons, el comunista Osvaldo Fernández, el
ex jefe de la Marina Juan M. Castiñeiras y el funcionario Andrés
Yebra. Como yo me desempeñaba desde el principio como Jefe de
Despacho, me tocó trabajar con casi todos ellos y en uno de esos
cambios, inesperados y abruptos, llegó Lester. Venía precedido de su
historia: había participado en lo del Moncada, tomando el Palacio de
Justicia, fue de los pocos que no fueron ni capturados ni asesinados y
emigró. En Miami, tuvo la representación del M-26-7 en el pacto que se
firmó en dicha ciudad y recibió la tremenda desautorización del máximo
jefe. No se arredró por ello, regresó a Cuba para incorporarse al
Ejército Rebelde y terminó la guerra con el grado de capitán. Con esa
aureola de gloria, llegó Lester por muy corto tiempo, (se preparaba la
constitución de CESETA, un nuevo organismo que él dirigiría) y su
estadía fue provisional, sin embargo, fue el jefe con quien más
intimé. Su natural forma de ser, su inmediatez, su llaneza, me ganaron
de inmediato. Alguna vez, le recordé que yo lo conocía de "antes";
cuando un 10 de enero de 1953, los estudiantes universitarios,
inauguramos un monumento a Mella al pie de la Colina y él había
fungido de albañil en la construcción del obelisco. Con Lester me
tocaría compartir otro episodio más de mi vida y fue, cuando en 1975
me dediqué a filmar cortos didácticos para ilustrar mis clases de
ingeniería. Había llegado yo al complejo industrial de Santa Clara con
una carta de Pedro Miret que me autorizaba a filmar, pero la
burocracia de siempre me imponía hacer antesala. En eso, del despacho
del Director salió Lester y, al verme ataviado con toda la
parafernalia de un cineasta, me preguntó, riendo: "¿Flaco, te volviste
maricón y te metiste en el ICAIC?" Cuando le aclaré mi situación, echó
su brazo sobre mis hombros y siguió el diálogo, alegre del encuentro.
Ya me disponía yo a relatarle mis proyectos fílmicos cuando, de la
misma oficina, emergió la figura de su segundo, un ser que no quiero
designar con ningún nombre, un pobre diablo cuyo único mérito era ser
hijo de un mártir y que, sorprendido por la intimidad que me prodigaba
su jefe, me dedicó un saludo efusivo. Al ver que yo le respondía con
extremadas frialdad y displicencia, Lester, sin quitar su brazo sobre
mí, me musitó cómplice: "¿Flaco, qué mariconada te hizo éste?"... Él
me conocía bien y sabía de mis anteriores nexos con su subalterno:
aquel individuo, había sido nuestro compañero en el Departamento de
Tecnología de la Escuela de Ingeniería Mecánica, de donde lo
promovieron a un cargo empresarial, de cierto poder; convertido ya en
alto funcionario, al encontrarme un día en el Parque Lenin, después de
saludarme con altivez y comprobar que yo no contaba con transporte,
arrancó su auto asignado, dejándome allí con mis dos pequeños hijos,
sin siquiera ofrecerse para sacarnos del lugar. Así se lo conté a
Lester, como explicación a mi comportamiento y él se reía por aquel
pase de cuentas muy a mi estilo.
Desde Regla, como siempre, julio 18 de
2014______________________________________________________________
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debo.

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miércoles, 16 de julio de 2014

¡POR AQUÍ!...

-- ¡POR AQUÍ!...
Por Jorge C. Oliva Espinosa

La huelga de abril, además de fracasar, tuvo un alto costo: el
movimiento en las ciudades quedó descabezado, pues los principales
jefes cayeron en la acción o fueron cazados y asesinados sin piedad
durante los días posteriores. Como remate, poco tiempo después se nos
ordenó que todo nuestro pobre armamento fuera enviado a la Sierra. El
cumplimiento de aquella orden nos dejó tan indefensos, que la posesión
de un simple revólver se convirtió en motivo de celo y envidia entre
los que habíamos logrado sobrevivir; aquel compañero que conservara un
arma, la ocultaba y negaba su posesión hasta a sus más íntimos
colegas. En el Cotorro, donde me encontraba temporalmente refugiado,
además de los uniformados, solo exhibían armas los personajes
identificados con la dictadura: el Alcalde, algún que otro matón y el
"garrotero" más famoso del pueblo, el que se jactaba de la protección
recibida. Este personaje tenía el poder del dinero y el que le
otorgaba la cúpula gobernante y, engreído, se pavoneaba por el pueblo,
haciendo ostentación de ambos poderes. Todo en él denotaba alarde: el
automóvil que conducía, sus inmaculados trajes blancos, el enorme
sortijón, las prendas, todas de oro, que adornaban su cuello y muñecas
y bien visible, artillando su cintura, un revólver con cachas de
nácar. Ya lo habíamos analizado como posible objetivo de requisa
revolucionaria y manteníamos sobre él una vigilancia discreta pero
cercana y constante. Donde quiera que el tipo fuera, uno de nosotros
le seguía como sombra; esperábamos el momento propicio para hacernos
del arma de la que alardeaba. Esta actividad permitió que fuéramos
testigos del hecho que voy a narrar:
Goyito, que así vamos a llamarle, detuvo su flamante convertible en
las llamadas "Cuatro esquinas" del Pueblo. Había detectado a uno de
sus deudores morosos, bebiendo en el bar "Las Avenidas" y después de
mal parquear el carro, entró como tromba al establecimiento e increpó
al individuo:
_Así que para pagarme no tienes, pero para beberte mi plata sí...
El aludido, con la resignación propia de un desahuciado, ni se inmutó,
lo que hizo que el garrotero se irritara más y elevara el tono, ya
amenazante:
_¡A mí no me jode nadie! _Vociferó, a la vez que desabotonaba el saco
y echaba mano a su revólver. Pero el amenazado había cruzado las
fronteras de todo miedo, tal debía ser su estado de desesperación,
porque agarrándose en puño la entrepierna, le gritó:
_¡Me vas a tirar por AQUÍ!
Sonó un disparo, el desorden y la alarma se hicieron dueños del lugar,
parroquianos y transeúntes corrían despavoridos, mientras un hombre se
desplomaba para retorcerse en el piso ensangrentado. El compañero
nuestro que seguía los pasos del garrotero, aprovechó la confusión
para desarmarlo; este entregó el arma sin ofrecer resistencia, quizás
creyó que algún amigo lo sacaba así del trance. Aquel hecho, como era
de esperarse, quedó impune, pero el movimiento logró un "yerro" para
su desnutrido arsenal. A Goyito le tocaría su turno de responder ante
la justicia, cuando sus protectores se dieran a la fuga, al amanecer
de un enero ya próximo; pero su víctima, pretendió cobrarle a la
Revolución su "sacrificio".

Desde Regla, como siempre, julio 17 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

martes, 15 de julio de 2014

MI JUVENTUD

-- MI JUVENTUD
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Mi juventud se me esfumó en los vértigos de la insurrección; entre
acciones irracionales y temores constantes, la situación normal bajo
una dictadura. Ese fue el sistema, bajo el cual me fui transformando
de adolescente en joven y quizás de joven en adulto.
Mis primeras reacciones frente al régimen aquel, aconsejaban que me
asilara; mi casa había sido asaltada, mis familiares vejados y sobre
mi persona se profirieron siniestras amenazas. Ya habían optado por el
asilo mis amigos más cercanos, pero yo, de empecinado, no quise seguir
sus ejemplos y preferí un peregrinar constante por toda la geografía
cubana. Es decir, en lugar de exiliarme, me in-xilié. Así me vio
llegar Santa Clara, donde repetí mis yerros, al menospreciar los
riesgos y las consecuencias de mis actos. No escarmentaba y esto me
hizo abandonar la Villa de Marta Abreu con pies presurosos. De allí,
por tratar de alcanzar la sierra, desconocedor de la geografía, fui a
dar a Palma Soriano y más tarde al Cotorro, pueblecito periférico de
la Habana, donde insistí en mis propósitos suicidas. Como miembro del
Movimiento 26 de Julio, al amanecer de aquel primero de enero, me tocó
tomar el cuartel de ese pueblo. Lo hicimos casi sin armas, fue una
osadía más, propia de la juventud.
Después, todo fue luz de vértigo en aquella clarinada con que despertó
un amanecer de júbilo y gloria. Fuimos muchos los ingenuos que
pensamos que todo había concluido, cuando una voz se alzó sobre el
vocerío para alertarnos que, por el contrario, todo comenzaba. Fue
como despertar de la dulce embriaguez de la victoria: todo estaba por
hacer y no se podía perder tiempo. En lo adelante todo sería más
difícil, comenzando por la identificación del enemigo. En esa lucha,
cuesta arriba, nos alistamos, dispuestos a entregar energías y
juventud. Las tareas impostergables parecían surgir cada día de la
nada, reclamando nuestros esfuerzos. Ante la polarización de la
sociedad, donde los ayer hermanos devenían enemigos, la batalla
ideológica se imponía, era necesario esclarecer a muchos y a nosotros
mismos. A la vez, había que destruir viejos aparatos y estructuras e
ir creando sus sustitutos. El Imperio, mostró desde temprano su
hostilidad y fue necesario enfrentar sus ataques con audacia e
inteligencia. Era indispensable prepararse militarmente, porque la
agresión era inminente y nos entrenamos para derrotarlos. A la vez,
ciertos aliados recientes, que no habían contribuido a la victoria,
por aportar ahora su experiencia política y bagaje ideológico, nos
trataban con recelo, mientras conspiraban contra nosotros. La Creación
de los Comités de Vigilancia, devenidos luego CDR, de las Milicias,
las Escuelas Básicas de Instrucción Revolucionaria (EBIR), el Canje de
la moneda, las ORI, las primeras expropiaciones e intervenciones, el
Departamento de Industrialización del INRA, las guardias y los
trabajos voluntarios, los primeros "Consolidados" y "Empresas
Consolidadas", Playa Girón y la lucha contra bandidos. A todo ese
cúmulo de actividades, como a un meteoro, tuvo que atender mi
juventud, cuando un día me vi con veintiséis años en un rincón remoto
del Cáucaso armenio y soviétofobo, a solo 30 kilómetros de la frontera
turca y de una base de la OTAN. Hoy miro hacia aquellos años con
gratitud, estimo que ellos me maduraron. Guardo recuerdos impactantes,
páginas vividas antes y después de 1959, iré dando testimonio antes
que se difuminen en la memoria.

Desde Regla, como siempre, julio 16 de 2014

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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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TODO CAMBIA

-- TODO CAMBIA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Desde que Heráclito juzgó a la naturaleza en cambio constante, pues
ni el río era el mismo, ni era la misma persona la que volvía a entrar
en sus aguas, muchos líquidos han corrido, desbordado cauces y mucha
gente se ha bañado en ellos... Que el mundo que nos rodea (y nosotros
mismos como parte de él) está en permanente transformación, nos lo
prueba la vida misma. Sin embargo, a través de los siglos, algunos han
persistido en no aceptar que todo cambia y le otorgan al hombre
características inmutables, virtudes y defectos que mantendrá durante
toda su vida. "X" una vez fue bueno y ya lo califican como tal;
mientras que "Y" hizo maldades y fue intrínsecamente malo. Estas
calificaciones se vuelven absolutas, cuando los personajes juzgados se
sumergen en el río de la historia.
La anterior parrafada, muestra de mi pedantería, la justifico porque
hay quienes opinan que los héroes fueron íntegramente buenos, sin un
solo defecto que opacara sus glorias; cien por ciento grandes, sin una
pizca de pequeñez. ¡Y señores, eso no es así! Los hombres, luces y
sombras, van cambiando durante toda su existencia y no todos mantienen
los principios y comportamientos por los cuales merecieron
reconocimiento o condena; en determinados momentos prevalecerán las
luces, en otros las sombras. Las circunstancias que envuelven los
actos y los actores mismos, sufren cambios, cambios que pueden influir
y modificar las conductas a través del tiempo; Por si Heráclito les
parece demasiado lejano, les voy a poner un ejemplo contemporáneo; el
testimonio lo brindó Haydée Santamaría, la heroína del Moncada, quien
desde su lugar de combate, en el Hospital Saturnino Lora, al ver caer
en medio de la calle a un oficial batistiano, recabó la ayuda de un
médico para rescatar al herido. El galeno se negó, horrorizado ante el
pedido que consideró inútil y suicida. Haydee acudió a un segundo
médico y entre este y ella lograron llegar hasta el que se quejaba
lastimosamente y sacarlo de debajo de las balas que se cruzaban desde
ambas aceras. Meses después, durante el juicio por estos sucesos, el
doctor que había mostrado su cobardía, al negarse a prestar su auxilio
al herido, desmintió las calumnias oficiales y testificó sobre la
forma humanitaria en que los atacantes actuaron, reconociendo con
valentía su negativa de entonces. Por el contrario, el que había
compartido la heroicidad de Haydée, se prestó a corroborar las
falacias emitidas por la dictadura. Me gustaría saber cómo juzgarían a
cada uno de los dos doctores, aquellos que piensan que el hombre es
inmutable y que un solo hecho basta para calificarlo para siempre...

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Julio 16 de 2014

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lunes, 14 de julio de 2014

PULMÓN Y SU ZAPATO

-- PULMÓN Y SU ZAPATO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Se había abierto la convocatoria para cubrir plazas en la gran fábrica
de cabillas, que la "Antillian Steel Company" se aprestaba a concluir
en el Cotorro. Los requisitos exigidos eran muchos, entre ellos tener
peso y estatura no inferiores que las fijadas como "aceptables" y
Carlos no pesaba lo suficiente. Esto no arredró a nuestro compañero,
un cubano típico, temerario y dicharachero, muy popular entre los
jóvenes del pueblo. El día que se presentó como aspirante, proclamó
que él entraría a trabajar allí "de a pulmón". Para cumplir la
exigencia del peso, nuestro amigo se vistió con ropas extras, puestas
unas sobre las otras y rellenó los bolsillos con cuanto objeto pesado
contribuyera a elevar su peso corporal. Frente a la vieja fabriquita
"Cabillas Cubanas", antecesora de la que se inauguraría, estaba el
quiosco de Nardo, expendio de batidos y fiambres en el cual muchas
veces recalábamos para entretener nuestros estómagos. Momentos antes
de entrar a la entrevista donde lo pesarían, vimos a Carlos engullir
diez masarreales y tomarse tres vasos de agua, porque él iba a ser
admitido "de a Pulmón". Efectivamente, lo logró y también se ganó el
apodo por el que lo conocerían todos: "Pulmón".
Aquella "hazaña" gastronómica y el artilugio al que acudió para
satisfacer su deseo de trabajar en la nueva fábrica, necesidad
generalizada entre la juventud, no serían las últimas. "Pulmón", como
miembro del Movimiento 26 de Julio, protagonizaría otras mayores,
participaría en acciones más heroicas y prolongaría sus servicios a la
Patria hasta después del triunfo revolucionario. Fue así que, el 9 de
abril de 1958, integrara el grupo que cerraría la Carretera Central
rumbo a la Habana. Esta parte de la acción, la dirigió directamente el
jefe de acción del M 26 7, Guido Pérez, acompañado de un reducido
número de compañeros, los que cabían en un pequeño auto marca Hillman.
A la altura del servicentro "Palace", atravesaron el carro en medio de
la carretera, cerrando la circulación de vehículos en ambas
direcciones. El plan consistía en rechazar cualquier movimiento de
soldados; el vehículo les serviría de parapeto y colocados del lado
contrario a la irrupción del enemigo, lo rechazarían con el fuego de
sus armas cortas. Como el parque con que contaban no era abundante, se
previó que la retirada no tardaría en producirse, pero antes
incendiarían la estación gasolinera, abriendo sus bombas
suministradoras y vertiendo el combustible para inflamarlo todo antes
de retirarse. El incendio que provocarían, haría imposible el paso por
allí.
Al poco rato de situados en la posición acordada, nuestros compañeros
vieron aproximarse un jeep militar; era presa fácil y Guido ordenó
abrirle fuego. Pero el jeep era solo la vanguardia de una caravana de
camiones cargados de guardias y se entabló un combate desigual, muy
desfavorable para los revolucionarios; la mayoría de ellos murió
combatiendo o fueron capturados al agotárseles el parque, como fue el
caso del bravo Jefe del 26 en el Cotorro, cuyo cadáver masacrado
apareció días después en un tramo desierto de la carretera llamada
"Monumental", que une la Vía Blanca con la Central.
Los detalles de este episodio, los conocimos años más tarde por boca
del único sobreviviente de aquel grupo: "Pulmón" que, con un solo
zapato logró llegar a la Capital y asilarse en una Embajada. El otro
zapato quedó para siempre, en medio de la Carretera Central, allá por
el kilómetro 17, frente al garaje "Palace".
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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
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Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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ACERCA DE MI ARTÍCULO DE AYER

-- ACERCA DE MI ARTÍCULO DE AYER Y DE LOS HÉROES VERDADEROS

Recibí una crítica de alguien que me reprocha divulgar el pasado
sórdido de un héroe. Tiene todo el derecho ese alguien a pensar como
lo hace, pero no comparto su idealización de los héroes; ellos fueron
hombres de carne y huesos, tuvieron sus defectos y sus virtudes.
Mostrarlos como fueron no los afea ni los empequeñece; fueron grandes
y parte de esa grandeza la demostraron al sobreponerse a sus ruindades
y deficiencias, las que todos tenemos en mayor o menor medida. Peor y
mil veces más lamentable es el caso de quien fue en un momento héroe y
luego manchó su gloria con un comportamiento detestable.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Julio 15 de 2014

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domingo, 13 de julio de 2014

AL FIN Y AL CABO.

--AL FIN Y AL CABO...
Por Jorge C. Oliva Espinosa

"... Si alguien roba comida y después da la vida, ¿Qué hacer? ¿Hasta
dónde debemos practicar las verdades?..." Silvio Rodríguez
"La Revolución se hace con pecadores." Lenin

El apodo por el que todos le conocíamos, daba referencias muy claras
de su proceder: "Pillería". De este sujeto no se podía esperar otra
cosa que marañas y artilugios de los que se valía para vivir; su alias
debía servir de advertencia, pero los incautos de siempre, caían en
sus trampas. Era un artista del timo y como buen estafador, simpático,
ocurrente y palabrero. La colaboración de este sujeto con el
Movimiento, fue aceptada con reservas y enorme desconfianza. Las
tareas que cumplía eran vigiladas y controladas celosamente por el
jefe de acción y se le mantenía bien compartimentado respecto a otras
actividades. Es cierto que siempre se le asignaban roles bien
secundarios pero, en nuestra célula, se comportó de forma
irreprochable y todos esperábamos, ilusionados, que las aguas de la
Revolución lo redimieran como las de un Jordán purificador; mientras
tanto, "Pillería" constituía una pincelada de folclore pueblerino,
representaba la picaresca criolla que todos sentíamos cercana y por la
que sentíamos simpatía.
Comenzaba abril del 58 y la esperada orden de huelga general podía
recibirse en cualquier momento. Se imponía la tarea de obtener armas
con las que apoyar el paro y hacia ese objetivo se dirigieron todos
nuestros esfuerzos. Fue cuando "Pillería" propuso una solución:
Conocía a un viejo ex oficial de la Marina, aficionado a la caza, que
poseía una colección de escopetas; "Pillería" gozaba de su confianza,
porque le había servido de jardinero y garantizaba el fácil acceso a
la vivienda. La situación de ésta, en un lugar apartado y tranquilo,
aseguraba el éxito de la operación. Todo resultaba fácil y sólo la
obtención de un vehículo dilataba el momento de ejecutarla. En esa
doble espera estábamos, la de la huelga y la aparición del carro
necesario para obtener armas con que apoyarla, cuando recibimos una
citación urgente: Todos, sin excepción, debíamos reunirnos en casa de
nuestro Jefe para conocer y discutir un asunto de vital importancia.
El reunirnos todos y el lugar señalado para la reunión eran inusuales
y solo la urgencia del asunto podía justificar una medida tan
imprudente. Así, llenos de prevenciones, concurrimos a la cita. En
ella resaltó la ausencia de "Pillería", y nos impactó conocer por boca
de nuestro Jefe, su decisión de excluirlo de la citación. Pasmados,
nos enteramos que "Pillería" le había propuesto, aprovechar la acción
para apoderarse de un dinero que el viejo marino guardaba en un lugar
que él conocía. La pureza de nuestra causa, no era compatible con
ningún acto delictivo y en consecuencia, en nombre del Movimiento,
"Pillería" debía ser condenado a muerte. La sentencia se cumpliría por
nuestro jefe, en el mismo momento de la acción. Aplastados por la
información recibida, todos nos retiramos de aquella reunión, en
espera de los acontecimientos. Si conseguíamos el automóvil requerido,
la ejecución de "Pillería" se llevaría a cabo cuando realizáramos la
confiscación de las armas. Pero llegó primero la orden de "HUELGA
GENERAL" y fuimos a apoyarla casi desarmados. Nuestro jefe se llevó
con él a "Pillería" al lugar más arriesgado, la entrada del Cotorro, a
la altura del garaje "Pálace," (donde "Pulmón (1), otro de nosotros,
dejó su histórico zapato) y allí, enfrentando las fuerzas de la
tiranía, cayó como un héroe. Había encontrado al fin el Jordán en que
purificarse; su verdadero nombre hoy tiene un lugar en el panteón
sagrado de la Patria, la muerte lavó sus culpas y yo, para respetar su
memoria, oculto su identidad de redimido delincuente.

Desde Regla, como siempre, julio 14 de 2014
(1) Carlos Domingo Hernández del Castillo. Muchos compañeros han
creído que el zapato que mantengo clavado en la pared de mi
biblioteca, era aquel suyo; yo los he sacado del error, porque no es
cierto.

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jueves, 10 de julio de 2014

EL TESTIMONIO DE UN HÉROE

-- EL TESTIMONIO DE UN HÉROE
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Lo habíamos conocido en una de nuestras primeras visitas al Liceo
Ortodoxo, supimos que era carnicero de un comercio enclavado en la
Plaza de Marianao, pero conocía la obra de Martí más que cualquiera de
los estudiantes que presumíamos de martianos. Pronto fue el mentor de
un grupo de nosotros y ganó la admiración y el respeto de todos por
sus evidentes virtudes. Sin embargo, un buen día desapareció de
aquellos predios y su ausencia se prolongó durante meses. Ahora volvía
y sobre su persona, secreto a voces, se tejía una leyenda.
Ñico había participado en el asalto al cuartel Carlos Manuel de
Céspedes en Bayamo, acción simultánea al Moncada en Santiago. Fue de
los pocos que no cayeron ni prisioneros ni asesinados y lo teníamos
frente a nosotros, allí, en la acera, frente al Liceo Ortodoxo,
brindándonos su testimonio. Extremadamente alto, su estatura lo hacía
lucir más flaco de lo que era en realidad; sus espejuelos de miope,
siempre empañados, su atuendo bien pobre, desaliñado, todo lo
identificaba como uno de los olvidados de la fortuna; nada en él
delataba al héroe, de su boca no se podía esperar jamás una jactancia,
ni el menor alarde en sus gestos, porque encarnaba la modestia misma.
Aquella noche, la empecinada insistencia de los que conocíamos su
participación en los hechos del 26 de julio de 1953, rayana en la
malcriadez, lo decidió a contarnos la realidad de lo sucedido. Me
parece estarlo escuchando y a través del tiempo trato de reconstruir
sus palabras:
"Se había planeado entrar al cuartel por delante, pero la ausencia de
uno de nosotros que residía en Bayamo, nos hizo cambiar lo acordado y
fuimos por el fondo, donde estaban la cocina y la caballeriza. Los
primeros chocaron con un montón de latas vacías, el ruido alertó a la
guarnición y allí mismo se formó el tiroteo. Al poco rato todos
estaban dando marcha atrás; algunos me pasaban por el lado y me
gritaban: "Dale Flaco, que esto se jodió", pero yo no me movía. Luego,
cuando nos reunimos a algunas cuadras de allí, todos alababan mi
valentía. No tuve más remedio que sacarlos de su error. Yo quería
correr como ellos o más que ellos, pero los nervios me lo impedían y
me mantenían inmovilizado, como clavados los pies al suelo; en esa
situación seguí disparando hasta que pude reaccionar. Unos minutos
después, y en la huida, tropezamos con un jeep del ejército, cruzamos
fuego y le hicimos bajas. Muchos de los compañeros que me acompañaban
en esos momentos, fueron apresados más tarde y asesinados sin piedad
alguna. Como ven, no hay nada heroico de mi parte. Los héroes de
verdad, fueron los que sufrieron el martirio que les dieron esos
asesinos..."
Poco tiempo después, Ñico desapareció de nuevo, nos dijeron que estaba
por Costa Rica. Aquella noche no dijo nada de sus planes. El resto es
historia y ya se sabe: Antonio (Ñico) López, uno de los 82
expedicionarios del Granma; después de la sorpresa y dispersión de
Alegría del Pio, fue apresado gracias a una delación y asesinado en un
lugar conocido como Boca del Toro, el 8 de diciembre de 1956.

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía.
Julio 11 de 2014

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miércoles, 9 de julio de 2014

PRODUCCIÓN RECIENTE

-- PRODUCCIÓN RECIENTE
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Mi producción de mini cuentos no se detiene; no importa que me empeñe
en mantenerme al tanto de la compleja actualidad mundial y a la vez me
ponga a desempolvar recuerdos. Los relatos breves siguen manando de no
sé qué fuente misteriosa, que me impone su mandato. Aquí les va un
puñado de recién nacidos.
FINAL DEL BARDO
¡Despierta!... Todo ha sido un sueño.
_Dijo la Señora Muerte y se llevó a un poeta llamado Calderón de la Barca.

EXPECTATIVAS
Mi amigo está angustiado porque los médicos le diagnosticaron un año
más de vida, a lo sumo. Pero yo, que no tengo garantizado ni ese año
siquiera, sigo como si nada, conmovido por su desgracia.

RENDICIÓN DE CUENTAS
Engendré hijos, escribí un libro, sembré más de un árbol... Entonces,
¿qué me reprochas? ¿De qué te quejas?...

INCONFORMIDAD
Sólo entreví los rostros del amor y de la muerte y quiero más...

CASO DIFÍCIL
Virgilio se había comido la montaña y el médico no sabía cómo curarle
el empacho.
EL PLAN
Decidí matar a mi amigo, su compañía me perjudica y su sombra me hace
daño. La amistad es una inversión que debe ser rentable y él no me da
beneficio alguno; pero el Código Penal me advierte: "se sanciona con
privación de libertad, de diez a veinte años, el delito de homicidio";
y desisto de mi plan.

ÚLTIMA VOLUNTAD
Proveyó en su testamento varios millones de dólares para sufragar el
vuelo espacial que llevaría sus cenizas al cosmos. Así garantizó su
más caro anhelo: subir al Cielo después de muerto.

COSTO
Tenía el delirio de creer que los ojos le impedían ver la mujer de sus
sueños. Solo cuando se los vació, pudo percibirla a su lado. Por el
tacto, desde luego.

ENTRE DOS ESPEJOS
Ya no puedo contemplarme sobre la superficie del agua, ni en cualquier
cristal azogado. He perdido la imagen que siempre reflejé; se quedó
atrapada entre dos planos que la reproducían en un rebotar continuo,
en un ir y venir del uno al otro, multiplicada hasta el infinito y...
¡Ahora no sé cómo soy!


Desde la Regla de mis amores, Julio 10 de 2014

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