sábado, 29 de junio de 2013

DETRÁS DEL PALO

DETRÁS DEL PALO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

"Estar detrás del palo", en el argot popular es "no estar en la viva",
desactualizado (como le pasa al Modelo que dicen se está
actualizando), desinformado, despistado, "perdido en el llano", fuera
del "inside", no enterado, desubicado, atrasado con respecto al
presente... En fin, son muchos los significados con que este modismo
expresa, de forma más que gráfica, un estado de ignorancia del medio
circundante o una desvinculación del mismo. En ese estado de
ignorancia, ajenos a lo que está pasando, nos mantienen nuestros
medios informativos. Hace más de dos meses, exactamente el 26 de
abril, Telesur informó que se estaba restaurando el Capitolio de La
Habana para devolverlo como sede del parlamento cubano. Lo hizo en un
pequeño cintillo móvil de noticias varias y la escueta nota no fue
ampliada. Nuestra prensa no había dicho nada sobre el asunto, que ya
corría "vox pópuli" por nuestras calles, y yo le dediqué la crónica
correspondiente (Ver "Entre Telesur y Radio Bemba" de 26.4). Solamente
ayer, 28 de junio, transcurridos más de dos meses, la tv cubana brindó
la información. Fue la respetable figura del Dr. Eusebio Leal
Spengler, historiador de la ciudad, quien la dio a conocer en el
espacio de la Mesa Redonda. El Dr. Leal es un intelectual de gran
talla, a quien debemos los cubanos en general y los habaneros en
particular, reconocimiento y gratitud por su ingente labor de rescate
del patrimonio histórico. Merece ser tratado con admiración y respeto.
Sin embargo, con horror, oímos que el moderador y "Director General"
del programa (que también requiere de actualización) le dio el
irrespetuoso tratamiento de "Eusebio". Trato familiar, cuyo uso dudo
que le haya otorgado el Dr. Leal a este periodista y que, a todas
luces, es impropio ante las cámaras. Más aun, tratándose de tan
ilustre entrevistado. Pero bueno, la falta de educación, aunque me
aterra, no es el motivo de esta crónica. Ya se ha generalizado y
merece algo más que un señalamiento crítico.
Lo que mueve hoy mi interés y quiero señalar es "lo detrás del palo"
que nos quieren mantener, los de ese "Ministerio de la Verdad", que
tan vívidamente describió Robert Orwell en su novela "1984". Estos
funcionarios, administradores omnímodos de la información, dueños
absolutos de la verdad, con su práctica irracional y exclusivista,
están contribuyendo a multiplicar la ola de rumores de "Radio Bemba",
el sucedáneo que utiliza el cubano ante la falta de información a que
se ve sometido. Como celosos "Guardianes del Misterio", nos tratan
como a menores de edad, incapaces de comprender la realidad que
ocultan, o como masa ignorante en la que no se puede confiar y a la
que es mejor no revelar los secretos que guardan. Con ese proceder,
con que pretenden mantenernos "detrás del palo", ya han desacreditado
nuestra prensa y sumido en un triste papel a los periodistas cubanos.
En su soberbia burocrática, no se percatan de que ellos también han
quedado "detras el palo" y que, como una necesidad histórica, ellos
mismos serán "actualizados". Quizás para cuando les llegue el turno en
esta actualización "sin prisa", ya esté aclarada la diferencia entre
"actualizar" y "cambiar".

Desde Regla,
Ayer, "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Junio 29 de 2013


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com
jorgecoliva@gmail.com

jueves, 27 de junio de 2013

UN RETO DE SEMPRONIO

UN RETO DE SEMPRONIO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Sempronio llega y dice que me trae un regalo. Como le conozco bien,
intuyo que está elucubrando algo para embromarme. Sonríe, pícaro, y me
informa que es su versión sobre una historia muy vieja que todos
conocemos. Mi amigo afirma que su relato es el más apegado a la verdad
histórica, y me desafía para que lo publique. Saca de su bolsillo un
papel y me lo entrega. Es la copia del cuento que ha escrito. Sé que
si no acepto su reto, se hará insoportable de insolente, calificándome
de "cobardón". Así que, para que no se equivoque y me respete, procedo
a publicar la exégesis que ha hecho del legendario bandido de los
bosques de Sherwood. Ahí les va:

ROBIN HOOD, LA VERDADERA HISTORIA
Por Sempronio

Como es sabido, Robín Hood comenzó robando a los ricos para dar a los
pobres. Pero, cuando no quedó ningún rico por arruinar, comprobó que
algunos pobres ya vivían mejor que los demás. Y se dedicó a desvalijar
a estos, hasta que la miseria fue pareja para todos. Entonces,
autorizó que se robaran entre ellos. Eso sí, cobrándole a cada nuevo
ladrón un tributo por la licencia.


Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Junio 27 de 2013



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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
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Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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jorgecoliva@gmail.com

miércoles, 26 de junio de 2013

MI AGRADECIMIENTO

MI AGRADECIMIENTO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

El fraterno Pedro Campos me señala omisiones que cometí en mi reciente
artículo, titulado "Herejía". Con mucha razón apunta nuestro querido
"Perucho", que no me detuve en las subdivisiones de los
"cuentapropistas" y que no mencioné, entre los productores agrícolas,
a los cooperativistas. Además, me da su visión del enfrentamiento de
clases que puede esperarse, tras las alianzas o traslados que apunté.
Este criterio de Campos, lo comparto en su totalidad: de un lado
estarán todas las clases y frente a ellas, en contradicción
antagónica, se situará lo que él, con acierto, denomina "la
buro-burguesía".
Es sabio, rápido y oportuno su señalamiento. Y se lo agradecí de
inmediato. Ahora quiero hacer público ese agradecimiento y ampliar el
criterio que tengo del "movimiento cooperativo". Reitero que esta
opinión mía puede estar lastrada por la ignorancia, pero es la que
tengo y la brindo siguiendo el apotegma martiano: "un hombre que no se
atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado". Aquí la
expongo:
Las cooperativas creadas en nuestros campos, lejos de constituir un
modo de producción, han devenido una forma de organización impuesta a
un grupo de campesinos asociados para producir en común. Organización
que cercena la autonomía de lo que debiera ser una unión de
productores independientes, que ahoga sus iniciativas, desestimula la
producción y mantiene cautivo el potencial de sus fuerzas productivas.
La ausencia continuada de productos agrícolas en nuestros mercados,
evidenció estas afirmaciones.
A nivel nacional, las cooperativas agrícolas han sido obligadas a
funcionar como vasallos del gran señor feudal llamado Estado. Un
Estado gobernado por lo que, certeramente, "Perucho" califica como
buro-burguesía. Estado que dicta las normas y reglamentaciones
absurdas, bajo las cuales deben funcionar las cooperativas; les crea
una organización (la ANAP) para manipularlas mejor y les impone
"dirigentes" designados por el Partido.
Sólo ahora, y después de continuados reclamos, se "ensayará" la
implantación de otras cooperativas no agrícolas y se anuncia, como un
privilegio otorgado por la corte, que tendrán autonomía... Como Lenin
dijo que "la práctica es el criterio de la verdad", esperemos para ver
en la práctica de qué forma funcionarán las nuevas cooperativas.
Quizás nos hagan recordar con nostalgia, la vida efímera que tuvieron
las primeras cooperativas pesqueras, las que muy pronto comenzaron a
tributar a Empresas Estatales, hasta que desaparecieron por
consunción, tragadas por aquellos gigantes agrupados en un ministerio
que pretendía controlar cualquier pesca. Con el tiempo, víctimas de su
ineficiencia, abandonaron el mar para refugiarse en la acuicultura de
agua dulce y el Ministerio de la Pesca dejó de existir. El resultado:
a contrapelo de nuestra condición insular, de nuestras mesas se
ausentaron peces y mariscos. Y por la libreta, una vez al mes, hoy
recibimos pollo por pescado.
Tomando en cuenta estos criterios míos, obvié mencionar en mi análisis
a las cooperativas, formas de producción que nos acercarían al
socialismo participativo y democrático a que aspiramos. Un socialismo
martiano "con todos y para el bien de todos". De ahí la omisión en que
caí y que, con toda justeza, me señala nuestro compañero de lucha. A
él le digo, una vez más: ¡GRACIAS, PERUCHO!

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Junio 26 de 2013


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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jorgecoliva@gmail.com

martes, 25 de junio de 2013

HEREJÍA

HEREJÍA
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Los cambios introducidos en el modelo económico cubano, están
produciendo una reestructuración del mosaico social. Parece una
perogrullada, pero yo insisto en analizar esta nueva situación. Voy a
usar para ello, lo poco que conozco de Marx y del marxismo. Es
demasiado evidente que la división de la sociedad en clases
antagónicas, estudiada por Marx en el siglo XIX, no se repite en la
sociedad del siglo XXI, aún clasista y antagónica. Otro es el
escenario, otros son los protagonistas y la lucha que entablan entre
ellos reviste nuevas formas. Algunos, al amparo de estas realidades,
intentan revivir a Browder y su proclamado fin de la lucha de clases.
La lucha continúa, pero ahora entre otros contendientes y bajo otras
condiciones.
El vertiginoso desarrollo tecnológico transformó la composición del
proletariado estudiado por Marx. Las condiciones de trabajo se
hicieron "humanas" y con ello la explotación se maquilló. Por otra
parte, la especialización en el dominio de las nuevas tecnologías,
trajo la fragmentación de los que "sólo poseen su fuerza de trabajo".
En efecto, entre los no dueños de los medios de producción
aparecieron, en los siglos XX y XXI, quienes accedieron a
diferenciados niveles de consumo y de vida, gracias a sus
conocimientos y habilidades especiales. Es muy difícil pedirles a
estos trabajadores que se sientan explotados. Sus intereses y
aspiraciones ya son otros.
Analizando el transcurso de los últimos dos siglos y el principio de
éste, invocando al propio Marx, podemos refutar el papel protagónico
que le asignó el genial alemán a la clase obrera. Ella no puede ser
hoy la reivindicadora, la más revolucionaria, la que levante la
bandera rebelde capaz de cambiar el mundo. Estas afirmaciones mías
pudieran parecer heréticas. Pero, para enunciarlas me baso en la
historia, esa gran maestra que nos da ejemplos continuos e
irrebatibles. No miraré más allá de nuestras costas, donde se repiten
las demostraciones. Me circunscribiré a nuestra historia, a la que
hemos vivido, la que nos brinda sus clases magistrales.
En Cuba, no fue la clase obrera la que inició la gran rebelión, la que
condujo la lucha contra la última dictadura y la que llevó la
Revolución al poder. Esa clase estaba narcotizada por los vapores del
capitalismo sometido a intereses foráneos, un capitalismo
subdesarrollado y sufragáneo. La había fragmentado un sindicalismo
amarillo, el mujalismo; era descreída y no tenía conciencia del rol
que le tocaba desempeñar. La lucha la comenzó un sector igualmente
oprimido, la clase media, la mal llamada pequeña burguesía. Revísense
las profesiones de los iniciadores. Ahí estaban los pequeños
comerciantes, los abogados sin bufete, los médicos sin plaza, los
maestros sin escuelas, el estudiante y el oficinista, los sin futuro.
En Cuba, un país agrario, la insurrección comenzó en las ciudades. Más
tarde, cuando escaló las montañas, el campesinado formó la masa del
Ejército Rebelde. Pero desde el principio y para siempre, ese ejército
fue dirigido por aquellos citadinos que mostraban mayor cultura.
Siguiendo el mito de su predestinación, por los cauces trillados del
estalinismo, otorgamos a los obreros la condición de clase dirigente.
Todo quedó en la proclama. Los señalados para tal papel no llegaron a
desempeñarlo y el partido asumió la dirección.
Hoy asistimos a la multiplicación de trabajadores independientes. Los
mal llamados "cuentapropistas". No son asalariados del patrón llamado
Estado. Son dueños de sus medios de producción. Ocupan una posición
diferente respecto a esos medios y según el Marx del Manifiesto
Comunista, constituyen una nueva clase. No comparten los mismos
intereses de los que trabajan para el Estado. Por otra parte, los
gobernantes actuales han declarado su propósito de reducir,
drásticamente, el número de empleados estatales. Esos desplazados no
tendrán otra opción que convertirse en trabajadores independientes.
La prensa informa con reiteración el aumento constante de trabajadores
por cuenta propia y muestra ese crecimiento como un éxito. Esta
realidad nos coloca ante un panorama al que debemos prestar atención.
Es nuestra actualidad y pudiera implicar nuestro futuro. No debemos
ignorarla. El mosaico de nuestra sociedad actual, lo percibo
constituido por tres clases:
1. Los pequeños productores independientes, dueños de sus medios de
producción. En esta clase incluyo a los llamados "cuentapropistas" y a
los productores agrarios (dueños de pequeñas parcelas y usufructuarios
de tierras estatales). Con ellos se aliarán sus asalariados que, en un
principio, identificarán sus intereses con los del patrón que explota
su fuerza de trabajo. Es de esperar que estos asalariados, al ser
mejor remunerados, se sientan menos explotados que los trabajadores
estatales y no formen con ellos una causa común. Mientras, algunos
trabajadores independientes, triunfadores en la competencia, al
apropiarse de la plusvalía creada por otros, derivarán sus posiciones
hasta convertirse en nuevos capitalistas.
2. Los asalariados de un gran capitalista llamado Estado, que
quedarán en el escalón más bajo de la pirámide social, y
3. Una nueva burguesía representada por burócratas y tecnócratas que,
amparados en el poder, pretende dirigir la sociedad. Esta última clase
suplanta la posición y usufructúa los beneficios del Capitalista, se
abroquela para no perderlos y mantener así su dominio como clase.
Administra a su juicio la plusvalía que no crea. Y se apropia de ella,
mediante la explotación del trabajo asalariado y de las cargas
impositivas que pagan los productores independientes y el resto de la
sociedad. Es de prever que reciba apoyo del capital extranjero y
establezca alianzas con el mismo.
No he olvidado a los artistas e intelectuales. Me refiero a los que
concurren al mercado con su producción cultural. Pero ellos no se
identifican por un interés particular, común al grupo y diferenciado
del resto. En algunos casos, esos intereses les hacen ocupar
posiciones semejantes al trabajador independiente. En otros, al
asalariado. Incluso, hemos visto casos excepcionales, en los que un
privilegiado forma filas junto a la burocracia.
La lucha de clases está planteada y es de prever en ella, reacomodos
de posiciones, desprendimientos, movimientos migratorios de uno a otro
grupo, choques y alianzas. Toda una dinámica cuyo motor será el
interés diferenciado de cada clase. Esta es mi pequeña y particular
visión de nuestra sociedad actual. Puede parecer una herejía. Es
posible que sea el resultado de mis muy limitados conocimientos. Pero,
así lo pienso y digo, siguiendo la fórmula de mi amigo Félix Sautié,
"sin querer ofender a nadie que piense distinto y con respeto sumo a
las opiniones de cada cual".

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Junio 25 de 2013


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lunes, 24 de junio de 2013

DIME PARA DONDE VAS Y TE DIRÉ SI VOY CONTIGO

DIME PARA DONDE VAS Y TE DIRÉ SI VOY CONTIGO
Por Jorge C. Oliva Espìnosa

De los candidatos nominados, desde mi circunscripción hasta la
Asamblea Nacional, sabemos a cuales organizaciones pertenecen, en qué
año nacieron, los estudios que han cursado y la labor que desempeñan.
Además, que todos son buenos, tienen un expediente laboral intachable
y que la mayoría, por no decir todos, son militantes del Partido. Ah,
también podemos escrutar sus rostros para orientarnos por Lombroso y
quizás encontrar en sus facciones algunos rasgos del carácter de cada
uno. Eso es posible porque publican sus fotos y sus fisonomías pueden
sernos simpáticas o no. Lo que nadie nos dice, ni podemos adivinar, es
lo que se proponen hacer una vez que sean elegidos. Porque ninguno
declara el programa que llevará a cabo. Ni siquiera nos informan de
las medidas que instrumentarán para solucionar algunos de nuestros
problemas y cuyo cumplimiento permitiría calificar el desempeño que
hagan del cargo.
Al amanecer del primer día de 1959, ya estábamos hartos de promesas
demagógicas, siempre incumplidas. Desde el "agua, camino y escuelas"
hasta la "paz y progreso" de Batista, todo slogan politiquero no fue
más que una burla horrenda al pueblo y el pueblo, escarnecido y tantas
veces defraudado, siguió a Fidel. Conocíamos y reconocíamos su
historia y sabíamos cuál era su programa: el Programa del Moncada,
enunciado en "La Historia me absolverá". Ese programa de gobierno
comenzó a cumplirse y todos sabíamos hacía dónde íbamos.
Pero he aquí, que aquel programa se sobrecumplió, nos declaramos
socialistas y comenzamos a cambiar nuestra sociedad. Habíamos hecho
"una Revolución más grande que nosotros mismos". Todo esto en medio
del acoso y hostigamiento constante que nos prodigó nuestro indeseable
y poderoso vecino. Sufrimos agresiones desde el exterior, traiciones y
deserciones en lo interno, se cometieron innumerables errores, y
algunos se rectificaron. Así y todo, seguimos adelante enfrascados en
nuestra construcción. Creíamos estar construyendo el Socialismo hasta
que, el que dirigía la obra nos sacó del error y nos advirtió que
"Ahora sí vamos a construir el Socialismo". Fue cuando muchos nos
preguntamos, ¿qué habíamos estado construyendo hasta aquel momento?...
Pero bueno, ya lo dice el refrán modificado: "rectificar es de...
equivocados". Y una rectificación más, puede importar tanto como una
raya adicional al tigre. Somos un pueblo muy creyente, tenemos una fe
enorme. Y con esa fe en nuestros conductores, seguimos rectificando la
construcción y sacrificándonos por verla un día terminada. Y pasó el
tiempo "y pasó un águila sobre el mar"... En ese lapso nacieron nuevas
generaciones, otros nos hicimos viejos, incluso Fidel que no pudo
seguir conduciéndonos. Y ahora oímos con horror que nos dicen que
nadie sabe cómo se construye el socialismo. Como no me informan cómo
se va intentar construirlo de ahora en adelante, a los candidatos a
dirigir tal construcción, les haré una sola exigencia: DIME PARA DONDE
VAS Y TE DIRÉ SI VOY CONTIGO.

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Junio 24 de 2013


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sábado, 22 de junio de 2013

EL FUTURO

EL FUTURO
Por Jorge C. Oliva Espinosa

Al hombre siempre lo ha inquietado su futuro. Desde la más remota
antigüedad quiso conocer por adelantado lo que le esperaba. El mañana
se le presentó como el mayor de los enigmas y aquel que pudiera
descifrarlo, poseería el poder que estaba vedado a los demás. De ahí
que adivinos, magos, oráculos, pitonisas, profetas, astrólogos y
personajes similares, adquirieran preeminencia en todas las
sociedades, a través de la historia. Predecir fue un don otorgado a
pocos y sus poseedores recibieron reconocimiento, autoridad y
recompensa por parte de la comunidad. Desde luego que esto provocó la
aparición de farsantes y charlatanes, pero los pueblos siguieron
creyendo, presos de la necesidad de ver y prever sus destinos.
En la actualidad, auxiliados por las ciencias, tenemos profesionales
capaces de predecir hechos que no han sucedido, pero que sucederán.
Estos profesionales se desenvuelven en distintas esferas, desde las
especulaciones bursátiles hasta los pronósticos meteorológicos. Claro,
que con cierto margen de error, el que puede calcularse, y por lo
tanto también predecirse, con las estadísticas. Sin embargo, todos
estos adelantos no han sido suficientes para tranquilizar al hombre
respecto al mañana. Ese futuro incierto que ni siquiera sabe si
vivirá. Por eso subsisten en nuestros días los más variados adivinos:
los que leen las manos, tiran cartas o caracoles, hacen pronósticos
zodiacales, trasmiten mensajes de espíritus del más allá o invocan a
sus dioses para que nos alerten.
Por suerte, los cubanos ya no necesitamos ningún elegido que nos
prediga el futuro. Nuestro sistema ha socializado esa facultad, ese
don de elegidos, y ahora todos somos clarividentes. Aquí cualquier
ciudadano sabe quién será el próximo Secretario General de la CTC,
cuyo congreso se celebrará el año próximo. Pero aún más, también
conocemos, con bastante antelación a las elecciones que aún están por
convocarse, el nombre de nuestro futuro Presidente.

Desde Regla,
Ayer "La Sierra Chiquita"; ayer, hoy y siempre, bastión de rebelde cubanía
Junio 22 de 2013


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lunes, 17 de junio de 2013

EXTRANJIA CAP 9 Y FINAL

IX
Al entrar en el fabuloso casino, me dirijo al gran salón de ruletas.
Allí las hay de todo tipo: las clásicas electromecánicas, las chinas,
las virtuales que se proyectan sobre la pared y las que se envían, de
forma individual, por la red electrónica. Las hay numéricas y otras
que sustituyen los guarismos por símbolos y figuras del más diverso
género. Desde clásicos personajes de la literatura, o de historietas
cómicas, de famosos jefes de estado, hasta de cartas astrológicas
presididas por sus emblemas zodiacales. Comienzo por estudiar los
rostros de los jugadores que rodean las distintas mesas o sitios. Cada
uno, desde el que parece de piedra, el que aparenta una indiferencia
que no siente, hasta aquel devorado por la ansiedad, expresa un mundo
interior que lo compulsa a jugar. Todos confían en el dios azar,
esperan que este caprichoso salvador, les haga un guiño de complicidad
y les favorezca. Seducidos creyentes, dejan en manos de un poder
supremo sus destinos y aguardan esperanzados que del misterio brote un
golpe de suerte. Si el resultado les es adverso, tienen a quien
culpar. Si, por el contrario, les favorece, atribuirán el éxito a su
fina intuición. El juego y la religión, siempre me han parecido
hermanados por idéntica renuncia al empleo de esfuerzos propios. Un
dejarse llevar por lo oculto y poderoso, una resignación pasiva ante
lo inexorable. En resumen, el cómodo descargar en otro, las
responsabilidades propias. Tanto jugadores como creyentes, ambos
confían su suerte a fuerzas externas.
Ahora tengo la posibilidad de escrutar a un grupo nutrido de estos
confiados adoradores de la diosa del cuerno de oro y practico, en esta
observación, mis conocimientos de sicólogo aficionado. Me es fácil
reconocer entre ellos, a los adictos, a los enviciados que cargan una
condena de la que no pueden librarse. Esos se ven encadenados a las
mesas como galeotes al banco de remos. También puedo identificar a los
pedantes conocedores de unas supuestas leyes del azar. Se las dan de
eruditos matemáticos, capaces de descifrar la serie de números primos
y el orden aleatorio de los eventos probabilísticos. Así, estudiando
las caras, compongo un zoológico de jugadores. Entretenido en esa
construcción, me detengo en un jugador. Algo, en aquel rostro
ensimismado en combinaciones posibles de números y colores, me era
conocido, sus facciones y gestos me recordaban a alguien. No tardé
mucho en identificarlo. Allí, inclinado sobre la mesa, tenso, atento
al rodar de la bola que, recuperando su inercia, disminuía su
velocidad inicial y se detendría en cualquier momento, estaba mi
compañero de viaje; aquel joven que, con su conversación, un poco
insulsa, contribuyó a disipar el tedio que siempre siento mientras
vuelo. En cuanto se separó del mueble de las ilusiones, chasqueado de
esperadas posibilidades que no llegaban a convertirse en realidades,
fui a saludarle. Iba vencido y creo que mi aparición le ayudó a
recuperarse. De inmediato, él también me reconoció y el intercambio de
impresiones, como dos recién llegados a Extranjia, hizo inevitable que
fuéramos a sentarnos en el bar más cercano, propicio a mutuas
confidencias. El primer brindis lo apuramos entre sonrisas de
recíproca complacencia por el reencuentro. No tardamos en repetirlo y
durante la segunda y tercera vuelta, intercambiamos nuestras primeras
impresiones recibidas de este país, territorio o lugar de reales
fantasías, en verdad fabuloso. Le confieso el verdadero objetivo que
perseguí en este viaje y mi certeza de estar cumpliéndolo. Añado mi
hallazgo de Eva y su benefactora sabiduría, del anciano lúcido que
aportó tantas respuestas a las interrogantes que me hacía al llegar y
hasta, por pura distensión, concluyo pormenorizando mis aventuras en
el lupanar multinacional. Cortés, fui sucinto y me interesé por
conocer sus experiencias primeras. Llegado su turno, el joven
informático me cuenta que disfruta de un cargo muy bien remunerado en
una firma de estudios sociológicos, que a su vez sirve de consultora a
la mayoría de los consorcios que operan aquí…. Que ha venido esta
noche a jugarse el salario de todo un mes y que lo ha perdido.
Enseguida agrega, que esta pérdida, aunque cuantiosa, es reparable
mediante los créditos que le confieren, debido al cargo que desempeña.
Para alejarlo, aunque sea momentáneamente, del pesar que le ocasiona
tal pérdida, lo conmino a hablar de su trabajo en esa firma asesora.
_Como sabes, Extranjia recibe los desempleados de muchas partes del
mundo. Es un aliviadero para el desempleo causado por las repetidas
crisis en que caen sus países. Entonces, es necesario poder manejar y
condicionar el pensamiento de ese conglomerado heterogéneo, utilizando
políticas de información convenientes. De lo contrario, esto sería un
caos ingobernable. En mi trabajo, sicólogos, sociólogos, diseñadores e
informáticos como yo, elaboramos esas políticas de condicionamiento y
modelación de un mercado productor por necesidad y consumidor
inevitable del producto que se le ofrezca…
Son tan valiosos lo datos que me brinda, que se convierte en mi
tercera fuente de información. La primera lo fue, sin duda alguna,
Eva. La segunda la encontré en aquel anciano sobreviviente, ejemplar
de una fauna extinguida. Y ahora este joven informático, a quien no
pensé volver a ver, complementa todo lo anterior y me lo integra en un
todo abarcador, como panorámico. Cuando apura el tercer trago, retoma
impulso y continúa:
_He podido averiguar que, después de elevar la edad de jubilación,
primero a los 65 y luego a 70 años, el país que desapareció se vio
obligado a importar mano de obra. Primero de trabajadores no
calificados, pero con el tiempo fue necesario traer personal
especializado y la inmigración de trabajadores de todo tipo llegó a
ser tan generalizada, que hasta los más altos funcionarios, rectores
de la economía, eran extranjeros. También agregó, que la producción y
los servicios estaban en manos de grandes consorcios y empresas
extranjeras…
¿Entonces, -le pregunté- ya Cuba, o como se llame ahora este país, no
es independiente, pues la economía está en manos extranjeras y ni
gobierno nacional tienen?... Su respuesta fue tan asombrosa como su
locuacidad:
_No, eso no. Tienen sus gobernantes locales: LA GRAN CÁMARA DE
COMERCIO DE EXTRANJIA. La integran representantes de todos los
consorcios establecidos aquí y algunos descendientes de los últimos
gobernantes autóctonos. Estos últimos representan, como en las
monarquías parlamentarias, un poder simbólico: la representación de un
Estado, que en realidad no existe. Como los reyes, han delegado sus
poderes en un gobierno elegido en comicios. De esta forma se cubren
con el manto democrático y mantienen la legitimidad de un mandato muy
discutible…
_¿Y fuerzas armadas que defiendan sus fronteras, no tienen?
¿Para qué necesitan un ejército? Es absurdo que alguna de las
principales potencias que tienen inversiones aquí, pretenda atacarlos.
Destruirían sus propias riquezas y el desahogo que tienen para sus
crisis. Ten presente que este lugar absorbe sus desempleados y les
libra de las tensiones que significarían los reclamos de esa masa
ingente, que sólo quiere sobrevivir. Los que rigen los destinos de
Extranjia, no han descuidado ningún sector. Lo mismo controlan la
agricultura y las explotaciones mineras, que los servicios médicos,
los de educación y cultura, los del orden interior. Todo operado por
extranjeros necesitados de trabajo. Es evidente que el alcohol lo hace
locuaz y es todo un torrente informativo lo que vierte sobre mí. Ya,
en la alta madrugada, complacido, decido cerrar el chorro interminable
que brota de sus confesiones y me brindo a trasladarle a su domicilio.
Mañana reservaré pasaje para volver a mi país. Llevo conmigo una
historia inigualable.

La Historia completa siempre su espiral dialéctica
La pretensión de una superpotencia por instalar una base militar, es
rechazada vigorosamente por la población. Se suceden enérgicas
protestas y disturbios. Al final se suscribe un acuerdo para declarar
a Extranjia zona desmilitarizada. Una vez más, priman los intereses
económicos por encima de los políticos. En la ONU se producen
continuos debates por el reconocimiento de Extranjia como Estado. Al
final se le admite con el status de observador. Poco a poco, se van
dando las condiciones para un resurgimiento del sentimiento nacional.
Se va forjando así una nacionalidad, que clamará y luchará por
establecer su Estado Independiente. Al final de sus luchas, a casi un
siglo de su fundación, Extranjia que era simplemente un país, se
convertirá en una Nación.

Última anotación de un improbable diario:
Me incorporo bruscamente, estoy sentado en mi cama y aun me estremecen
las imágenes aterradoras de esta pesadilla. Para ahuyentarlas,
restriego mis ojos, necesito devolverles la visión real de mi
actualidad. No soy un joven turista, lejano descendiente de cubanos,
ni estoy en Extranjia. Soy yo, vivo en Cuba y este es el dormitorio de
mi casa, aquí, en Regla. Una vez recobrada mi conciencia, para acabar
de despertar enciendo la radio, sintonizada siempre en Radio Reloj.
Desde hace años que no muevo el dial, pues esta estación me informa de
los titulares en dos minutos y las demás, a pesar de decir lo mismo,
demoran más tiempo en dar las mismas noticias. Las principales de hoy
son que Brasil toma en arriendo la administración de dos centrales
azucareros nuestros, que la expectativa de vida de los cubanos alcanza
los 78 años para los hombres y 80 para las mujeres; que ya el 26% de
la población es mayor de sesenta años y que se ha autorizado a
empresas foráneas, la exploración y explotación de los yacimientos
niquelíferos del país. También dice que la plataforma "Escarabeo",
arrendada a transnacionales, explora nuestro subsuelo marino en busca
de bolsones petrolíferos…
Sin duda, he tenido un sueño tenebroso, una verdadera pesadilla.
Quizás fue la influencia de las novelas orwellianas o las
aprehensiones que siento por nuestro futuro... Pero, por los breves
instantes que duró aquel tormento, me vi, con lujo de detalles,
trasladado a una distopía, bien cubana. ¿O sería una ucronía?...

Regla, mayo 20 de 2013


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

EXTRANJIA CAP 8

VIII
La mayor ciudad de Extranjia, ésta que funge como su Capital, no tiene
para mí un atractivo particular que la diferencie de otras grandes
capitales que he visitado. Todo aquí es moderno y no hay un indicio
que muestre lo que fue con anterioridad. Yo vine a ver lo que quedaba
de su ayer y de eso no hay nada aquí. Así que, a los pocos días decido
tomar un vuelo que me lleve al interior del país. Allí, como atracción
turística, anuncian las arcaicas ciudades, conservadas como enormes
museos. Quizás en ellos exhiban algunas piezas que informen del pasado
cubano que escudriñó el tío Edgar. Elegí, de aquellas proclamadas
"Ciudades Museos", la de mayor antigüedad, pues blasonaba de haber
sido fundada por los colonizadores españoles, los que la bautizaron
con el enredado nombre de "Nuestra Señora de la Santísima Trinidad".
Algunos kilómetros antes de llegar a lo que es, propiamente, el museo,
visité las ruinas de unas primitivas fábricas de azúcar, muy bien
conservadas y caseríos que desaparecieron al despoblarse y que luego
fueron fielmente reconstruidos, para convertirlos en hoteles más
costosos que los modernos. Allí pueden disfrutar de un legítimo
ambiente de época, los que deseen satisfacer sus fantasías, sin
importarles el precio. Estas instalaciones son como vestíbulos que
sirven de paradas previas a la ciudad y en ellos, todo ha sido
estudiado para crear en el visitante una sensación de ansiosa
expectativa ante lo que después encontrará. Ante la extensión del
verdadero museo, no pude menos que impresionarme. A partir de una
plaza o parque, rodeado por la iglesia y algunos edificios
principales, se extienden decenas de manzanas, separadas por calles
empedradas con guijarros redondeados. La arquitectura de todas las
edificaciones es la hispana típica del siglo XVI: ventanas que caen
hasta el piso, guarnecidas con balaustres de madera torneada, techos
de tejas, amplios portones dan acceso, lo mismo a una sala de recibo,
que a zaguanes y cocheras. En cada casa se muestran mobiliarios de la
época, piezas encontradas por la excavaciones arqueológicas y
hologramas ilustrativos. Pero todo, aunque admirable, no es otra cosa
que la reproducción de una antigua villa española. Lo que se ofrece al
espectador es la visión del país en su temprana época colonial. De la
Cuba que surgió luego, como país independiente, para desaparecer más
tarde, ¡ni un indicio!
Después de visitar dos o tres casas, y ante la repetición de lo ya
visto, escapo a tomar un refrigerio. El sol, en su verticalidad, hace
mínimas las sombras, cuando entro en uno de los numerosos restaurantes
que, en pertinaz reiteración, copia el ambiente colonial y ofrece
platos y bebidas típicas de aquellos tiempos. Un locuaz camarero me
informa de la historia y contenido, forma de preparación y otros
detalles de cada oferta gastronómica. Así me sugiere tomar como
aperitivo un mejunje nombrado "Canchánchara," compuesto de jugo de
caña, aguardiente y limón. Era, -me dice- la bebida que tomaban tanto
los esclavos, como sus dueños. El ilustrado sirviente, es hombre muy
preparado que conoce su oficio. Pero, es además oficioso y parlanchín.
Estos defectos, se convierten para mí en una providencial ayuda, me
alivian la decepción inicial y me ponen sobre la pista de lo que
busco. Dice saber de un viejito, descendiente de los últimos cubanos y
me da la dirección donde puedo encontrarlo. Más que agradecido, le
gratifico con generosa propina y parto, ansioso, en busca del anciano.
A unos escasos cien metros de donde terminan las edificaciones, casi
oculta por un arbolado, en una ruinosa choza encuentro a la momia
viviente, de la que espero tanto. Toda su humanidad es testimonio del
paso de los años: un endeble cuerpecito consumido, cubierto por una
piel de pergamino surcada de profundas arrugas. Los ojos empañados de
tantas visiones acumuladas, parecen encenderse con una lucidez
impensada, cuando escucha mi solicitud. La recompensa que prometo, le
anima y convierte en complaciente colaborador. Con orgullo, se declara
"descendiente de uno de aquellos que murieron tratando de sobrevivir y
que soñaron con dejar a sus nietos, una sociedad mejor y más
perfecta."
_Fueron años muy duros los que tuvieron que enfrentar mis abuelos. Yo
recuerdo sus relatos de miserias y calamidades. Todo lo tenían
racionado, porque lo que había no alcanzaba para satisfacer las
necesidades de todos. Así y todo, algunos pícaros se las arreglaron
para obtener una ración mayor y otras ventajas. Eso hizo que la
mayoría se volviera descreída, indisciplinada y egoísta. Fue como en
un naufragio, cuando gritan "sálvese el que pueda". El pueblo se
distanció de los gobernantes y le importó poco lo que hicieran o
dejaran de hacer. No era tarea fácil la que enfrentaban los altos
funcionarios y decayó el poco interés que conservaban por seguir
gobernando. Todo andaba al garete y el país como un barco que se
hunde, desapareció bajo las aguas de un mar encrespado, un mar de
inversionistas extranjeros… Hasta los hijos y familiares de los
gobernantes, que podían disfrutar de las ventajas que da el poder,
prefirieron emigrar para regresar luego como inversionistas. Aquí todo
el que pudo irse, se fue para el extranjero, sin importar para el país
que fuera, cada uno escogió el que tuvo más a mano. Y la isla se fue
despoblando y despoblando cada vez más. Mis antepasados, como vivían
con cierta holgura económica, en el centro del país, lejos de las
costas y de cualquier gran ciudad, permanecieron ajenos a la estampida
general y se quedaron como enraizados a la tierra que los vio nacer.
Ellos no sufrieron, como la inmensa mayoría, las agobiadoras penurias.
Dedicados al cultivo de las tierras que poseían, no carecieron de
alimentos ni de otros recursos. Ya le dije que vivían holgadamente…
El largo discurso del anciano, colmaba mis deseos por desentrañar
aquel proceso extraño, mediante el cual desapareció un país,
convirtiéndose en otro totalmente diferente. Los datos que me
suministraba eran como piezas de un rompecabezas que encajaban
perfectamente unas con otras, completando un panorama que, de otra
forma, hubiera sido imposible imaginar.
Maravillado, sin poder creer en lo que oía, y queriendo comprobar las
palabras de aquella momia parlante, le inquirí por algún diario
editado aquí, contentivo de noticias nacionales, en cuyos archivos yo
pudiera rastrear la historia tan increíble que me había contado. Su
respuesta terminó de apabullarme:
_ ¿Diario, una publicación periódica dice Usted? Aquí usted puede
adquirir toda la prensa del mundo, pero nacional no, no tenemos. ¿Para
qué? ¿Cuál público de lectores tendría? Nuestros hijos, muchos se
casaron con extranjeros y nuestros nietos dejaron de sentirse cubanos.
¿Entonces, quienes quedamos? ¿Mil ancianos que ya no tienen vista
suficiente para leer? El único periódico que teníamos dejó de
publicarse por allá, por el 2059; lo recuerdo, porque su desaparición
coincidió con el centenario de la Revolución iniciada en 1959. Total,
era inútil, pues hacía tiempo que no traía noticia alguna y ahora hace
menos falta pues, como ya le dije, nuestros descendientes tienen otros
intereses y buscan otros medios de información…

Tránsito histórico
Todo fue cambiando poco a poco. Las inversiones extranjeras y el
gobierno local. También las relaciones entre ambos fueron mudando su
naturaleza, a medida que las condiciones entre partes concertantes de
un convenio se convertían en relaciones de subordinación. Era algo
natural, porque mientras uno crecía cada vez más, de forma
espectacular, su contraparte se hacía más insignificante y débil. Un
poder económico, omnipresente, prevalecía y subordinaba cada vez más a
uno político que apenas tenía a quien dirigir. Los muelles, parques
industriales, territorios de explotación autónoma y zonas francas se
unificaron bajo una entidad que, entre sus atributos, obtuvo
personalidad jurídica. Desde su nacimiento ostentó distintos nombres.
Primero la llamaron "Zona de Libre Contratación" (ZLC); luego,
"Enclave Comercial del Caribe" (ECC), "Territorio Productivo Autónomo"
(TPA), y otras menos difundidas, pero todas mencionadas por sus
siglas, fueron algunas de las denominaciones con que era conocida. Al
frente de las mismas y representándolas a veces, en foros
internacionales, aparecía un "Consejo de Administración," órgano
colegiado sin cara visible. En esa indefinición se mantuvo durante
algún tiempo. Sin embargo, cada vez se le citaba más, las referencias
a su actividad tanto interna como externa, se hicieron noticia diaria,
y el nombre de "EXTRANJIA", país de extranjeros, se popularizó en los
medios de comunicación. A los directivos les era cómodo tal apelativo
y terminaron por aceptarlo y autonombrar así a su engendro. Era un
absurdo y una anomalía, pues el pretendido país no tenía ciudadanos,
ya que sus habitantes poseían otras ciudadanías.

El encuentro con aquel viejo superviviente que tantas historias
almacenaba, podía haberse prolongado por horas y horas. ¡Tanta era la
información que poseía y que la claridad meridiana y asombrosa de su
cerebro podía trasmitir! Pero yo estaba ya completamente satisfecho,
así que, prácticamente le callé, entregándole la gratificación
prometida. Me despedí lo más amable que me fue posible y partí de
nuevo rumbo a la Capital de Extranjia. Me sentía como embotado por la
cantidad de información recibida, necesitaba despejarme y en cuanto
llegué, me puse en contacto con una de las empresas dedicadas a la
prostitución. Todas brindaban las más variadas ofertas, cada una capaz
de satisfacer el gusto más exigente o la más loca fantasía. En un
primer momento, pensé llamar a Eva, pero mi innato rechazo a lo ya
conocido, venció el deseo inicial de volver a verla y disfrutar de su
compañía. El primer día solicité una geisha, me enviaron una auténtica
hija del sol naciente, nacida en Fukushima e instruida desde pequeña
en las artes de su oficio. Era muy gentil y en extremo aseada; sin
embargo, ya al segundo día, me hastié de su sumisión perruna y de su
risita aquiescente. Opté entonces por una muchacha hindú, avezada en
las artes amatorias indostanas y profunda conocedora de las técnicas
descritas en el Kama Sutra. Pero sus complicadas trabazones
corporales, por poco me llevan a un ortopédico. A la semana siguiente,
ya recuperado físicamente, prevaleció en mí una ansiedad no conocida
con anterioridad, que me pedía reeditar recuerdos; un añorar de
regresos que ya tenían un nombre primigenio, evocador del paraíso
terrenal y de la primera tentación a que fuera sometido el hombre. Me
era imposible resistir aquel reclamo que me privaba de voluntad, así
que llamé a Eva y contraté, por tiempo indefinido, sus vivificadores e
inolvidables servicios. Esta vez, como verdadera sacerdotisa del
placer, superó su actuación anterior. Se mostró familiar y conocedora
de mis preferencias en cuanto a posiciones, ritmo y maneras de
proceder. Me hizo sentir que no éramos dos desconocidos, sino partes
unidas por una vieja relación. Como una absoluta demostración de
nudismo, prescindimos de nuestros dispositivos de traducción
automática. En un accionar de consuno, habíamos encontrado un lenguaje
común para comunicarnos. Luego, en las pausas de satisfacción que
imponía la fatiga, Eva se desdoblaba en confidente amiga y asesora
sabia. Fue ella la que, en uno de esos recesos del reencuentro, me
recomendó distraerme, diversificar mis paseos, alternar los tranquilos
espacios abiertos de un zoológico y los bulliciosos y colmados de un
casino.
Como venía casi asustado de la verde, despoblada campiña, adapté su
recomendación a mis preferencias y, esa misma noche, acudí a uno de
los muchos casinos, todos lujosos, que se ubicaban en un área de la
capital dedicada a ese esparcimiento turístico. No iba a arrepentirme
de mi decisión. Extranjia puede competir con Monte Carlo y con Las
Vegas por el despliegue ostentoso de esta actividad narcotizante. Sus
casinos son tan soberbios como aquellos. La luz y la fastuosidad son
iguales o quizás superiores. Aquí se juegan multimillonarias fortunas,
al rodar cadencioso de la ruleta o al caer repetitivo de naipes y
dados sobre el verde tapete. El lujo y la ostentación se ponen de
manifiesto, exagerados, en cada detalle…

Despacho de prensa
Naciones Unidas. Pool Internacional de Prensa.
La sesión extraordinaria de la Asamblea General fue agitada, llena de
exposiciones encontradas que asumieron una agresividad pocas veces
vista en estos foros. La moción 3425/2084, que recomienda el
reconocimiento de Extranjia como miembro observador, fue presentada
por un grupo de países, como reacción al acuerdo tomado por el Consejo
de Seguridad, referido a colocar a Extranjia bajo el doble fideicomiso
del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial de Comercio.
Algunos oradores pidieron que la Asamblea emita un voto de
desconfianza y desautorice al Consejo de Seguridad. Todas las
intervenciones fueron muy acaloradas. Una delegada, que pidió
conservar el anonimato, dijo temer que estos debates provoquen
disturbios en Extranjia.



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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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EXTRANJIA CAP 7

VII
Extranjia 2084
Tan pronto salen del avión, un sol ardiente y un azul cielo tropical,
intenso y despejado, saludan a los viajeros. No existen trámites
aduanales que cumplir, pues Extranjia es una gran zona franca y el
arribo se produce de forma fluida, como si no hubieran cambiado de
país y escenario. El joven y rico abogado, arrastrado por su
curiosidad turística, se despide cortésmente de su compañero de viaje,
un compatriota suyo que, por el contrario, viene en busca de un buen
empleo, quizás temporal pero bien remunerado. Su vecindad durante el
viaje, fue circunstancial y él no espera volver a verlo. No obstante,
cuando se despiden, al desearse mutuos éxitos y grata estancia, los
dos mienten y cada uno promete al otro la seguridad de un segundo
encuentro.
A la salida misma del aeropuerto, le entregan, como parte del paquete
turístico, un modernísimo equipo de traducción electrónica. El
diminuto artilugio consiste en un botón para la solapa como micrófono
y un auricular diminuto donde escuchará, traducido al suyo, todo lo
que le digan en cualquier otro idioma. Las gateras, dispuestas al
fondo del gran salón de recepción, son los accesos a cada una de las
carreteras rodantes que trasladan al recién llegado a los lugares más
disímiles: hoteles, playas, zona comercial, casinos y otros centros de
atracción, etc. En el espacio, donde son observables desde cualquier
punto, los hologramas brindan la información necesaria a cualquier
pasajero. No hay vehículos, el transporte está constituido por esas
esteras rodantes que se deslizan a ambos lados de cada calle. En las
intercepciones con anchas y arboladas avenidas, las cintas
transportadoras se puentean a diferentes niveles. Sobre estas cintas,
deslizándose a distintas velocidades, viajan personas y mercancías.
Cada cual elije la estera que corresponda a la velocidad deseada. Él
selecciona una de su agrado que, tras panorámico recorrido, lo
conducirá al centro de la Capital. Es enemigo de los itinerarios
programados para grupos, donde conducen a los turistas como a un hato
de niños afásicos o un rebaño de ovejas. Él prefiere indagar y decidir
en cada momento a dónde ir y no a donde quieran llevarle.

Tránsito histórico
Al arribar el año 2040, y ante la falta de trabajadores, el Estado
cubano se vio en la necesidad de arrendar las empresas que aun
subsistían en sus manos. Las grandes transnacionales irrumpieron, como
tropel, en el desbastado panorama económico. Con anterioridad, ya
varios consorcios habían obtenido algunas corporaciones, hasta
entonces estatales, las que recibieron como pago por cancelación de
intereses y empréstitos no saldados. En todas, los nuevos propietarios
sustituyeron las tecnologías obsoletas por otras que ponían especial
énfasis en la no contaminación ambiental, todas altamente
automatizadas y robotizadas. El poco personal suplementario que hizo
falta, fue importado, como un elemento más, del país arrendatario. En
un esfuerzo por atraer inversiones y mano de obra, Cuba eliminó la
necesidad de visado y suavizó considerablemente las condiciones de
importación, así como los requisitos exigidos para el asentamiento y
operación de nuevos negocios. También realizó una gran rebaja en las
tasas impositivas y en las tarifas arancelarias. Algunos sectores
productivos como la minería y la construcción, pasaron de esta forma a
ser operados desde el extranjero o por sus filiales establecidas en el
país. En los servicios, esto se repitió en menor escala. Hasta ahora
sólo habían sido arrendados los de higiene comunal, acueductos, gas y
comunicaciones. Pero, la misma causa, la carencia de personal, hace
presumir que pronto la defensa, educación, salud y orden interno,
también sean contratados.

Despacho periodístico
La Habana, marzo 20, 2040.- Son sorprendentes los cambios que se
producen aquí día tras día. La población, ya mayoritariamente
extranjera, ha requerido que las vallas y demás letreros publicitarios
o informativos aparezcan en varios idiomas. Los servicios de tránsito
y orden público han sido otorgados a contratistas, debido a la falta
de personal nativo que los realice. Gracias a los dispositivos de
traducción automática con que se les dota, ahora Extranjia posee una
policía multinacional, única en el mundo. Igualmente, son múltiples
las monedas que circulan, pero la nacional ha desaparecido casi por
completo, convertida en una curiosidad para numismáticos. Por otra
parte, el déficit del presupuesto entre gastos e ingresos, se hace
cada vez mayor, obligando al gobierno a concertar préstamos, colocando
como garantía el otorgamiento de amplias zonas de su territorio, para
explotación de los recursos naturales, presentes tanto en su suelo,
como en el subsuelo. La casi totalidad de los puertos han sido
declarados zonas francas y en sus alrededores se establecen parques
industriales y grandes almacenes de tránsito. Extranjia es un
atractivo paraíso fiscal y acoge por igual a los grandes
inversionistas y a la masa de desempleados del resto del globo.
Aparte de las ruinas que harían saltar de júbilo al tío Edgar y los
grandes espacios abiertos, carentes de edificio alguno, lo primero que
me llamó la atención fue la avanzada vejez de unos cientos de nativos
que vivían en una especie de reserva, donde se les atendía
debidamente. Estas instalaciones eran una de las atracciones más
visitadas por los turistas, ávidos de observar a los antiguos
pobladores del país extinguido. Como pudiera hacerse en un zoológico,
exhibían allí una especie rara, a punto de desaparecer. Eran un
espectáculo único aquellos seres renqueantes que, con paso indeciso,
deambulaban sin destino fijo. Imposible era encontrar entre ellos, a
un anciano suficientemente lúcido con quien se pudiera dialogar. El
hablar incoherente de los primeros a quienes me dirigí, el continuo
babear de sus bocas desdentadas y sus miradas vidriosas, perdidas, me
hicieron comprender que era inútil esperar alguna respuesta de ellos.
Al fin, cuando ya creía enloquecer de desesperación, me sorprendió un
interlocutor con algo más que raciocinio. A través de mi traductor
electrónico, escuché una voz femenina muy sugestiva, quizás en demasía
que, desde un sitio a mis espaldas, me preguntaba:
_ ¿De qué país vienes?...
Ante mí tenía, la escultural figura, dueña de aquella voz. En un
primer momento creí estar ante una alucinación. Yo estaba todavía
atontado. ¿Cómo había adivinado aquella belleza, que yo era un
turista?... La pregunta cobró respuesta, cuando me corroboró,
sonriente, lo que anunciaban las agencias de viajes, que en el país
apenas quedaban nativos jóvenes. Por lo tanto, mi edad y el pasearme
libre, en horario habitual de trabajo, delataban mi doble condición de
extranjero y turista. Sus primeras palabras revelaban un gran
conocimiento del país y su disposición a trasmitirlo generosamente.
Así, cuando vio mi interés por aquel reclusorio de ancianos, me
informó:
_No creas que los cuidan por filantropía, estos infelices son un imán
para miles y miles de personas que vienen a verlos y contribuyen así
al aumento de los ingresos que deja el turismo… Es cierto que aquí han
reunido a los más viejos, pero no son los únicos nativos que quedan;
empleados en algunas empresas y regados por el interior del país, aún
subsisten algunos, la mayoría jóvenes. También puedes encontrar
pequeños núcleos poblacionales que son aborígenes, alejados de la
capital…
Muchas más cosas me prometió revelarme la beldad que ya me abordaba
con arrestos de pirata y no todas eran referidas al entorno, sino a un
centro incitador que se encontraba entre sus piernas. Desde los
desabridos intercambios sexuales con Katy, yo me había mantenido
alejado de toda carne femenina, así que acepté la oferta con
satisfacción y entusiasmo. Una vez acordado el importe de sus
servicios, efectué la transferencia a la cuenta que ella me indicó y
fuimos a mi hotel, donde aquella verdadera profesional desplegó todos
sus conocimientos amatorios. Ya satisfechos mis instintos primarios,
aquel cuerpo se transformó en una valiosa fuente de información.
_Claro que aún quedan ejemplares de nativos más jóvenes. Casi todos
viven en regiones apartadas del interior. Pero son pocos, la inmensa
mayoría formó familia con extranjeros y de estas uniones nacieron los
que ahora se sienten con derecho a ser los legítimos hijos del país.
No creas, ese sentimiento nacionalista ya había aflorado en los
primeros que llegaron y se asentaron de forma definitiva. Sus
intereses comenzaron a diferenciarse de aquellos que sólo venían de
forma temporal y una vez terminados sus contratos, se apresuraban a
regresar a sus lugares de origen. Ellos y sus descendientes
representan una nueva aparición del criollismo. En muchas
manifestaciones del arte, en pinturas y en canciones, han volcado ese
sentir. Por cierto, que a los pretendidos nacionales les afecta una
situación muy peculiar y hasta cierto punto indefinida. Ellos, en
realidad, carecen de status jurídico en cuanto a nacionalidad.
Nacieron en un país llamado Extranjia, pero no poseen la ciudadanía
que les corresponde, porque este país todavía no está constituido como
Nación, ni reconocido como Estado. No obstante, muchos manifiestan un
pretendido orgullo y reclaman el patronímico de "Extranjianos". Porque
no se sienten ni cubanos, ni comparten el sentimiento nacional de sus
padres extranjeros.
_¿Entonces, tú eres uno de esos nacionalistas incipientes?...
_No, yo vine a establecer mi negocio por tiempo indefinido. Hasta
ahora me va bien y si sigue así, no pienso regresarme. Mi vínculo con
este lugar es puramente económico y nada sentimental…
Él se asombra de esta bella prostituta que no tiene nada de vulgar,
que se le revela como una mujer culta e instruida. Es, además de una
soberana hembra que conoce sus dotes y sabe manejarlas, una
extraordinaria y documentada comunicadora. Así, además de satisfacer
su apetito carnal, aplaca su avidez de conocimientos y le informa
sobre el negocio de la prostitución; le habla de las Empresas
proxenetas, de la división del gremio por países, dado lo conveniente
que, para este negocio, es el dominio de costumbres sexuales, idioma,
etc. Por doble razón, se hace su cliente y como tal reserva un próximo
encuentro. Para confirmar la cita, ella le da su elegante tarjeta
donde, debajo del sugerente nombre de Eva, primera mujer y primera
tentación, aparece el número de su teléfono móvil.

Tránsito histórico
Para poner fin a esta torre de Babel que constituye la circulación de
tantas monedas diferentes, se creó el Banco Nacional de Extranjia, el
cual no tardó en efectuar la primera emisión de su moneda. Este paso
completa el control sobre la administración del país, función que ya
ejercía de hecho la GRAN CÁMARA DE COMERCIO, constituida por los
representantes de todos los inversionistas presentes en la isla. Ellos
son, en realidad, el verdadero gobierno que dirige la economía y traza
la política a seguir por el país.
El presupuesto nacional, el que lleva un inoperante gobierno en
extinción, se ha simplificado, pues tanto ingresos, como gastos se
agrupan, cada uno, bajo un solo y único concepto. Todos los ingresos
provienen del arrendamiento de fábricas, empresas, puertos y áreas de
zona franca. Los gastos se originan todos en el pago de
contrataciones. Desde que se consumó tal simplificación, el balance
tuvo un saldo exiguo; en la actualidad, un cero demuestra la
inutilidad de ese rejuego financiero. Frágil subterfugio conque aún se
empeña en justificar su existencia, un gobierno tan de ficción como su
contabilidad. Un reducido grupo preside todavía ese gobierno más bien
simbólico y virtual, pues el verdadero poder reside en la directiva
millonaria que dirige sus negocios aquí.


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
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Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
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EXTRANJIA CAP 6

VI
Cuba 2029
El Centro de Investigaciones Demográficas, adscrito a la ONU, en su
boletín correspondiente a este año, ha publicado los siguientes datos
sobre Cuba:
La reducción de la natalidad, el continuo drenaje migratorio y el
envejecimiento de la población caracterizan el panorama de este país.
La población, ahora de seis millones de habitantes, ha retrocedido a
la cifra que mostraba en 1959, pero con el agravante de que el
componente mayor de sesenta años se ha triplicado con relación al de
aquella fecha. El decrecimiento poblacional es el más dramático
experimentado por país alguno, con excepción de los ocasionados por
conflictos bélicos. En el período transcurrido desde el 2012, fecha
del anterior censo, la población cubana ha disminuido de once millones
a los seis actuales. Una reducción del 45,5%, en sólo 17 años. El
gobierno ha comenzado a tomar las primeras medidas de emergencia,
consistentes en:
1. Estimular el crecimiento familiar, mediante el otorgamiento de
subsidio a las parejas que tengan hijos.
2. Elevar la edad de jubilación, hasta este momento de 65 años, a los
70 para ambos sexos.
3. Facilitar la entrada al país de trabajadores contratados, a fin de
compensar el déficit de la masa laboral activa.
El organismo de la ONU no dice que Cuba se ha visto obligada a
recortar drásticamente su exportación de servicios médicos, lo que
representaba su mayor ingreso. Esto constituye un serio desequilibrio
para su balanza de pagos. De esta forma, el decrecimiento de su
población, se traduce en un golpe muy duro para la economía, ya
deteriorada, de la isla. (Reporte cablegráfico del corresponsal de una
Agencia de Prensa, fechado en La Habana)

Tránsito histórico
Según se agravaba la situación económica, el flujo migratorio se iba
haciendo cada vez mayor. Con momentos de picos coyunturales, donde
verdaderas estampidas humanas se produjeron (Camarioca 1965, El Mariel
1980 y la llamada Crisis de los Balseros de 1994), la salida de
emigrantes se hizo constante desde muy temprano. A los personeros del
anterior régimen, los prófugos de la justicia revolucionaria y los
afectados en sus intereses, siguieron los contrarios a los rumbos del
nuevo gobierno y personas que no estaban dispuestas a vivir bajo el
sistema socialista. Pero después, la emigración cambió sus
motivaciones políticas por las estrictamente económicas. Muchos
profesionales abandonaron el país, atraídos por empleos mejor
remunerados en el extranjero, aunque no correspondieran necesariamente
con su calificación. Médicos, ingenieros y licenciados preferían ser
mensajeros o fregadores en tierras extrañas, porque recibían mayores
salarios que ejerciendo sus profesiones en la patria. A pesar de las
restricciones impuestas por las autoridades, cubanos y cubanas se las
ingeniaron para burlarlas y escapar de la isla. El gobierno
norteamericano incentivaba las salidas furtivas con una ley que
otorgaba la residencia a los que llegaran a su territorio ilegalmente.
Los casamientos con ciudadanos extranjeros, las deserciones en
misiones y representaciones enviadas al exterior y las vías ilegales,
fueron algunos de los métodos empleados por quienes decidían buscar el
bienestar bajo cielos extraños. Aunque tardíamente, Cuba suavizó su
política migratoria, permitiendo salir del país a la mayoría de los
habitantes. Entre los emigrantes, el componente de jóvenes con alto
grado de preparación profesional, en cuya formación el Estado cubano
había invertido cuantiosos recursos, ponía cada día en peligro el
equilibrio de la sociedad cubana. A corto plazo se podía prever la
imposibilidad de reponer la masa laboral, sometida al desgaste natural
de los años. La población iba envejeciendo y ya era insostenible el
costo de la seguridad social. La edad de jubilación fue aumentada y la
productividad del trabajo, en sectores donde el brío de la juventud no
era sustituible por la experiencia, cayó en barrena. Al disminuir el
personal calificado disponible, los ingresos que el país obtenía por
la exportación de servicios profesionales se redujeron drásticamente.
Ante la difícil situación económica, decreció el índice de nacimientos
y la población, ya envejecida por las altas esperanzas de vida y por
la masiva emigración de jóvenes, dejó de crecer primero y luego
comenzó a descender.

Ese mismo año 2029, en el país cualquiera
Mi matrimonio contribuyó a estrechar nuestras relaciones con la vieja
pareja de judíos. Mildred y yo nos convertimos en asiduos invitados
suyos. Ya no era yo el ave de paso y sin atadura que podía desaparecer
en cualquier momento. Había demostrado con hechos mi decisión de
arraigarme, al hacer familia y convertirme en un elemento estable y de
respeto dentro de esta comunidad. Mi mujer tuvo mucho que ver en este
cambio, pues desde el primer momento se supo ganar las simpatías de
Isaac y su esposa. Él me ayudó obtener el crédito bancario con el que
compré otros dos camiones, los que sumados al que ya poseía, no
tardaron en multiplicarse, pues les supe sacar buen rendimiento,
alquilándolos a choferes que los explotaran a riesgo. Así vi crecer mi
fortuna y mi familia, pues a nuestra primera nena, siguió un varoncito
que fue el arrebato de Isaac. Al judío se le caía la baba cuando lo
miraba, y en cuanto comenzó a caminar, lo mimó y lo malcrió como si
fuera su nieto. Yo creo que eso influyó mucho para que el muy avaro me
hiciera su socio de una forma legal, con escritura y todo. Algún
tiempo después, Isaac ya demasiado viejo y achacoso, decidió regresar
a Israel y me vendió por una bagatela su parte. Los camiones seguían
aumentando en número y dando buenas ganancias. Además de ellos, ahora
era el dueño único de la mayor casa comisionista de la ciudad, con lo
que nuestra posición se hizo bien sólida. Ni corto ni perezoso, abrí
otros negocios, no solo en préstamos y joyas. Me metí en la
construcción y creé mi propia compañía. En poco tiempo llegué a ser
uno de los empresarios más prósperos de la ciudad y todo lo que
brillaba y sobresalía en ella, se disputaba nuestro trato. A nuestros
hijos los enviamos a estudiar a la Universidad más rancia y afamada de
una ciudad cercana. Allá, de pronto, se nos hicieron bien adultos,
independientes y tienen su vida hecha. La mayor no tardó en darnos
varios nietos, algunos ya son casi hombrecitos. Pero Bob, en cambio ha
preferido permanecer soltero y no acaba de encontrar su media naranja…
Nuestros contactos con hijos y nietos son escasos, la vida nos impone
su ritmo despiadado, donde el tiempo nunca alcanza y ellos viven
lejos. Nunca tienen tiempo para venir y a mí no me restan ánimos para
ir a visitarlos. Tampoco tengo ya los bríos emprendedores de antes, me
siento viejo y he delegado, en empleados de confianza, la atención de
mis negocios.
Todos los episodios de su vida, él los repasa en un instante, cuando
siente un dolor profundo, ahogante, en el centro del pecho; el brazo
izquierdo se le acalambra, el maxilar también y, de pronto, se hunde
en una oscuridad y un silencio absolutos. Su corazón, impactado por un
infarto masivo, deja de latir. Había acabado de cumplir 77 años.

_ Lo siento por mamá, pero yo no iré al entierro. ¿Qué dirían mis
amistades si supieran que mi padre era un simple prestamista,
emigrante por demás y que nuestra pequeña fortuna tuvo su origen en la
usura? Por esto, más que nada, me mudé para esta ciudad, donde radica
la universidad en la que me gradué y donde conocí a Walter, mi actual
esposo, heredero de una de las familias más distinguidas. El medio que
uno frecuente, es fundamental para alcanzar cualquier posición
respetable. No, mis hijos no tendrán que ocultar su origen, como yo…
De mi hermano menor, es mejor ni hablar. Hace tiempo que no sé ni por
dónde anda y es mejor así. Las últimas veces que nos visitó, para mi
horror, vi que les trasmitía a mis hijos las ideas que él tiene sobre
nuestro padre. Claro que muy distintas a las mías. Para mi hermano,
nuestro padre fue todo un súper héroe. Él lo admiró siempre y hoy
venera su memoria. Yo creo que en esa idolatría suya por la figura
paterna, estuvo el origen de sus desviaciones. Desde muy pequeño le
interesaron los de su mismo sexo y al llegar a la pubertad ya era un
gay declarado y ostentoso. Recuerdo que de niño prefería jugar conmigo
a las muñecas, en lugar de ir con los demás chicos a practicar algún
deporte masculino. Yo me di cuenta que mi hermanito no era igual a los
otros, pero nuestros padres parecían ciegos los dos y no echaban de
ver lo que era evidente en su comportamiento. Mi hermano no puede ser
otra cosa, que una mala influencia para mis hijos. Sobre todo para
Edgar, que ya tiene quince años, está en plena adolescencia y que a
cada rato se escapa los fines de semana en lo que él llama
"expediciones".

Ella, de acuerdo a las costumbres del país, ha perdido su apellido. Al
casarse adquirió el de su esposo y ya aquel lastre latino que la
marcaba, ha desaparecido para siempre. Los padres se empeñan en dejar
a sus hijos un mundo distinto al que ellos recibieron y contribuyen,
sin quererlo, a hacerlos diferentes. Ambos, padres e hijos, olvidan
que en ese mundo, que quieren dejar atrás, estuvieron los resortes y
las motivaciones de nuevas aspiraciones, las que, en definitiva,
fueron y vuelven a ser motores del cambio. Las influencias sociales,
al conjugarse, suelen pesar más que las leyes genéticas. Porque el
medio social hace que una generación se parezca más a sí misma, que a
sus progenitores. El hombre es similar a sus contemporáneos y cada vez
se diferencia más de sus raíces. Es que el horizonte, aunque nos
parezca el mismo, siempre se renueva…


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

EXTRANJIA CAP 5

V
El país cualquiera, finales de 1981
Como panameño, con pasaporte falso, entró en la República Dominicana.
Allí la corrupción era tan generalizada, que le fue fácil, mediante
soborno, hacerse ciudadano legal, en posesión de la documentación
requerida, esta vez incuestionablemente auténtica. El país tenía mucha
similitud con Cuba, demasiada para ser de su agrado. Así que, desde el
primer momento, decidió que no se quedaría. Él quiere dejar bien atrás
y para siempre todo lo abandonado atrás. Y aquellas gentes, sus
costumbres, aquel hablar, las comidas, en fin todo, le hace sentir que
está de nuevo en la Cuba que dejó para siempre. Por eso, en cuanto
obtiene los documentos que le hacen dominicano, no tarda en
reemprender su largo camino. De esta forma, ahora como emigrante
legal, arriba al cuarto país que recorre, desde que abandonó la isla,
pero aquí llega con las manos vacías. Todo su capital inicial quedó
en el camino; esparcido a lo largo de un azaroso itinerario, ha dejado
el dinero que se llevó de Cuba. Primero en gastos necesarios, durante
una fuga calculada pero frenética, con la que logró atravesar medio
Estados Unidos, buscando la salida, desde el mismo instante en que
puso el primer pie en tierra, como un ahogado que necesita
desesperado, el aire. Luego el México que tomó, ilusionado, como su
destino final y donde aquel Genaro ladino y traicionero le hizo una de
las buenas… Y por último, esta republiquita dominicana que, como un
mal sueño, le recuerda lo que no quiere recordar. Porque de recordar
no se vive. En los recuerdos se refugian los fracasados. Él vive para
planear y poner en práctica sus ambiciosos proyectos y nunca se dará
por vencido. Volverá a comenzar desde cero. Ahora en un país bien
desarrollado, país del llamado "Primer Mundo", a donde llega de forma
perfecta y absolutamente legal.
Para mí, éste es "un país cualquiera", pero lleno de oportunidades que
sabré aprovechar al máximo. Si todo me va bien, sería un lugar
magnífico para quedarme. Los salarios son altos y la gente vive bien.
Tan bien, que arrojan a la basura, equipos y objetos casi nuevos. Lo
mismo te encuentras tirado un refrigerador en perfecto estado, que un
televisor que funciona todavía. El colmo fue un Renault que exhibía un
letrero, donde el dueño anunciaba regalarlo, con propiedad y todo, a
cualquiera que se lo llevara y le quitara aquel estorbo de su garaje.
Ahí mismo fue donde me hice de un auto. Y no había pasado todavía un
mes de mi llegada. ¿Y qué hice con él?... Pues en vez de cogerlo para
pasear, me dediqué a recorrer las calles, recuperando todo lo útil que
estos derrochadores desechan, como si fueran inservibles. Están como
poseídos de una fiebre de consumo. No bien han comprado algo, cuando
ya están sustituyéndolo por el modelo nuevo, no siempre mejor, que ha
salido al mercado. Entonces, el camino más fácil es tirar a la basura
lo que consideran ya atrasado, aunque esté nuevo. Y ahí llego yo, lo
rescato, le doy una pasadita y lo llevo al negocio de un judío en el
centro de la ciudad. Aquí, a los establecimientos de ese tipo, les
llaman "Casas Comisionistas". En ellos, lo mismo te toman lo que
lleves, como garantía para prestarte dinero, con un porciento de
interés, claro; como también te cobran por ponerte a la venta lo que
quieras vender y esto es una prueba que también aquí hay algunos que
viven mal. Son los que no se saben planificar y gastan más de lo que
ganan… No todos son emigrantes como yo, pero están igual de
desubicados. Viven el hoy por el hoy, sin pensar en el futuro. Quieren
figurar como los demás, en su afán derrochador, porque aquí se vive de
las apariencias, compitiendo para no quedarse atrás y no les pasa por
la cabeza hacer una buena inversión para vivir mejor mañana. Claro,
que para invertir hay que tener una visión perspectiva de los
negocios, para así evaluarlos y escoger entre los más beneficiosos, el
que tenga mayor posibilidad de éxito. Cuando recogí el Renault tuve
que decidir. Tenía tan poco dinero que sólo me alcanzaba para comer
algo o para comprar gasolina. Con mi visión de futuro, me quedé sin
comer para así poder moverme en mi primera recogida provechosa. Decidí
sacrificarme hoy para garantizarme el después. El que no posea dicha
visión, está condenado a vivir encadenado a un sueldo, por muy alto
que pueda ser. ¡Qué va! Eso de ser empleado de otro, no va conmigo.
Como empleado, empecé a trabajar con una brigada que contrataba la
pintura de los edificios recién terminados. Pero fue por poco tiempo y
porque no me quedó más remedio al llegar. Aquí se acostumbra a
contratar cada etapa de fabricación; así que, cuando me enteré que,
después que terminábamos de pintar, contrataban a otros para limpiar
los apartamentos; ahí mismo, con los que no les gustaba pintar, formé
mi brigada de limpieza y me encargué de dejar los apartamentos listos
para recibir a sus inquilinos. Ya yo no pintaba ni limpiaba para que
alguien se quedara con las ganancias. Era el dueño de mi propia
brigada y los que trabajaban eran empleados míos. Como me tiré por
abajo en los precios, obtuve muchas contratas. Iba detrás de los
pintores, cuando estaban terminando, y ahí mismo agarraba. Mientras
tanto, seguía haciendo mis "paseos" recogiendo las cosas todavía
útiles que la gente botaba, para llevárselas al judío. Al principio,
me las ponía, el muy bandido, en comisión. Así no me pagaba nada
mientras no las vendiera, pero después aceptó comprármelas, claro que
muy baratas.
Al viejo Isaac le ha caído simpático aquel latino luchador que no se
cansa de traerle los más variados objetos. No es un vago, como los
demás emigrantes que ha conocido hasta ahora. Este no le trae prendas
personales de las que otros se desprenden, necesitados del dinero que
no saben ganarse. Él trae cosas que se ve no le pertenecieron nunca,
sacadas de vaya usted a saber dónde. Algunas han sido vendibles por un
buen precio. Y robadas no son, pues ni al más tonto se le ocurriría
poner en exhibición, y a su nombre, el producto de un saqueo. El joven
no es judío, pero se comporta como un judío verdadero. Tiene fijada su
meta, busca su Tierra Prometida y ha venido de muy lejos. Estos
atributos hacen que el prestamista se sienta identificado con él y se
incline a ayudarle. Más, cuando con esa ayuda puede ayudarse a sí
mismo. El comercio de Isaac es absolutamente legal, por eso ha podido
prosperar: manteniéndose siempre dentro de la ley. La ley que le
permite despojar a los demás por medio de la usura más despiadada.
Pero el negocio requiere de sangre joven que no lo deje decaer y él
ya está viejo y no tiene hijos. Desconfiado, como todo judío, Isaac ha
estudiado a este proveedor suyo, que le visita a diario. Lo ve no
cejar en su empeño de abrirse paso y termina tomándole aprecio. Admira
su diligencia y sopesa la utilidad que puede brindarle. Así, al poco
tiempo, comienza a comprar la mayor parte de lo que le trae aquel
joven, el resto se lo deja en comisión. Después de algunos meses, en
que tiene la oportunidad de conocerlo mejor, le propone interesarlo en
su negocio…

De arrancada le dije, que no me interesa trabajarle a nadie por un
sueldo. Pero enseguida, me aclaró que su proposición consistía en que
vendiera yo mismo mi mercancía y que de paso le atendiera el mostrador
por las mañanas. Al principio, claro está, no me dejaría solo y se
encargaría de enseñarme a tasar lo que trajera la gente. Las tardes yo
las tendría libres y podría continuar recogiendo cachivaches, antes
que el camión recolector se las llevara. Esta proposición me vino de
maravillas, el judío me pareció buena gente y no me fue difícil
aprender el asunto de las tasaciones. A los pocos meses, yo era una
fiera poniendo precio a lo que trajeran, lo mismo para dejarlo a la
venta, que para empeñarlo. Isaac estaba contento y yo también. Pero
siempre con la mira de hacerme de mi negocio propio. Mientras tanto,
aprendía, aprendía y mucho, porque al lado de este viejo se aprende.
Eso a pesar de que el muy ladino, va soltando pita poco a poco, y me
enseña lo que le conviene. A mí no me importa que a veces me esconda
la bola. Entonces se la adivino y aprendo más de este giro, donde todo
es ganancia. Como judío al fin, tiene su filosofía de vida. La aplica
y ejercita a diario, igual que sus ritos religiosos. Basta con oírlo y
verlo actuar. Entonces, aferrado a sus reglas, me enseña mucho más de
lo que él quisiera. Por ejemplo, su idea de cómo debe manejarse el
dinero. Él dice: "nunca prestes, ni pidas dinero. El que pide ayuda es
que no supo administrar sus recursos. Mejor que dar comida al
hambriento, es enseñarle a sembrar, a cazar y a pescar".


Los dejados atrás
Ya nadie recuerda la tragedia de aquellos viejos, cuyo hijo murió
víctima del cáncer. Era el único que les quedaba, pues él otro, el que
mantenía la casa, se fue por El Mariel. Los pobrecitos, tuvieron que
soportar que les dieran un mitin de repudio, donde le apedrearon la
casa y se la llenaron de letreros ofensivos. Poco después, se
descubrió que aquel hijo había desfalcado una buena cantidad de dinero
de la Empresa, en que trabajaba como Contador. La policía vino como al
mes y les viró al revés la casa a los infelices ancianos, sin
encontrar nada que los comprometiera. Sólo miseria, postración y
locura. Esto los afectó mucho, la vieja acabó de enloquecer y el
viejito estaba siempre borracho. Como al año, al hijo enfermo lo
ingresaron en el hospital, donde falleció. Algunos vecinos,
compadecidos, los estuvieron socorriendo con lo que podían. El hijo
que se fue, jamás se ha acordado de ellos… Sí, Carmen, la que vivía
en la esquina, los atendió hasta que murieron. Dicen las malas
lenguas, que para quedarse con la casa. Pero la verdad es que se la
ganó, pues hasta el último momento los cuidó como si fueran sus
padres.

Estoy sorprendido. Isaac me ha convidado a comer con ellos, es –me
dice- una celebración de los judíos… ¿Y entonces, qué hago yo allí?...
No creo que esté pensando en convertirme en uno de los suyos. Ellos
son muy cerrados y no hacen proselitismo. Pero no es el momento de
vacilaciones y este acercamiento con el viejo usurero me puede
convenir…
Me he puesto mis mejores ropas y llegado cuando calculé que la fiesta
ya hubiera empezado. Me recibieron muy acogedores. Allí estaban Isaac
y su mujer, Ester, tan vieja como él, pero apergaminada, y cinco o
seis personas, todos miembros de su cofradía. El dueño de la casa me
presentó como alguien que, sin ser judío, ha vivido éxodos similares y
pertenece a otra diáspora diferente, pero que recuerda a la de su
pueblo. Y todos sonrieron, muy comprensivos, al recibirme. Pronto me
hicieron sentir como uno de ellos y dejé de sentirme extraño.
Celebraban algo que llaman "Hanuka", fiesta de las luminarias, donde
encienden las velas de un candelabro y hacen veinte ritos alrededor
del mismo. Yo hice todo lo que veía hacer a los demás y no quedé mal.
Mi comportamiento, callado y respetuoso, valió para que me invitaran a
muchas fiestas más. Así, en pleno septiembre, asistí al nuevo año
judío llamado Rosh Hashaná, donde tocan un cuerno llamado Shofár y
hacen tremenda cena. Con enorme satisfacción vi que Isaac me trataba
familiarmente y decidí que aquella coyuntura me era beneficiosa. Desde
el primer momento, tuve presente el viejo refrán: "al que a buen árbol
se arrima, buena sombra lo cobija"…

La ha visto siempre saliendo de su casa, con su uniforme de enfermera
y desde la primera vez le llamó la atención aquella muchacha. Él iba
rumbo al comercio de Isaac y se cruzaban en el camino. Al principio se
limitó a saludarla con afectada cortesía, saludos que la muchacha no
contestaba. Pero, latino al fin, fue avanzando con osadía hasta que
logró arrancarle una sonrisa. Entonces fue el flechazo, la atracción
irresistible que no había experimentado por mujer alguna y la
imperiosa, urgente necesidad de poseerla. Fueron cortos el asedio y la
incertidumbre entre aceptación o rechazo. La expectativa de una
primera cita y la explosión apoteósica del triunfo, se sucedieron para
dar paso a la pasión compartida. No ha transcurrido un mes de aquella
sonrisa aquiescente, cuando ya en su llavero hay una nueva llave, la
del apartamento de ella. El amor es el mayor de los misterios y ante
él los demás son simples enigmas, fáciles de descifrar. Por eso en el
amor no hay secretos. Y porque es amor lo que los une, cuando ella
inquiere temerosa:
_Pero… por fin ¿qué tú eres? ¿Panameño, dominicano, portorriqueño?...
Él le revela con sinceridad que es cubano. Y ante su nueva inquietud:
_Entonces, ¿por qué niegas tu origen? ¿Qué atrocidad cometiste que
precisas ocultar?...
Rendido de amor, le asegura que no es un asesino, que no ha matado a
nadie. Y es sincero y lo que jura es una verdad relativa. Porque si
bien es cierto que, por la violencia, no ha segado vida alguna, será
responsable de la muerte de los que fueron sus seres más allegados:
aquellos dos viejitos y aquel hermano, a los que condenó a morir con
su desamparo. Peor que destruir un cuerpo, es acabar con la vida
dejando el cuerpo intacto. Mayor crimen que estrangular, dar puñaladas
o disparar un arma sobre una persona, es convertir su existencia en un
calvario, privándola del necesario sostén, negándole el amparo y el
único apoyo del que depende. Algunas veces, raras veces, se ha sentido
culpable del abandono, como si al dejarles en total indefensión,
hubiera cometido un crimen. Cuando lo acosan estos remordimientos,
sentencia concluyente: "salí del infierno y no quiero recordar que
estuve allí". Es entonces cuando se sumerge en los negocios e
interpreta los triunfos que obtiene, como justificación de lo que
hizo. Así se lava de culpas. Él, -se dice- no tenía otra opción…
Mercurio y Venus le favorecen a la par, le hacen sentir un triunfador
y le impelen a nuevas empresas. Le urge brindar seguridad y futuro a
la mujer imprescindible que ha encontrado, porque es su complemento y
acicate. Ella, enamorada, consiente deshacerse de viejas joyas de
familia, para convertirlas en el pago inicial de un camión. Él, como
siempre, tiene ambiciosos proyectos: Este vehículo será el primero de
toda una flota de camiones que alquilarán a choferes que estén
dispuestos a explotarlos. Para colmo de aquel frenesí que le impulsa,
se anuncia la llegada de un nuevo ser, su primer hijo. Ha llegado la
hora de un casamiento, recomendable antes que prospere más el
embarazo, y conveniente para él y la nueva familia que ha creado. Por
este matrimonio obtiene una nueva ciudadanía, esta vez de un país
desarrollado y rico.

Tránsito histórico
Tras un corto período de bonanza propiciada por su inclusión en el
bloque de países comunistas, Cuba se precipitó en una grave crisis,
cuando aquellos empezaron a tambalearse. El primero fue Polonia, pero
antes ya Hungría había aceptado una economía de mercado y la alianza
militar se había resquebrajado, al salir del llamado "Pacto de
Varsovia" algunos de sus integrantes. La caída del muro de Berlín y la
unificación de los dos estados alemanes fueron las clarinadas fatales
que anunciaban una especie de Juicio Final. Al inicio de la década de
los noventa, la gran Unión Soviética se desintegró con la
independencia de sus componentes. A este derrumbe, le siguieron, como
efecto dominó, el abandono del socialismo por los demás países del
bloque y el regreso de sus economías al capitalismo, en algunos casos
de tipo salvaje.
La gran sorpresa la dio la pequeña Cuba, la última en integrarse al
CAME, al continuar aferrada al modelo soviético que había mostrado su
ineficiencia e inviabilidad. Los cubanos tuvieron que enfrentar una
situación sumamente difícil, al verse privados de suministradores y
mercados. Sus hermanos de la víspera se erigieron en desconsiderados
acreedores, que exigían el pago inmediato en moneda dura de deudas
contraídas como supuestas ayudas. Todo parecía augurar que era
imposible su sobrevivencia. Sin embargo, empecinadamente, la isla se
negó a desaparecer y tambaleante mantuvo el rumbo. Al final,
reestructuró su comercio exterior e hizo modestas aperturas al turismo
internacional y a la inversión extranjera. En lo interno, los precios
se elevaron, el costo de la vida se disparó y la población se vio ante
la disyuntiva de resolvérselas por sí misma. Para compensar el cese de
un paternalismo gubernamental que le subsidiaba, el cubano común tuvo
que modelar su vida más allá de la legalidad. Como resultado, la moral
pública se deterioró y el gobierno se vio privado del apoyo casi
unánime que concitaba con anterioridad. El flujo migratorio cobró
nuevos bríos y continuó drenando de residentes, la isla.


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com

EXTRANJIA CAP 4

IV
Saltillo, México 1980
Saltillo es una ciudad con el suficiente movimiento, pero del tamaño y
la situación adecuados para sus planes. Se halla lejos de la capital
mexicana, a más de ochocientos kilómetros y cerca de la frontera
estadounidense. Dentro de su población, que no sobrepasa el medio
millón de habitantes, él puede evadir los controles que aquí no son
muy efectivos. Allí se trafica con todo y nadie pregunta por el origen
de lo traficado. Es el lugar idóneo donde invertir y multiplicar su
dinero.
A pesar de ser la Capital del estado de Coahuila, Saltillo está a solo
75 kilómetros de Monterrey, una de las ciudades mayores y más
importantes de México, llamada también "La Capital del Norte". De esta
cercanía, ha sabido beneficiarse, como todo el pequeño que se protege
y crece a la sombra del grande y logra que aquel no lo asfixie. En su
ubicación, Saltillo parece cumplir un sabio adagio que reza: "Ni tan
cerca que te queme, ni tan lejos que no te de calor." Así, recibe de
Monterrey numerosos compradores que vienen atraídos por la oferta más
barata de sus productos; al mismo tiempo, los comerciantes locales
encuentran seguro mercado en la gran ciudad norteña. Por estas
circunstancias, Saltillo es próspera y goza de un tráfico comercial
denso y muy variado. De los numerosos talleres artesanales, se
destacan los dedicados a la confección de sarapes, las tradicionales
mantas aztecas; la manufactura textiles de lana y la cerámica,
completan la pequeña y mediana industria. Molinos de cereales y
fábricas de vino, elaboran los productos de las tierras circundantes.
Esto hace el comercio abigarrado y colma las calles de vendedores y
compradores en un perenne forcejeo de ofertas y demandas, de regatear
precios y proponer otras mercancías que se ocultan a la vista y de las
cuales no es necesario averiguar la procedencia.
El taimado emigrante dedica los primeros días a estudiar el terreno y
los negocios en que pudiera incursionar con mayores probabilidades de
éxito. Debe ser algo pequeño, que pase desapercibido, preferentemente
ya instalado y de competencia probada en el comercio local, porque lo
nuevo atrae la atención y la curiosidad no es conveniente. Todo lo
maquina, cuando aparenta pasear, curioseando, por algunas partes de la
ciudad. Se detiene aquí, allá, indaga, evalúa, descarta algún que otro
candidato a la inversión y, sin apresurarse, continúa su búsqueda. El
tráfico de estupefacientes y el contrabando, desde un primer momento,
los desecha, no por escrúpulos sino por conveniencia. Hay suficientes
hampones ya, que se reparten el terreno… No sería saludable correr
riesgos, recién llegado al lugar que piensa será su asiento
definitivo. Quizás más adelante… La producción textil, en la escala
que desea, ya está penetrada por norteamericanos y el resto lo
integran centenas de telares manuales, operados por sus propietarios.
Estos, al final, se convierten en simples suministradores de los
primeros que, a precios irrisorios, les compran todo lo que producen.
El negocio de cerámicas no le seduce, él no vino a México para ser un
alfarero, fabricante de cacharros por métodos artesanales. Así,
indagando, sopesando posibilidades, ha consumido la primera semana y
todo lo que ha visto hasta el momento, su fría maquinaria de pensar lo
ha descartado. Entonces se percata que lleva demasiado tiempo
recorriendo los lugares más concurridos, en un auto con matrícula
norteamericana. Esto es llamativo, los gringos siempre están de
pasada, y decide deshacerse del artefacto que le ayudó, además de su
ingenio, a penetrar en México. Ha visto en las afueras, al lado de una
pobre estación gasolinera, lo que parece un rastro de chatarras y
hacia allá se encamina con la intención de vender, por cualquier
precio, el vehículo que le prestó tan buen servicio. Si lo desarman y
desaparece convertido en piezas, tanto mejor. Él actúa así: se vale de
cosas y personas, mientras le son útiles y sabe deshacerse de ellas
cuando empiezan a estorbarle…
En el terreno que ocupa casi toda la manzana, al lado de una bomba de
gasolina, protegidas por una alambrada perimetral, se amontonan, como
amasijo de hierros retorcidos, un centenar de carrocerías en espera
del desguace. Sobre el portón de acceso, un letrero rústico intenta
desmentir la elocuente impresión: "COMPRA Y VENTA DE AUTOS Y PIEZAS DE
USO".
Ha pedido hablar con el dueño de aquel "negocio" y del fondo del patio
viene a atenderle el típico mexicano popularizado en las películas: de
tez curtida, chaparrito, barrigudo, con una sonrisa socarrona bajo el
espeso bigote.
_Genaro Cañizo, pa´ servirle a asté…
El recién llegado, corresponde con igual cortesía y se identifica como
portorriqueño, venido "del otro lado", que quiere vender su auto. La
inicial gentileza se troca en altivez de comprador exigente, tan
pronto conoce la oferta del visitante, a quien quizás tomó por un
inspector o gendarme en averiguaciones, para él, nada convenientes… Va
hacia el carro, lo rodea con mirada pesquisidora, abre el capó e
inspecciona el motor. Luego abre y cierra las puertas, comprobando de
paso el estado de las vestiduras interiores. Es breve y de menosprecio
la inspección, ni siquiera le pide ponerlo en marcha. Y ya cuando
piensa que allí no podrá venderlo, el mexicano lo sorprende al
ofrecerle, displicente, el doble de lo que él pagó por aquel cacharro:
seiscientos dólares. De inmediato, su cerebro va más allá de esta
venta provechosa y enhebra posibilidades y variantes, como un
consumado ajedrecista. Sin buscarlo, ha encontrado el negocio en que
desea invertir. Le ha salido así, de pronto, cuando no lo esperaba.
Finge breve titubeo y cierta inconformidad con el precio, para al
final cerrar el trato y aceptar el convite de un tequilita que le
brinda el comprador. En la conversación que sobreviene, éste se queja
de lo mal que le va el negocio y esa es la oportunidad que el cubano
esperaba para hacerle ver lo bien que le iría, si invirtiera en
reparar y remozar los vehículos comprados, para así venderlos a
muchísimo mayor precio.
_ Pos, pa´eso, manito, hace falta lana, lana que no tengo…
Él esperaba la respuesta que le daría Genaro y se apoya en ella para
hacer su proposición: Está dispuesto a poner lo que haga falta… Ya no
se limitarían a desarmar, para vender piezas y partes aún servibles y
el resto rematarlo como chatarra. En lo adelante, contarán con
talleres de mecánica, chapistería y pintura, de los que saldrán autos
relucientes, como nuevos. En repetidos brindis, ya han consumido el
tequila contenido en la botella inicial, y el que vino a vender un
auto viejo, es ahora socio del comprador, un socio salvador que
invertirá capital en la ampliación del negocio. Pero, un socio que se
muestra, desde el primer momento confiado, quizás en demasía. Él no
quiere aparecer en papeles, le dice, por su condición de extranjero
aún no residenciado. En cuanto a firmar acuerdo alguno, declara
bastarle, la palabra de un hombre cabal, de un puro mexicano, como lo
es el Señor Cañizo. Eso sí, él se encargará de las cuentas, porque la
cuestión de los números es su oficio.
No tarda en cambiar de aspecto aquel comercio. En una nave, al fondo
del patio, se instalan y equipan los talleres y un anuncio lumínico le
da un aire de distinción a lo que parecía un rastro de despojos. En
lugar preferente, se exhiben varios autos flamantes, tan relucientes
que parecen nuevos. Revitalizado con el dinero y la iniciativa del
forastero, el negocio prospera y al ver duplicadas las ganancias, el
mexicano amplía sus horizontes de ambición. Ahora pretende que el
nuevo socio invierta una cantidad mayor, la suficiente para comprar
"del otro lado", como llaman aquí a los Estados Unidos, todo un lote
de carros de uso. Sin dudarlo, lo cree en posesión del dinero
necesario. El desembolso inicial que aquel hiciera, y el haberse
identificado como portorriqueño, en definitiva ciudadano gringo, han
sido elementos suficientes para convencer de ello a Genaro. Al
principio, no entiende las negativas con que el forastero responde a
su proposición y termina sospechando que algo esconde del otro lado de
la frontera. Algo por lo cual no quiere regresar al país del que dice
venir y tener ciudadanía... Su renuencia a firmar papeles, a aparecer
en ellos, ni siquiera como empleado, antes tomada como gesto de
confianza excesiva, ahora acrecienta la suspicacia de un socio que
comenzó a tratarlo de "patroncito" y ahora le llama "cuate", pero con
frialdad. Pasan ocho meses en que a la par crecen las entradas del
negocio y las continuas contradicciones entre los dos empresarios,
cada uno con planes bien diferentes. A las proposiciones para ampliar
que hace el mexicano, el supuesto portorriqueño ofrece resistencia y
se niega repetidamente: él no desea ir más allá del volumen alcanzado
por las ventas. Las relaciones entre ambos se hacen tirantes. Hay
veladas amenazas de uno contra la sospechada ilegalidad del otro. El
conflicto amenaza con estallar en cualquier momento. Él lo sabía muy
bien. Sin embargo, explotó como no lo imaginaba.
Había aprovechado unos días en Monterrey para explorar las
posibilidades de mudarse allá, como a una segunda posición de
repliegue, y al regresar a Saltillo, en lugar de Genaro, encuentra a
un nuevo dueño, que le dice ignorar todo lo referido a su
participación y a sus pretendidas reclamaciones. Condescendiente, le
muestra la escritura de traspaso que le suscribiera su ex socio. El
muy ladino lo ha despojado, elegantemente, de su parte. A él, que lo
calcula todo y que no había pensado en aquella variante que, urdida en
silencio avieso, lo ha sorprendido. Se ha quedado, como se dice en
cubano: "en la calle y sin llavín". A él, que todo lo calcula y prevé,
que incluso planeaba madrugar al otro, lo ha madrugado este mejicano
con su desaparición. Sabe que encontrar al esfumado, es tarea
improbable; y si le encontrara, cualquier acción suya en su contra,
tendría como segura respuesta la denuncia de ser un ilegal. Es un arma
que el otro esgrime y que le da protección. Se siente continuamente
bajo aquella amenaza y decide que es la hora de abandonar México. Con
lo poco que le ha quedado, compra un pasaporte falso que lo identifica
como panameño, y emigra a otro país.


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De la Revolución iniciada en 1868 y aún inconclusa, soy hijo; a ella me
debo.

Jorge C. Oliva Espinosa. Cubano, nieto de mambises, sobreviviente.
http://jorgecolivaespinosa.blogspot.com.es
jorgecoliva@gmail.com